Invierno, verano, otoño e invierno. La muerte es la quinta, y
la que las controla a todas.
Este proverbio de las Árticas es de los que te dejan los
pelos de punta. Pero es que La quinta
estación es uno de esos libros que se te meten bajo la piel, de los que se
quedan contigo cuando las páginas han desaparecido de la vista, de los que
hablan al alma y no solo a la mente.
Así empieza la trilogía de la Tierra Fragmentada, con toda
una declaración de intenciones. Continúa con un acercamiento, como un cuento,
una presentación del universo en el que vamos a sumergirnos; el narrador es
cercano, habla con el lector, es sarcástico, y con ese tono tan particular nos
presenta personajes y situaciones que harán que la novela comience con un ritmo
espectacular. Jemisin entrelaza construcción de mundo, acción y sentimientos y
nos deja preparados para enfrentarnos con una Quinta Estación que al parecer
durará siglos.
«Empecemos por el fin del mundo. ¿Por qué no?»
Empecemos por la Quietud. «Es un mundo que se mueve mucho.
Es como un anciano inquieto que yace en cama: jadea y suspira, hace pucheros y
se tira pedos, bosteza y engulle. Como era de esperar, los habitantes de este
mundo lo han llamado la Quietud, una tierra de tranquilidad y fina ironía.» Un
continente colosal (podéis comprobarlo con la escala del mapa) con una
actividad sísmica constante, donde la vida en las islas es casi inexistente por
el peligro inminente de tsunamis, en el que las comus apenas consiguen
sobrevivir a las quintas estaciones que tienen lugar cada pocos cientos de
años. Todo está enmarcado en un halo de leyenda, en la furia del Padre Tierra y
unos sucesos tan antiguos que el mundo los ha olvidado. Solo importa
sobrevivir. Por ello es importante controlar a los orogenes, aquellos que
tienen un vínculo con la tierra, el movimiento y el calor. Se cree que son los
responsables del maltrato al que el Padre Tierra los somete, y durante la
historia comprobaremos cuánto de razón hay en ello.
La orogenia (la magia), la religión, la historia, las diferentes
ciencias (geomestría, biomestría, geniería): todo tiene relación entre sí, una
relación que Jemisin se encarga de mostrarnos poco a poco, dejando que la
imaginación del lector juegue un papel esencial. Sin embargo, se deja entrever
que el nexo tiene una potencia que va más allá de esta novela y hace que la
historia tenga unos cimientos firmes. Sobre ellos se apoyan las tres historias que se
entrelazarán a lo largo del libro. Damaya, Siena, Essun. Tres mujeres, tres
lugares, tres maneras de ser. Con ellas no solo viajaremos por la Quietud, sino
que también aprenderemos qué significa el amor, la madurez, el cansancio, la
libertad, la felicidad. Porque lo esencial en La quinta estación no es (solo) lo que se cuenta, sino lo que
subyace bajo la narración.
La autora, ya desde la dedicatoria, nos anima a convertirnos
en orogenes e introducirnos bajo las letras, a escarbar en las raíces del ser
humano para encontrar un mensaje más que necesario hoy en día. Un mensaje sobre
el miedo a lo que no comprendemos, sobre lo que significa ser diferente, sobre
la doble moral y el juego entre protector y maltratador. En la Quietud hay
diversidad: diferentes etnias, culturas, idiomas, castas, orientaciones
sexuales o identidades de género. Pero tras los orogenes, el control que se
ejerce sobre ellos, la parcialidad de las materias en que los instruyen, tras
todo el sistema que los oprime hay una crítica clara a la opresión real que
sufren numerosos grupos en nuestra realidad. Y la manera en que Jemisin lo expone,
tras capas de magia, fantasía, medias verdades o testimonios sesgados, es un
verdadero regalo para el lector.
La novela está cargada de símbolos y analogías. Va directa al
corazón. De eso se encarga Essun, cuya historia está contada en segunda persona.
«Eres ella. Ella eres tú. Te llamas Essun, ¿recuerdas? La mujer que perdió a su
hijo.» Un ejercicio difícil, con una gran traducción, que te atrapa por
completo. Y cuando pasamos a Damaya y Siena, ya no podemos escapar. Son
personajes carismáticos, complejos, con una personalidad fuerte que también
cuenta con sus aspectos negativos. Pero no podría dejar de mencionar a
Alabastro: enigmático, poderoso y frágil (por favor, necesito abrazar fuerte a
este hombre).
Lo cierto es que continuamente nos encontramos juegos entre
la apariencia y la realidad. Quizá el más importante, como he mencionado
anteriormente, sea el de «protección-maltrato». La autora juega con las
palabras y los gestos para mantenernos en tensión. Para ello la figura de los
Guardianes es esencial. El nombre tiene unas connotaciones que chocan con su
labor. Son entidades que el lector no llega a comprender del todo porque la
narración no se ha centrado en ellos. Son los que velan por la seguridad del
mundo, y sin embargo, entre otras cosas, gracias a esa falta de información que
poseemos, para mí han sido los más terroríficos.
Sin duda he disfrutado mucho con esta novela, es de las que
te van dejando pistas para que vayamos uniendo los puntos, de las que dejan que
construyamos teorías (y que tengamos que esperar un tiempecillo para saber si
estábamos o no en lo cierto). Empieza con un ritmo apabullante, mientras vamos
conociendo cómo funciona la Quietud nos van llegando patadas al estómago desde
todos los frentes (y no solo porque hayan situaciones violentas, sino por su
significado). Quizá el ritmo desciende un poco a partir de la primera mitad, pero
para entonces ya nos tiene encadenados a la piedra y es difícil soltarlo
hasta llegar al final (un final que hará rogar por la segunda parte, ya os lo
advierto).
Podría pasarme horas hablando de esta novela. Del worldbuilding, del sistema de magia, de
inclusión, del narrador, de lo que cuenta, de lo que no cuenta, de lo que puede
pasar en un futuro o de lo que pudo haber ocurrido en el pasado. Pero solo os
puedo decir que la leáis. Si os gusta la fantasía, si os gustan las historias
que van más allá del entretenimiento, si no tenéis miedo de las trilogías y los
libros no autoconclusivos, dadle una oportunidad. Para mí La quinta estación ha sido de lo mejor que he leído en los últimos
años, y sé que es de esas historias que merece la pena releer más tarde. Y
también es de esas novelas que la ficción necesita para seguir avanzando como
sociedad.
Título: La Quinta Estación (Trilogía de la Tierra Fragmentada I)
Autora: Nora K. Jemisin
Traductor: David Tejera Expósito
Editorial: Nova (Ediciones B)
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Año de publicación: 2017
Nº páginas: 448
Precio: 20,00€ / 7,99€ (ebook)
Gracias a Nova por el ejemplar
HYPE.
ResponderEliminarMe ha encantado la reseña <3.
ResponderEliminarTeam Alabaster FOREVER xDDDD
Madre mía Isa en The Obelisk Gate. MADRE MIA.
EliminarDe verdad que no entiendo premios ni tan buenas críticas, acabo de acabar el libro, y podría decir muchas cosas, pero resumiendo en una palabra; es un auténtico coñazo.
ResponderEliminarQué le vamos a hacer, no se puede gustar a todo el mundo.
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