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martes, 14 de marzo de 2017

~Reseña~ Rojo y Oro, o el amor fraternal contra el egoísmo divino




El oro de los dioses es una cárcel en la que Orión se ha visto atrapado desde que nació. El rojo de la sangre es lo que Asteria vive cada día desde que le arrebataron su hogar, a ella y a sus hermanas. Ambos son prisioneros y ambos quieren ser libres. Pero ninguno conocerá las consecuencias de sus actos hasta que sea demasiado tarde.

Rojo y oro comienza con una confabulación y una traición, con alianzas no buscadas y verdades ocultas. Mentiras, mentiras por todas partes. Realidades demasiado crueles para cualquiera que no tenga icor dorado en las venas. Una historia que, aun pudiendo ser considerada para un público juvenil-adulto, me parece más madura que las publicadas anteriormente, lo cual es un buen signo de que Iria y Selene van evolucionando.

En esta novela hay dolor, mucho dolor. Egoísmo, circunstancias injustas que harán que los sentimientos estén siempre a flor de piel. Pero también hay amor, un amor que va más allá de lo romántico y establece unos lazos mucho más fuertes y duraderos. Es una historia sobre el sufrimiento, sobre las cosas que pueden rompernos como personas, pero, sobre todo, es una historia sobre el amor incondicional, fraternal, de la amistad y la confianza, de las pequeñas cosas que nos salvan.

Asteria es una amazona arrancada de su pueblo que se ve obligada a luchar como gladiadora en el anfiteatro de Élada para diversión de sus ciudadanos. Sin embargo, cuando se convirtió en la campeona del emperador no quiso que la liberaran, sino que fueran liberando a sus compañeras cada vez que ganara un combate. Toda la historia de Asteria se asienta en el amor que siente hacia su pueblo y sus amigas. Para ella es vital su cultura, que se verá reflejada en el lenguaje (uso del femenino neutro en los plurales, por ejemplo) y en su concepto de familia. Todo lo que hace lo hace por ellas, en un claro ejemplo de sororidad y entrega sin condiciones. Aunque Asteria no evoluciona demasiado a lo largo de la novela, sí que hay diversas escenas en que podemos conocer pequeños aspectos que hacen de ella un personaje más real: sus burlas frente a la seriedad, sus sueños frente a la cruda realidad que le ha tocado vivir, su calma frente a la tempestad que se desarrolla a su alrededor. Asteria muestra una cara según la situación y la gente con la que se encuentre, y ese es uno de los factores que ha hecho que me parezca muy cercana.

Orión, por su parte, es un dios esclavizado desde su nacimiento por los crímenes que cometió su madre. Torturado, aterrorizado, busca una salida sin pensar demasiado en las consecuencias que pueda tener. A pesar de todo lo que ha pasado, es inocente e ingenuo, quizá por su condición benévola como dios de la Vida, pero a mí no me ha terminado de convencer. Me cuesta creer que, con los palos que le ha dado la vida, la falta de amor que ha tenido siempre y sabiendo como sabe del egoísmo divino, no sea más desconfiado. Por suerte, Orión crece a lo largo de la novela (a base de mazazos, claro) y sus objetivos van cambiando conforme se cerciora de la realidad y la separa de sus sueños e ideales.

La inocencia de uno se entrelaza con la desconfianza de la otra para conformar una pareja que funciona muy bien a nivel narrativo. Juntos exploran temas como la justicia, el egoísmo o la culpa, sus límites y sus ironías. La dualidad permite al lector ver cómo los hechos por los que Orión se siente culpable son los que Asteria agradece, y viceversa, transmitiendo así un mensaje muy importante: muchas veces nos machacamos a nosotros mismos mientras que la percepción de los demás es totalmente diferente. Ambos nos enseñan que a pesar del dolor y la pena, cuando creemos que no queda nada por lo que vivir, siempre se pueden encontrar cosas o personas que nos aten a la vida, que nos den esperanzas y nos hagan soñar de nuevo.

El resto de personajes quedan más desdibujados al centrarse los puntos de vista en nuestros protagonistas, por lo que también quedan más polarizados. Lysandra o Ligeia aparecen como personajes blancos, con carácter, tratados con injusticia, mientras que Hera, Hades o Eris son personajes oscuros, cegados por la venganza. El emperador ni siquiera tiene esa excusa, es malo y retorcido per se. Más interesantes me han parecido Atenea, Artemisa o Zeus, que pese a caracterizarse por el típico egoísmo de los dioses también demuestran compasión o cobardía. Entiendo que las historias de Iria y Selene se centran mucho en los personajes principales y sus sentimientos y es normal que los secundarios queden mucho más olvidados, pero en cuanto a los villanos preferiría que fueran más grises. Aun así, han sabido compensarlo haciendo que amigos y enemigos vayan cambiando de bando según convenga, por lo que los villanos son tan variados que la tensión nunca se pierde.

