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miércoles, 27 de septiembre de 2017

~Reseña~ El aliento de los dioses, o el autoconocimiento que da vivir


Sin duda, El aliento de los dioses (o Warbreaker en el original), es la novela del Cosmere (sin contar Arena Blanca, que ha acabado publicándose como novela gráfica) más escondida. Autoconclusiva y alejada de Nacidos de la Bruma o El Archivo de las Tormentas, tanto por la forma como por la extensión, la ubicación o la epicidad que presenta, quizá se asemeja más a Elantris,. Sin embargo, son muy diferentes entre sí.

Es una historia de la que he oído opiniones bastante dispares, aunque en general positivas. La más extendida: es la peor de las novelas del Cosmere. Lo cual no implica necesariamente que sea mala. No obstante, me parece una afirmación bastante matizable, dado que en conjunto me han gustado mucho más las historias cortas de Sanderson que he leído que las largas (y de estas solo he leído la presente, Elantris y El camino de los reyes).

¿Es realmente El aliento de los dioses la peor novela del Cosmere? Creo que aun sin haber leído Nacidos de la bruma puedo decir que me parece una afirmación bastante injusta. Las comparaciones son odiosas, pero si miramos a Elantris, que quizá sea la más parecida, tiene pocas cosas que envidiarle.

La novela gira alrededor de cuatro personajes: Siri, Vivenna, Vasher y Sondeluz.

Siri y Vivenna son hermanas, hijas del rey de Idris. Vivenna es la hermana mayor y ha sido criada y educada desde que tuvo uso de razón para ser la esposa del rey-dios de Hallandren. Siri es la menor, rebelde e indisciplinada. Y es la que su padre decide enviar como reina de Hallandren, obviando sus escasos modales y la preparación de su hija mayor. Vivenna, desprovista de su destino, decide ir en secreto a ayudar a su hermana y liberarla de las garras del rey-dios.

Vasher es un espadachín misterioso que sabe controlar la magia de los alientos (biocromática), pero que no sabemos muy bien qué papel cumple en la historia hasta bien avanzada la trama. Sondeluz, por el contrario, prefiere no cumplir ningún papel aun siendo uno de los dioses Retornados. No le gusta la política, ni siquiera cree que sea un verdadero dios, pero se verá obligado a tomar partido, a favor o en contra de la guerra que se cierne sobre todos como una tormenta.

Si bien en Elantris nos encontrábamos ante personajes más bien planos o que apenas evolucionaban a lo largo de la historia, en El aliento de los dioses sucede todo lo contrario. Exceptuando a Vasher, el resto de protagonistas se ven obligados a cambiar y reencontrarse para poder avanzar. La mayoría de cambios no suceden por impulsos, sino porque la situación lo requiere de ellos. Se ven arrastrados a responder de formas que ninguno de ellos pensaba antes por necesidad, pero esa trasformación no está exenta de su propia voluntad. Al fin y al cabo, Vivenna, la hermana perfecta, obediente e inteligente, podría haberse quedado en Idris y dejar a su hermana a su suerte, como era el deseo de su padre. De esa forma, Sanderson expresa que siempre hay otras opciones, pero está en nuestra mano escoger hacia cuál nos dirigimos. Y todas las reflexiones que surgen debido a ese abanico de posibilidades son las que hacen que nos conozcamos mejor a nosotros mismos.

Podría decirse que es una novela de autoconocimiento, sobre todo si nos centramos en Vivenna y Sondeluz. Vivenna es una princesa que sigue con rectitud lo que ha aprendido durante toda su vida, sobre todo en lo que se refiere a moral. Pronto nos queda claro que toda esa teoría le hubiera servido de más bien poco como reina de Hallandren: no habría durado ni una semana. Es un personaje que se hace repelente porque cree saberlo todo incluso cuando su manera de dejarse llevar muestra que, en realidad, no sabe nada. Por eso mismo es de los que más golpes reciben y da lugar a algunas de las reflexiones más relevantes de la novela. Sondeluz, por otro lado, tiene un humor peculiar, encargado de ridiculizarse a sí mismo, pero con ello también al resto del panteón de dioses Retornados. Rehúye de sus responsabilidades, se replantea continuamente su lugar y el estado de sus compañeros en la Corte. ¿De qué sirve un dios que no puede ayudar a su pueblo? ¿Qué quieren decir sus sueños? ¿Puede predecir el futuro de verdad?


