Cuentos del mañana para ayer, de Begoña Pérez Ruiz
Hace algún tiempo comenté en twitter que se puede aprender a
escribir, pero no a transmitir emociones. Que, si un escritor está vacío, sus
obras lo estarán igualmente. Begoña Pérez Ruiz demuestra con cada uno de los
relatos que componen Cuentos del mañana
para ayer que está llena de sentimientos, ideas e imaginación. 11 historias
con universos diferentes, mundos diversos y acercamientos al terror cósmico.
Algunas divertidas, otras reflexivas, pero todas demuestran lo que Pal dice en
el prólogo: no hay duda de la pasión que le ha puesto su autora a cada una de
ellas.
Creo que la autora gana en los relatos más largos, donde más
se puede explayar con los personajes y sus motivaciones. Eso se nota sobre todo
en historias como Los interventores o
Único, quizá también porque son
fragmentos de universos mucho más explorados y trabajados. Con El flautista, por ejemplo, aunque me
atrae mucho el acercamiento al cuento clásico, creo que le ha faltado algo de
longitud para desarrollarse como merecía. 29
de febrero me ha gustado por su sencillez: para alguien que nunca ha leído
nada lovecraftiano, es una buena manera de empezar, tiene su punto inquietante
aunque entra dentro de lo previsible. El
peor restaurantes del universo y Los
poderosos, aunque más breves, tienen una parte de crítica social que me
encanta. El resto son microcuentos de poco más de una página que aluden más a
una anécdota o un pensamiento.
Aunque le falta una revisión a la puntuación de los diálogos
y un poco de pulido, me fascina el extenso vocabulario que utiliza Begoña y
cómo lo utiliza. Se nota que es una persona que ha leído mucho y que le encanta
hacerlo, que ama imaginar y escribir, y toda esa experiencia está impregnada en
estos relatos.
La belleza del Uróboros, de Javier Castañeda de la Torre
Esta es una novela corta difícil de reseñar. De hecho, fue
una pena que no pudiera participar en el chat de los Diseccionadores de
novelas, porque habría sido muy ilustrativo. Esta es una historia que habla de
paradojas, del pasado que se entremezcla en el futuro y viceversa, de mensajes
confusos y la inevitabilidad del destino. También es una obra que habla de
obsesiones y la destrucción de la familia. Y, sin duda, es una novela que habla
de grados de realidad y ficción, que se superponen y se entretejen hasta que no
sabemos distinguirlos.
La belleza del
Uróboros es exigente con el lector, tiene varias capas que deben ser
tenidas en cuenta y ya no es que requiera, es que exige una relectura como
parte de la propia historia (y del Uróboros).
Aunque tiene un estilo sencillo y directo, el contenido es
denso. Todo comienza cuando Eloy recibe un misterioso telegrama que le recuerda
un pasado que siempre ha querido olvidar: por qué su padre asesinó a un grupo
de estudiantes muchos años atrás. El miedo a que la historia se repita lo
empujará a buscar soluciones hasta salir de la realidad que envuelve a su
familia. El estudio de las paradojas lo absorberá y pondrá nuestro mundo del
revés, si es que conseguimos hallar cuál era el derecho.
La clave está en desentrañar esas capas superpuestas, la
ficción, la metaficción, la realidad y darle un sentido a todo. La respuesta
para salir del bucle puede estar dentro de la propia novela, o quizá no. Es
cierto que hay escenas que pasan muy rápido, que la escena de sexo no es muy
convincente o que no me terminé de creer que alguien pueda pasar dos meses
leyendo un libro con sobrecubierta sin quitarla (yo soy incapaz), pero no es
eso lo importante. Lo es entender la filosofía que se esconde tras las páginas
de esta obra.
Me resulta muy interesante haber encontrado algo que
certificaría que no podría haber escrito nadie más que Javier Castañeda, que
solo él tiene las respuestas a las paradojas que se plantean. O quizá no.
Despertares, de Felicidad Martínez
Qué delicia es darle a la mente una tacita de Felicidad
Martínez de vez en cuando. Por su estilo cuidado, la naturalidad de los
diálogos y la fluidez de la narración, incluso cuando nos encontramos con
conceptos que no acabamos de entender. Martínez recrea una sociedad donde la
ciencia se trata de forma religiosa, hasta el punto en que, dependiendo del
enfoque con que se trate un tema determinado, el filósofo de turno (lo que
vendría siendo un sacerdote) puede llegar a dar dos mensajes completamente
contrarios. Es esa ironía evidente junto al resto de elementos científico-fantásticos
(por llamarlos de alguna manera) que se incluyen lo que más fascina de la
historia.
Sin dejar de lado a Colline o Rampante, dos personajes que
se desarrollan en tramas muy dispares. La primera es una niña que por algún
motivo rompe las leyes de la lógica, mientras el segundo es un ser pensante del
que desconocemos no sólo su especie sino su papel en la historia. La autora va
desarrollando poco a poco los misterios que los envuelven a ambos, generando un
punto de unión de lo más interesante.
Sería injusto comparar esta novela corta con alguna de las
de La mirada extraña, pues estamos en
un escenario y con unas intenciones completamente diferentes. Pero es, sin
duda, una historia muy recomendable y, si a alguien le da miedo comenzar con la
antología ganadora del Ignotus 2017, una muy buena opción para acercarse a la
obra de Felicidad Martínez.
Pensé que te había comentado esta entrada, menos mal que reviso el feed (aunque cada vez menos, no time).
ResponderEliminarEl libro de Begoña tiene un par de historias que me encantarón. Tanto la de los Único y Los interventores son muy buenas. Me diverti mucho con El peor restaurantes del universo y su halo crítico.
Tengo el de Javier en pendientes. Es de los de próxima compra en Cerbero. Y es que como sabes, la metaficción me pirra. Y parecido con Despertares. Tengo la novelita corta en el kindle a la espera para leer a Felicidad por primera vez.
Un abrazo :)
Pues son muy ágiles de leer, seguro que te gustan :) Yo el feed lo llevo fatal, de vez en cuando me da el venazo y me reviso un blog entero y comento xD
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