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sábado, 14 de noviembre de 2015

No nos dejemos ganar



Dijo alguien una vez:

La inteligencia sin amor te hace perverso.
La justicia sin amor te hace implacable.
La diplomacia sin amor te hace hipócrita.
El éxito sin amor te hace arrogante.
La riqueza sin amor te hace avaro.
La docilidad sin amor te hace servil.
La pobreza sin amor te hace orgulloso.
La belleza sin amor te hace ridículo.
La verdad sin amor te hace hiriente.
La autoridad sin amor te hace tirano.
El trabajo sin amor te hace esclavo.
La sencillez sin amor te envilece.
La oración sin amor te hace introvertido.
La ley sin amor te esclaviza.
La política sin amor te hace ególatra.
La fe sin amor te hace fanático.
La cruz sin amor se convierte en tortura.
La vida sin amor no tiene sentido.



Amad. Amad sin distinción, sin lógica ni razón, porque el amor es lo que nos hace realmente humanos.

Amad a vuestros familiares, a vuestros amigos, abrazaos fuertemente a ellos siempre que podáis, porque en ellos hallaréis consuelo.

Amad a vuestros conocidos, los que os caen bien y los que no, porque alguien os lo agradecerá tarde o temprano.

Amad al resto del mundo, aunque no sepáis cómo son sus caras ni cómo son sus vidas. Aunque no compartáis sus creencias. Porque ellos podrían ser vosotros. Y piensan y sienten igual que todos.

Amad. Amad y no seáis perversos, ni implacables, ni hipócritas. No seáis radicales. No respondáis con fanatismo al mismo fanatismo con el que os atacan. No os dejéis ganar.

Porque eso es lo que quieren, eso es lo que buscan. Que dejemos de amar. Que odiemos. Que odiemos con tanta fuerza como ellos odian, porque el odio es lo que mueve el fanatismo, el odio es lo que llena sus filas, el odio es lo que perpetra sus ataques.


No odiemos, de verdad. No busquemos más culpables que los que se han señalado a sí mismos. No busquemos culpables en la religión, en la raza o el idioma. No tiene nada que ver con ello.

La religión no habla de odio. Habla de amor. Amor a Dios, amor a los demás. Y no solo el cristianismo habla de eso. Todas las religiones en mayor o menor medida comparten este eje común. No es cosa de religión. No pongamos en boca de Dios (o Alá, o Yahvé, o quien queráis) ni de millones de personas lo que solo piensan y hacen unos pocos. No seamos tan simples, tan ruines. Las religiones no son buenas ni malas por sí mismas, son un aspecto que vive en cada persona y que cada persona vive como quiere. Y cada persona es un mundo en el que no están englobadas todas las demás.

No odiemos, porque se alimentarán de nuestro odio. Se engrandecerán con él y harán nuestro miedo realidad.

No sucumbamos al miedo, al terror. Porque es lo que quieren. Es lo que necesitan.

No sucumbamos a la ignorancia, porque es la tierra donde se siembra el odio y crece el fanatismo.


Hagamos algo. Luchemos con nuestras armas, blandamos nuestra razón. Eduquemos. Porque es la única manera que hay de que no nos engañen, de que no nos laven el cerebro, de impedir que el terrorismo nos gane.

Terrorismo religioso, terrorismo machista, terrorismo económico, qué más da. Nos quieren con miedo.

Afrontemos ese miedo. Conozcamos. Aprendamos. Eduquemos. Seamos independientes. Seamos libres.

No nos dejemos ganar.



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