Dijo alguien una vez:
La inteligencia sin amor te hace perverso.
La
justicia sin amor te hace implacable.
La
diplomacia sin amor te hace hipócrita.
El éxito
sin amor te hace arrogante.
La
riqueza sin amor te hace avaro.
La
docilidad sin amor te hace servil.
La
pobreza sin amor te hace orgulloso.
La
belleza sin amor te hace ridículo.
La verdad
sin amor te hace hiriente.
La
autoridad sin amor te hace tirano.
El
trabajo sin amor te hace esclavo.
La
sencillez sin amor te envilece.
La
oración sin amor te hace introvertido.
La ley
sin amor te esclaviza.
La
política sin amor te hace ególatra.
La fe sin
amor te hace fanático.
La cruz
sin amor se convierte en tortura.
La vida
sin amor no tiene sentido.
Amad. Amad sin distinción, sin lógica
ni razón, porque el amor es lo que nos hace realmente humanos.
Amad a vuestros familiares, a
vuestros amigos, abrazaos fuertemente a ellos siempre que podáis, porque en ellos
hallaréis consuelo.
Amad a vuestros conocidos, los que os
caen bien y los que no, porque alguien os lo agradecerá tarde o temprano.
Amad al resto del mundo, aunque no
sepáis cómo son sus caras ni cómo son sus vidas. Aunque no compartáis sus
creencias. Porque ellos podrían ser vosotros. Y piensan y sienten igual que
todos.
Amad. Amad y no seáis perversos, ni
implacables, ni hipócritas. No seáis radicales. No respondáis con fanatismo al
mismo fanatismo con el que os atacan. No os dejéis ganar.
Porque eso es lo que quieren, eso es
lo que buscan. Que dejemos de amar. Que odiemos. Que odiemos con tanta fuerza
como ellos odian, porque el odio es lo que mueve el fanatismo, el odio es lo
que llena sus filas, el odio es lo que perpetra sus ataques.
No odiemos, de verdad. No busquemos
más culpables que los que se han señalado a sí mismos. No busquemos culpables
en la religión, en la raza o el idioma. No tiene nada que ver con ello.
La religión no habla de odio. Habla
de amor. Amor a Dios, amor a los demás. Y no solo el cristianismo habla de eso.
Todas las religiones en mayor o menor medida comparten este eje común. No es
cosa de religión. No pongamos en boca de Dios (o Alá, o Yahvé, o quien queráis)
ni de millones de personas lo que solo piensan y hacen unos pocos. No seamos
tan simples, tan ruines. Las religiones no son buenas ni malas por sí mismas,
son un aspecto que vive en cada persona y que cada persona vive como quiere. Y
cada persona es un mundo en el que no están englobadas todas las demás.
No odiemos, porque se alimentarán de
nuestro odio. Se engrandecerán con él y harán nuestro miedo realidad.
No sucumbamos al miedo, al terror.
Porque es lo que quieren. Es lo que necesitan.
No sucumbamos a la ignorancia, porque
es la tierra donde se siembra el odio y crece el fanatismo.
Hagamos algo. Luchemos con nuestras
armas, blandamos nuestra razón. Eduquemos. Porque es la única manera que hay de
que no nos engañen, de que no nos laven el cerebro, de impedir que el
terrorismo nos gane.
Terrorismo religioso, terrorismo
machista, terrorismo económico, qué más da. Nos quieren con miedo.
Afrontemos
ese miedo. Conozcamos. Aprendamos. Eduquemos. Seamos independientes. Seamos
libres.
No nos dejemos ganar.
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