Elantris fue hermosa,
en otro tiempo. La llamaban la ciudad de los dioses: un lugar de poder,
esplendor y magia. Sin embargo, por magnífica que fuera Elantris, sus
habitantes lo eran todavía más. Los elantrinos eran divinidades. Y cualquiera
podía convertirse en una divinidad elantrina.
La Shaod, se llamaba.
La Trasformación. Golpeaba al azar, normalmente de noche, durante las misteriosas
horas en que la vida se detenía para descansar. Cuando llegaba, la vida de la
persona afortunada terminaba y recomenzaba; descartada su antigua existencia
mundana, se marchaba a Elantris. A Elantris, donde podía vivir bendita,
gobernar con sabiduría y ser adorada por toda la eternidad.
La eternidad terminó
hace diez años.
Me ocurre una cosa curiosa con
Elantris, y es que cuando lo leí por primera vez no sabía quién era Sanderson
ni qué era el Cosmere y pasé bastantes años en la ignorancia (además de en
sequía lectora). Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido entre lecturas,
recordaba Elantris con cariño, con una sensación de magia y buen sabor de boca
que pocas historias te dejan. Esta relectura no ha hecho más que confirmar ese
regusto dulzón y soñador que se instaló en mi mente. Y es que Elantris no solo
es una ciudad maravillosa, sino una historia muy bien hilada, con unos
personajes magníficos y un trasfondo de lo más trabajado. Pero empecemos por el
principio.
Elantris narra la historia de
una ciudad, una ciudad que en un tiempo fue gloriosa y centro de Arelon y que
tras el Reod (y un terremoto) se transformó en la cárcel de todos aquellos que deberían haber
sido dioses y que sin embargo se han transformado en cadáveres andantes.
Gracias a Raoden, príncipe de Arelon, conoceremos los entresijos de esta ciudad
muerta, de cómo viven sus habitantes, cómo se organizan, por qué perdió su
poder y si hay alguna posibilidad de restaurarlo. Sanderson ha hablado en
ocasiones de la contraposición de esta obra con el tradicional "viaje del héroe". En Elantris no hay viaje, ya no solo físico sino que me atrevería
a decir que tampoco espiritual. Raoden no evoluciona a lo largo del libro. El
viaje es más colectivo. Es el viaje de toda una población, del aprendizaje por
sobrevivir mejor en un ambiente hostil. Es el viaje del saber. "El
conocimiento os hará libres" es una frase que le va que ni pintada. Es un
viaje a través de la esencia humana y, en este sentido, Raoden no es más que el
conductor.
Pero Elantris también es la
historia de Arelon y su actual capital, Kae, la única de las cuatro ciudades
satélite de Elantris que permanece en pie y que desde hace diez años es la sede
de la realeza. Iadon, el rey, instauró un frágil sistema aristocrático que está
a punto de sumir al país de nuevo en el caos. Hrathen, un alto sacerdote derethi,
llega para aprovecharse de la situación y convertir al país a su religión
intentando evitar un derramamiento de sangre. Sarene, princesa teoísa, llega
para casarse con Raoden y unir Arelon y Teod, pero se encuentra que su marido
ha "muerto" inesperadamente. Sus acciones irán dirigidas a frustrar
los planes de Hrathen y cambiar la situación de Arelon, creando un sistema más
fuerte que dé estabilidad al reino y sus habitantes.
Nos encontramos, por tanto, con
tres personajes principales, que serán los que lleven las distintas tramas a lo
largo de la novela, sucediéndose entre sí: Raoden, Sarene y Hrathen. El propio
Sanderson los define así: «Un hombre contemplativo que se rodea de parias en su
empeño por reconstruir la sociedad, una mujer que se niega a dejarse definir
por los papeles que le impone la civilización y un sacerdote inmerso en una
crisis de fe».
Como he dicho antes, Raoden no
sufre una evolución notable durante la historia, al menos en cuanto a su
personalidad y motivaciones se refiere. Sarene tampoco. Eso no quiere decir que
sean personajes menos reales. De hecho, Sarene es quizá uno de los mejores personajes
de la novela, puede ser que por atípico. Sarene es una mujer más alta que la
media, más sagaz, atrevida y perspicaz que el resto de mujeres que aparecen,
enclaustradas en un sistema que las mantiene al margen, las ignora y se empeña
en hacerlas parecer tontas e inútiles. Sarene consigue gracias a su intuición,
su inteligencia y sus habilidades diplomáticas ponerse a la altura de sus
iguales masculinos y que éstos la reconozcan como tal. Aunque eso también
creará un conflicto en ella, ya que ese respeto también parece ser una barrera
para que la vean como una joven deseable. ¿Es un personaje femenino fuerte? Sí,
pero tampoco es una mujer reservada, distante o seria y malhumorada como a
veces encontramos, sino que también es insegura y busca el reconocimiento
personal más allá del político y formal. Eso es lo que la hace un personaje
real, lo que nos hace empatizar con ella.
En ese sentido, Raoden es más
difícil de salvar. Su optimismo en cualquier situación a veces resulta
enervante, sin embargo es su preocupación constante por los demás lo que lo
convierte en humano. Aun así, es un personaje muy blanco y aunque puede
considerarse el gran protagonista de la historia, no es el más sobresaliente.
