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martes, 26 de enero de 2016

~Reseña~ La Bella Durmiente, o el deleite de volver a ser un niño


No he podido esperar más a leérmelo. Es mi cuento favorito y la edición es una maravilla. Y aunque me gusta más la versión Disney (y no por la falta de sangre, sino por Maléfica, que es la puta ama de la villanía), hay un algo especial en leer los cuentos narrados de esta manera.

No, no es la versión de Perrault, de hecho toda la parte sangrienta se la come, sino una adaptación de principios de siglo XX hecha por Charles Evans e ilustrada por Arthur Rackham. Y sabe a chimenea, mantas y niños. No para comérselos, aunque creo que en la versión de Perrault algo de eso pasaba, sino para sentarse con ellos junto al fuego a leerles la historia.


Al igual que los mesteres de juglaría, la forma en que está narrado invita a ser leído en voz alta, a entonar y con ello asombrar a los pequeños oyentes que anden atentos. No hay que buscar una prosa magnífica ni una historia absorbente. No hay resúmenes, si hay que nombrar todo lo que había en las mesas del gran salón, se nombra, con la clara intención de maravillar a los niños con la gran cantidad de cosas que había para comer (y más a principios de siglo XX, imaginaos el percal…).

De hecho, el prólogo que acompaña al relato habla de otras versiones anteriores, de la búsqueda del original por así decirlo, y de los significados que entraña la historia. Hay que tener en cuenta que esta clase de historias solían ir acompañadas de una moraleja y también, en este caso, de una exaltación a la corona y la realeza (la adaptación en este caso es de un inglés), así que tiene cierto aliciente buscar esos significados ocultos que entrañan los cuentos infantiles. De la Bella Durmiente, por ejemplo, se habla de que esos cien años de sueño corresponden a la espera prudente que se debe tener para la iniciación sexual, o también que el hecho de pincharse el dedo se corresponde con ese paso a la adultez y el despertar sexual de la princesa. En un artículo que he leído me ha llamado la atención el libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim respecto a este tema, puede ser bastante curioso.


En cuanto a las ilustraciones en sí, son más bien sombras chinescas, siluetas que acompañan prácticamente cada página, algunas con más detalle que otras. Desde luego las mejores son las que están a doble página, con algunos toques de color (azul y dorado), o las de las habitaciones del castillo donde cada personaje está haciendo algo distinto. Y también la imagen que hay nada más empezar el libro, que sí que es una ilustración propiamente dicha más que una silueta.

La edición está cuidadísima y ¡me encanta el papel! (creo que es por deformación profesional, pero el papel gordito no satinado me vuelve loca). El libro es sin duda toda una pieza de colección así que si conocéis a alguien que le guste este tipo de cosas, seguro que le encanta.

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