Estos dos personajes recogen lo que es el tema central de este libro: la religión. En todas las novelas de Sanderson que he leído, la religión juega un papel muy importante en la construcción del mundo y de la trama. Sin embargo, nunca se había metido tan de lleno en cuestionar unas y otras creencias y la forma en que convivimos con ellas. En un principio, dados los puntos de vista más frecuentes, da la sensación de que la religión idriana (la de Siri o Vivenna) es la «buena», y la de los dioses Retornados la «mala». De hecho, se la trata como pagana, se la relaciona con la opulencia y el egoísmo (¿no están adorando a caso a personas?) y con la herejía, pues en Hallandren es habitual comerciar con alientos (cada persona tiene un aliento que no se puede robar pero sí ceder, y la suma de los alientos que contenga una persona le otorga una serie de habilidades). Por si fuera poco, los Retornados sobreviven a razón de un aliento por semana. Para Vivenna es especialmente difícil soportar todo eso sin emitir juicios de valor. Pero juzgar va en contra de sus propias creencias, puesto que la hace posicionarse por encima de los demás. Eso le crea una disputa moral interna que me ha encantado y me parece una de los mensajes más notables de la novela, porque es muy fácil extrapolarlo al mundo real. Los que se creen poseedores de la verdad (ya sean creyentes o no) suelen tener esta actitud. Sanderson muestra que la inflexibilidad y la soberbia lo único que consiguen es generar odio, pero no soluciones, en cualquiera de los sentidos. Un discurso muy apropiado para los tiempos que corren.

Toda esta reflexión se puede dar gracias a la inclusión de un elenco bastante amplio de personajes secundarios, donde para mí Sanderson siempre ha demostrado mejor su manejo de la narrativa. Denth y Tonk Fah, un par de mercenarios con un humor muy particular; Susebron, el Rey-Dios, alrededor del que gira uno de los mayores misterios de la historia; Encendedora, una diosa que trata de buscar aliados para sus planes políticos; Llarimar, el paciente sacerdote de Sondeluz que lo acompaña a todas partes y que ayudará a conformar una de las mejores parejas. Sanderson desarrolla estos personajes de una forma menos extensa pero sin los cuales la novela estaría vacía. En contra de las novelas heroicas donde el héroe se lleva todo el protagonismo y el resto queda en penumbras, el autor sabe hacerlos destacar en el momento indicado para que sean algo más que ruido de fondo.

Un asunto menor que me gustaría destacar, y que quizá no debería extrañarme mucho dado el acercamiento tan blanco que tiene Sanderson hacia la fantasía, es el tratamiento de la violencia sexual. En un entorno dominado por la fantasía sucia y oscura, el grimdark y escenarios con mucha violencia, el autor demuestra que no es necesario acudir a escenas gratuitas de violaciones sin eliminar escenas de lucha, sangre o muerte. Los que han leído Elantris, El camino de los reyes o El alma del Emperador recordarán que tampoco es que se den unas condiciones propicias para tales actos, pero me ha parecido que en esta novela el autor las coloca intencionadamente para luego esquivarlas. No voy a entrar mucho en materia para no spoilear, pero hay un momento en que un personaje vive como mendigo durante una temporada. Sufre robos y el riesgo de sufrir una paliza siempre está en el aire, pero nunca sobrevuela el miedo a una violación. Precisamente esta falta de riesgo fue lo que hizo que me impactara más el momento en que alguien pregunta «¿Me has violado?», porque me parecía totalmente fuera de lugar. Y esa también es en cierta manera la reacción del interpelado. Me parece triste que haya que señalar estas situaciones, pero dado que algunos lectores han tratado la obra de Sanderson de infantil, he de decir en este punto que me parece mucho más adulto destilar la violencia sexual innecesaria de una obra madura que introducirla solo para hacerla más oscura.


Otro de los aspectos significativos de El aliento de los dioses es la magia biocromática. El autor es famoso por sus leyes de la magia, creando sistemas que se acercan muchas veces más a lo científico. Sin embargo, el tratamiento que tiene en sus libros difiere mucho de una historia a otra. En Elantris la magia de los aones se conoce y al lector se le desvela poco a poco conforme el protagonista va entendiendo su funcionamiento. En El Archivo de las Tormentas, a pesar de la longitud de cada volumen, durante el primero apenas somos capaces de conocer cómo funciona el sistema de magia. Es algo perdido, de tiempos remotos, que se está estudiando de nuevo. Hay pistas, muchas, pero no se termina de definir en ningún momento. En esta novela ocurre todo lo contrario. Sanderson nos mete de lleno en un sistema muy complejo, del que no se conoce todo su alcance y con una terminología a la que no estamos acostumbrados en absoluto. Cómo funcionan los alientos, las Elevaciones, el despertar… algunas cosas las iremos descubriendo, pero la sensación general al terminar es de tener solo una idea básica.