Las autoras juegan con la mitología griega en un mundo de fantasía. Puede que esto escame a algunos puristas o acérrimos del worldbuilding que quizá se pregunten por qué no inventar dioses nuevos (sus nombres), ya que los sucesos que narran son ajenos a los mitos y el lugar donde se asienta la historia (el imperio de Élada) es ficticio. Bueno, y por qué no. Si hay un dios del trueno, una diosa de los matrimonios, una del amor, de la caza, de la sabiduría, un dios de la muerte, de la guerra, del fuego… Quizá coger personalidades que nos son familiares no sea tan malo. Al fin y al cabo, el panteón griego es uno bastante cercano a nuestra cultura, y es una historia de fantasía como puede ser Cenicienta. Si se pueden hacer versiones de cuentos clásicos, ¿por qué no de mitos?



Por otra parte, Iria y Selene no han perdido su capacidad para atrapar al lector entre sus páginas. Con un estilo directo e íntimo nos introducen no solo en las acciones de los personajes sino también en sus mentes, en sus motivaciones. El inicio es fuerte, aunque creo que el esquema de "pruebas 1, 2, 3" hay que utilizarlo con cuidado. Quizá el ritmo baja a mitad de novela, donde la acción se deja un poco de lado para centrarse más en los sentimientos de los personajes, en su necesidad de olvidar el sufrimiento y encontrar el cariño que les ha sido arrebatado. Me han gustado mucho las descripciones de los gestos, en este caso tan importantes, porque son sencillas y al mismo tiempo muy visuales. Pero incluso así, en un estadio tan íntimo, saben sacarle partido para hablar de otros temas más secundarios en la novela pero igualmente relevantes como son la libertad sexual. Eso sí, creo que el libro ya respira feminismo gracias a Asteria y su cultura; me ha parecido un tanto innecesario introducir algún pequeño discurso con la excusa de las historias de Ligeia. No por incorrecto, sino porque creo que el tema ya se trata de una manera más sutil y suelo ser más partidaria de ello; lo prefiero así en lugar de escuchar claramente la voz de las autoras en la novela.

En cualquier caso, lo he devorado y el final me ha encantado. Quizá no sea el más justo, pero sí el más lógico y, dentro de esa lógica, el más feliz. Adoro los finales con ese deje agridulce. Me ha gustado especialmente esa reflexión sobre el egoísmo, sobre hasta qué punto cuando hacemos algo por alguien no lo hacemos en realidad por nosotros mismos. Creo que Rojo y oro es una historia más madura con temas más sutiles pero universales y profundos, aptos para cualquier lector y de cualquier edad. Además me parece una gran forma de acercar la mitología al público juvenil y a que se interesen por algunos mitos que se mencionan por encima, como el de Eurídice, Perséfone o Casiopea. Tampoco puedo dejar de nombrar las ilustraciones de Mar del Valle, preciosas y en momentos clave, que colaboran en crear ese aura mágica, dorada y carmesí, que despide la novela en cada página.


Título: Rojo y oro
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
Ilustraciones: Mar del Valle
Editorial: Alfaguara (PRH)
Encuadernación: Tapa blanda
Año de publicación: 2017
Nº páginas: 448
Precio: 16,95€ (7,99€ ebook)





Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.

6 comentarios:

  1. Aquí una mitologinazi y obsesionada con el worldbuilding (y pagana).... Creo que la respuesta a por qué no trastocar los dioses podria ser algo larga. Dejemosla en que los Dioses no son solo personajes, son arquetipos con un peso importante, y mantenerlos es una simple cuestión de respeto. Se puede innovar, si, si nos atenemos al arquetipo... Si no, estamos creando un personaje nuevo con un nombre robado.

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    1. Creo que en sí la personalidad de los dioses no se ve altamente alterada... Es decir, Zeus no es noble ni Hera una sumisa. Sin ser una experta en el tema diría que reflejan bastante bien la esencia mitológica de cada uno. La versión es de los mitos, no de los personajes.

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  2. Voy a tener que leerlo, entonces. *Las pobres autoras acaban de sentir un escalofrío*

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    1. Ahora es cuando descubres que no tengo mucha idea de mitología XD

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  3. No las tenía todas conmigo con este libro pero después de tu reseña. Vaya tengo muchas ganas de leerlo. La verdad es que a mi el tema de amazonas me llama muchísimo la atención. El de dioses griegos y latinos también, por supuesto. Así que todo junto debe ser bastante interesante de ver.
    A ver si lo leo pronto.
    Un saludo

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    1. Hay gente a la que no le he recomendado otros libros de las autoras porque no los veía de su estilo y este sin embargo sí. Te recomiendo que leas los primeros capítulos que hay disponibles en la web de la editorial, a mí me molaron mucho y me dejaron con ganas de seguir. Si lo acabas leyendo espero que te guste. Un saludo :)

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