Tú, que eres fans de Juego de Tronos. Tú, que adoras The Expanse. Tú, que piensas que con Franco se vivía mejor. Tú, que crees que regresar a las cavernas es la única manera de preservar el planeta y el «orden natural de las cosas». Tú, que estás harta de ser menospreciada por la sociedad y buscas un lugar donde ser libre. Esos sitios existen. Están en Newropía, una suerte de microestados en una especie de Europa gamificada donde hay una utopía hecha a tu medida. Y, si no, te la fabricas.
Ese es el punto de partida de la nueva novela de Sofía Rhei,
una entretenida aventura de ciencia ficción con espías y crítica social que no
es para nada lo que esperas con esta premisa. Así pues, si prefieres
sorprenderte tanto como yo con este libro, mi consejo es que empieces a leerlo
ya y vuelvas luego a compartir tus impresiones.
Todo empieza en el hogar de Elliot, un muchacho de dieciséis
años que se ve arrastrado hacia un futuro con el que solo podía soñar pero que
resulta ser más real que el barrio donde vive. Su misión: descubrir quién es el
chico que planea construir un nuevo parque de atracciones en Newropía y
adquirir los diseños. De ello depende que el partido capitalista que se alterna
en el poder de la nueva Europa, el partido Simpático, no adquiera aún más
poder, desestabilizando el precario equilibrio que sostiene el continente.
La Floresta. Fotografía de Sebastian Unrau en Unsplash |
Para llevar a cabo esta misión, el partido Parasimpático
contará no solo con Elliot, sino también con Verbena, una bruja que vive en la
Floresta. La naturaleza la provee de todo lo que necesita y su magia consiste
en controlar su cuerpo, su mente y la de los demás mediante la sugestión. Su
mundo y el de Elliot son bastante contrarios, pero tendrán que trabajar juntos
para evitar un mal mayor.
Y hasta aquí puedo leer. Aunque la novela tarda en llegar a
este punto, es la información esencial para que nos interesemos de verdad por
la historia y queramos seguir descubriendo este mundo. No es que el inicio sea
aburrido, pero sí confuso: no sabemos muy bien a dónde está queriendo llegar,
todavía no sabemos cómo funciona Newropía ni qué agentes hay implicados y peca
un poco de exceso de referencias a los años 80. La mayoría son reconocibles, pero
yo, que nací una década después, me sentí un poco fuera de lugar. Sin embargo,
es un efecto pasajero. Cuando Elliot y Verbena suben a una especie de hotel
rodante y entramos de lleno en la misión, la cosa se pone interesante.
Una vez allí, Rhei nos presenta un elenco bien variado de
personajes: un grupo de muchachos que fingen ser la misma persona (entre los
que nuestros protagonistas tendrán que identificar al verdadero diseñador de
parques de atracciones) y un grupo de chicas de compañía con intereses muy
diversos, entre los que se encuentra sobrevivir en un mundo hipercapitalizado
que sigue esgrimiendo el heteropatriarcado como su mejor arma.
«La gran herramienta de la creación de deseos ha sido la división por géneros y el amor romántico asociado a ellos. Dividir a las personas en dos grupos homogéneos artificiales simplifica muchísimo la tarea de los implantadores de deseos. Cuanto más claras estén las características de estos géneros, cuanto más definido sea el bloque en el que están configuradas, más fácil es pulsar las teclas del miedo a dejar de pertenecer al grupo».
Y he aquí el sentido principial de Newropía, el eje que
vertebra la obra: una crítica sagaz, ácida y salvaje al capitalismo, a la
ficción publicitaria, a la manipulación de las masas, a la prostitución. Como
decía Joe Abercrombie en Un
poco de odio, «elegir entre ser puta y pasar hambre no era una elección
en absoluto». Rhei muestra con claridad esta situación en varias mujeres muy
diferentes y con motivaciones muy diversas. Con pocas conversaciones dibuja un
elenco variado que muestra a mujeres sometidas por el sistema, pero en ningún
caso sumisas. No solo las brujas son las heroínas.
De hecho, la autora se gira también hacia el mundo de
Verbena, un estandarte ecofeminista que impregna toda la novela pero que
también tiene sus puntos negativos. ¿Cuántas cosas le han ocultado a Verbena
para que su comunidad funcione? El viaje también la cambiará y señalará algo
importantísimo en el activismo: tenemos que replantearnos también lo que hacemos,
cómo lo hacemos y por qué lo hacemos.
Todos estos temas y reflexiones aparecerán de forma continua
en Newropía mientras se desarrolla la
acción. Eso es algo que Rhei hace muy bien: integrar los temas que le interesan
en los diálogos, con personajes contrapuestos, mientras la intriga y el juego
de espías nos atrapan. El ritmo es ágil, hasta el punto de que he echado en
falta en ocasiones algo más de introspección en los personajes. Quizá es por el
tono del narrador, pero, aunque algunos me han resultado muy carismáticos y
memorables, en general había como un distanciamiento que me dejaba un poco
fría.
Decoración funcional en la habitación de Elliot. Fotografía de Wesley Tingey en Unsplash |
Otro aspecto esencial de Newropía
es la personalidad que tiene. Si habéis leído con anterioridad a Sofía Rhei lo
sabréis, y si no, os lo cuento: esta novela solo la podría haber escrito ella.
Porque esta loca utopía distópica está plagada de humor, como sucedía en Róndola, y de especulación lingüística,
como en varios de sus relatos. Las brujas de la Floresta hablan una variedad
del lenguaje que ha prescindido de todas las palabras con género gramatical
masculino, algo que no ha debido de ser nada fácil de plasmar en la novela. Al
contrario de lo que pueda parecer, le da un aire extraño, como antiguo, pero en
ningún momento malsonante. No se limita a cambiar las oes por aes, sino que
busca sinonimias o incluso reformulaciones, y es muy interesante ver el efecto
que tiene.
Cuando lees Newropía
tienes la sensación de que la autora ha hecho sencillo algo tremendamente
difícil: incluir estos temas, clásicos pero actualizados, utilizando el humor
en una obra de poco más de trescientas páginas sin que decaiga la acción. A mí
me resulta toda una proeza. También deja patente algo por lo que todavía
tenemos que luchar: que una novela donde prima el entretenimiento puede ser
también profunda y que te haga plantearte cuestiones sin que apenas te des
cuenta. Y esa es una magia que no muchos pueden conseguir.
Si queréis saber más, podéis ver la presentación de lanovela en la Hispacon2020, donde la propia Sofía comenta cómo se gestó esta
novela, o esta otra reseña de Consuelo Abellán.
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