Creo que esta esa la razón principal por la que no recomendaría acercarse a Sanderson por primera vez con esta novela: no solo la exposición del sistema mágico es bastante dura desde el primer capítulo, sino también caótica, y gran parte de la historia también lo es. El personaje que tiene una trama más lineal es Siri, pero el resto va de un lado al otro, a veces dando vueltas y da la sensación de que se intentan abrir muchas posibilidades para despistar y conseguir un golpe de efecto en el momento oportuno. Eso, a mi modo de verlo, más que reforzar ese giro de guión, lo aplaca, porque acabas no fiándote de nadie y esperándotelo todo. Además, produce algo que parece ser bastante típico en la obra del autor: un inicio más bien lento, donde se plasma la situación con sosiego y se muestran las reglas del mundo (economía, sociedad, religión, política) con tranquilidad; un desarrollo donde se exponen múltiples incógnitas que dejan al lector atrapado e incapaz de soltar la historia; y un final más bien apresurado, donde se resuelve todo es un espacio corto en comparación con el principio. Aunque no deja la sensación de quedarse a medias, en este caso sí he echado de menos algo más de serenidad a la hora de clausurar cada uno de los hilos.

En resumen, El aliento de los dioses me ha parecido una obra más compleja, tanto por temáticas como por desarrollo, y más madura que, por ejemplo, Elantris, aunque creo que debido a esa complejidad y al deje caótico que tiene la narración no resulta tan «mágica», por decirlo de alguna manera. Pero no creo que por ello sea una obra peor, sino diferente, y que para mí muestra de forma clara la evolución del autor a lo largo de los años. Tiene algunos rasgos mejores y otros mejorables (como la irrupción de Hoid, el personaje común de todas las novelas cosmerianas, que en este caso me ha parecido bastante forzada), pero en general me ha sorprendido muy gratamente. Aun siendo autoconclusivo, agradezco de veras que haya una continuación, porque hay muchas cosas de Nalthis y la magia biocromática que desconocemos, y el final es lo suficiente cerrado como para dejar al lector satisfecho y lo suficiente abierto como para que haya un hilo por el que continuar hacia la siguiente parada. Si bien Sanderson no tiene un estilo brillante y aún le queda mucho por pulir, a mí me demuestra con cada novela que leo por qué es uno de mis autores favoritos, y con este libro no ha sido menos.


Título: El aliento de los dioses
Autor: Brandon Sanderson
Traductor: Rafael Marín Trechera
Editorial: Nova (Ediciones B)
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
Año de publicación: 2016
Nº páginas: 720
Precio: 25,00€ / 5,49€ (ebook)





Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.

2 comentarios:

  1. Que se diga que es "la peor" del Cosmere (aunque no lo sé) creo que tiene que ver con que es un poco diferente y Elantris le tenemos el amor y cariño de ser en la gran mayoría nuestro primer Sanderson. Algo que me gusta de esta novela es el personaje de Vasher y Sangrenocturna, pero sobre todo, la magia biocromatica, aunque como dices, esta explicada de forma un tanto caotica. Es más, recuerdo estar buscando por ahí y preguntandole a expertos para entenderla toda en su perfección. Coincido contigo en el tema de la violencia. No hace falta para sentir el miedo de un personaje. Y Sanderson lo hace de forma excepcional. Es algo que no sé suele destacar, pero me ha gustado leerlo. Por el resto, tras el final, supongo que como todos, te quedas pensando hacia donde tirara la historia en Nightblood, pero pinta ante todo interesante (y según leí dará respuesta a cosas de otra saga). Un abrazo^^

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    1. Lo que mola de la biocromática es algo que dice Vasher en la novela, y es que es una magia a estudiar y que muchos de sus usos son de descubrimiento reciente. Y, de hecho, hay muchas cosas que no se conocen porque aún no se han estudiado. Esa construcción de la misma me pareció genial porque tiene su base científica, por decirlo de algún modo, pero aún está en pañales y le da la opción de ser imprevisible cuando toca. Pero se justifica que no sea aleatoria. Lo tiene todo pensado, el mu cabrón XD Un beso :)

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