Ladrones de Libertad
es ya la cuarta novela que leo de Iria G. Parente y Selene M. Pascual, he
seguido su recorrido desde que publicaron Sueños
de Piedra, he ido a tres de sus presentaciones… y quizá no sean (o no
escriban) lo que el mundo espera de ellas, pero sin duda son lo que el mundo
necesita. Ya no solo por la cantidad de lectores y fans jóvenes que mueven,
sino porque son capaces de meterse
también al público adulto en el bolsillo. Sus historias se ambientan en
universos fantásticos, sí, pero sus temas son universales. Y eso cala.
La novela comienza cuando la tripulación ha sido encarcelada
por el rey de Dahes y este les propone un trato a cambio de no llevarlos al
cadalso: una patente de corso por la que se pondrán a sus órdenes para hundir a
un barco enemigo común: el Libertad.
En el transcurso de la historia conoceremos a Jared, su capitán; Nadim, su
segundo de abordo; Collen, maestro cartógrafo, y al resto de la tripulación. A
ella se unirá Kay, príncipe de Dahes.
En esta nueva entrega ambientada en Marabilia, las autoras
regresan a un tema que ya exploraron en Rojo
y Oro, pero con un tono mucho más pacifista: el de la libertad. Sin
embargo, en este caso, ya no se trata solo de romper las cadenas externas que
imponen a los protagonistas. También se centra en las barreras que nos ponemos
en nosotros mismos y que nos impiden avanzar, tanto a nivel individual como
social.
Nadim está anclado en el fondo del pasado, tanto que ni
siquiera le importa su propia vida. No es que intente suicidarse, pero si la
muerte se lo lleva, sería un alivio y un bien para todos. Jared también tiene
sus relojes de arena en punto muerto, en la venganza que lo obsesiona y que el
rey de Dahes utilizará para enrolarlo en sus planes. Kay tiene un concepto muy
concreto de la piratería y deberá revisar sus propias concepciones si quiere
conseguir el propósito que le ha llevado a escapar de palacio.
En general, los personajes están atados al pasado, a sus
prejuicios y sus temores. Por eso esta historia también habla de la superación,
pues la tripulación del Angelique
deberá pasar por encima de todo eso para conseguir sobrevivir y avanzar como un
grupo unido.
Aun así, hay un tema que si bien está supeditado al de la
libertad, sobresale respecto al resto: el de la libertad de ser quien queramos
ser y que se nos respete por ello. Aquí es donde entra de lleno la diversidad,
está vez más allá de la orientación sexual, haciendo de la identidad de género
uno de los pilares de la novela. Una apuesta difícil al no tratarse de una voz propia, pero las autoras han tenido
buen cuidado de pasar esta historia por las manos de sensitivity readers (lectores expertos en ciertas temáticas, en
este caso, en la transexualidad), y creo que el acercamiento que tienen no solo
es respetuoso sino que además pone en tela de juicio muchas de las conductas o
pensamientos tránsfobos que tenemos o hemos tenido los cis en algún momento de
nuestra vida. Y además me parece muy bien integrado en el conjunto de la novela
(sin olvidar el curro que supone escribir un personaje que no menciona su
propio género, yo lo he probado y da dolores de cabeza).
A pesar de la longitud, en esta ocasión Iria y Selene no
pierden el ritmo. Es cierto que siguen quedando algunas escenas redundantes que
ralentizan en ciertos momentos la trama, pero son breves y, en general, la
lectura es ágil y amena. Las autoras van creciendo con sus novelas, y con esta
no ha sido menos. El estilo está más pulido y dejan más espacio a la
imaginación del lector.
No obstante, más allá de la apuesta por la diversidad, la
condena a la violencia de género y la discriminación sistemática hacia la mujer
que ha caracterizado desde el primer momento a la serie de Marabilia, hay otro
aspecto fundamental de la escritura de G. Parente y M. Pascual que no se ha
dejado atrás: la fuerza que tienen para transmitir la esencia y las
motivaciones de los personajes, para hacerlos reales y palpables, hasta el
punto de que es difícil no sentirse identificados con ellos aunque sea en un
momento de la historia.
En mi caso es cierto que leer a Nadim era casi como mirarme
en un espejo (al pasado, por ahora, aún gracias), pero aunque los problemas que
aquejen al resto no sean los mismos, la inseguridad de Collen, el miedo de Kay,
la rabia y el desengaño de Jared… quien más y quien menos ha pasado por ahí. Es
con la naturalidad con que construyen los personajes y los reflejan en el papel
como consiguen enamorar. Y sin dejar de lado la amistad y la camaradería.
Ahora bien, también hay un par de cosillas que no me han
terminado de convencer. La primera, el síndrome de la soltería, que parece que
no hay manera de que un personaje se quede sin interés romántico y tan feliz.
La segunda, ese final semiabierto que, aunque coherente, me ha parecido
apresurado en comparación con el ritmo que lleva el resto de la historia y que,
además, si no apunto mal, se resolverá en alguno de los dos libros que quedan
de Marabilia.
Aun así, creo que Ladrones de Libertad es una de las mejores novelas de Iria y
Selene, tanto por la historia en sí como por cómo hilan con otras tramas de
Marabilia (y de Faesia, he de suponer), poniendo sobre la mesa toda la
maquinaria que tienen preparada para novelas futuras. Además, expone una
realidad que existe, se invisibiliza en demasiadas ocasiones y que es necesario
tratar no solo para liberarnos de nuestras propias cadenas, sino para liberar a
aquellos que han sido aprisionados por un sistema que llega incluso a matarlos.
Ellos son las verdaderas víctimas.
Título: Ladrones de libertad
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
Editorial: Noctura ediciones
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Año de publicación: 2017
Nº páginas: 638
Precio: 17,00€
Holaa!!
ResponderEliminarParece interesante y además me encanta el estilo de estas autoras, pero me echa para atrás ese final semiabierto...^^'