Hrathen por otro lado es un hombre con unas motivaciones nobles aunque esté en
el lado contrario, pero es un hombre que duda, duda constantemente a pesar de
su fachada lógica, y son estas dudas lo que lo hacen evolucionar a lo largo de
la historia. A pesar de que son dudas muy teológicas, son dudas muy humanas,
que pueden extrapolarse hacia la vocación, por ejemplo, no solo espiritual sino
también laboral.
Además de estos personajes
centrales encontramos un buen cúmulo de secundarios, algunos más perfilados y
definidos que otros, pero muy bien diferenciados, con una voz y personalidad
propias, algo bastante difícil de conseguir y que no obstante Sanderson
consigue con una facilidad pasmosa para ser su primera novela. El dula Galladon
es de mis favoritos, pues creo que da todo el dinamismo que necesita la trama
de Raoden. Es el contrapunto perfecto, pesimista y sincero. También está Dilaf,
un histérico sacerdote derethi que será uno de los responsables de las dudas de
Hrathen. Galladon y Dilaf son secundarios muy potentes que complementan a otros
pero que tienen su propia historia detrás. Hay que destacar también los
miembros de la nobleza arelena: Iadon, Roial, Telrii, Shuden, Eoden, y los
familiares de Sarene: Eventeo, Kiin, Daora, Lukel e incluso su seon Ashe.
Sanderson, además de un gran
constructor de secundarios, es un gran constructor de mundos. En un género
donde las sagas (muchas de ellas interminables) son el pan nuestro de cada día,
el autor construye un universo complejo y coherente en una sola obra. Aunque
tiene previsto escribir más sobre Elantris, esta novela se puede leer
perfectamente de forma independiente. Sanderson nos habla de múltiples cultos y
religiones, entre los que destacan el Shu-Korath y Shu-Dereth, que serán muy
relevantes en la historia. También de distintos reinos, cada uno con sus
particularidades. Pero sobre todo destaca la construcción de la AonDor, la
forma de magia que dio vida a Elantris y que por algún motivo ha dejado de
funcionar. La AonDor y los aones impregnan cada página y Sanderson es capaz de
darle forma a través de una narración fluida y sin excesos.
Y es que la novela mantiene un ritmo
constante durante toda la primera parte mientras nos presenta a los personajes
y vamos conociendo poco a poco los entresijos de Elantris y Kae. Quizá el principio es un poco lento entre presentación de personajes y puesta en situación, pero la estructura
de los capítulos, cada uno llevado por un personaje principal, ayuda a tener
una visión más global de lo que va ocurriendo, y además su longitud empuja a
continuar con la lectura. Sin embargo, a partir de la segunda parte el ritmo
empieza a ir in crescendo hasta el final, donde es muy difícil dejar de leer.
Los capítulos se acortan e incluso se incluyen nuevos puntos de vista. El final
no deja de ser la última pieza de un puzzle que se construye poco a poco y
donde nada se deja al azar.
No voy a comentar mucho acerca
de la edición, en el unboxing se ve que es una preciosidad con tapa dura y
punto de lectura. He de lamentar sin embargo la cantidad de erratas que he
encontrado leyéndola. No son graves y entiendo que proceden de una modificación
de ediciones anteriores para restar voluminosidad al ejemplar sin que deje de
ser legible (el tamaño de letra se agradece). Pero la fórmula de poner las
expresiones de un personaje al final de la intervención de otro me han
resultado un tanto caóticas. Pondré un ejemplo:
Normalmente un diálogo así lo
encontraríamos de esta manera:
La segunda opción me parece más
clara que la primera, aunque obviamente ocupa más espacio. Y es una lástima que
por este cambio algunas acotaciones se hayan perdido, aunque espero que se
corrija para próximas ediciones.
Aun así, no puedo dejar de
recomendar esta novela, una historia que no solo se deja leer, sino también
releer. Siempre he pensado que si disfrutas una relectura es que, o bien no
recordabas nada de la vez anterior, o es que la historia merece la pena. Y
aunque es verdad que tenía los personajes un poco difusos he ido recordando la
historia poco a poco y aun sabiendo lo que iba a pasar me ha absorbido por
completo y me ha hecho leer ansiosa sus últimas páginas como la primera vez.
Aúna muchos aspectos que me encantan: un mundo bien construido (mapas y símbolos
incluidos), un sistema mágico que da mucho juego, personajes cercanos con
motivaciones reales y reflexiones que van más allá del propio contexto en que
se engloba la historia. Sin duda ha sido y seguirá siendo de mis novelas de
fantasía favoritas.
Título: Elantris (Edición X Aniversario. Versión definitiva del autor)
Autor: Brandon Sanderson
Traductor: Rafael Marín Trechera / Manuel de los Reyes
Traductor: Rafael Marín Trechera / Manuel de los Reyes
Editorial: Nova (Ediciones B)
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta y punto de lectura
Año de publicación: 2016
Nº páginas: 796
PD: En esta edición, además, hay un regalito que no estaba en ediciones anteriores: una explicación algo más pormenorizada de la AonDor y un par de páginas de uno de los personajes más misteriosos del Cosmere.
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