La nueva película de Lara Croft está en cines y, pese a que
las comparaciones suelen ser odiosas, en esta ocasión es difícil hablar de ella
sin mencionar los últimos dos videojuegos con los que se reiniciaba la saga.
Así pues, en lugar de ir pisando con pies de plomo, prefiero hablar de ello
abiertamente. Encontraréis, por lo tanto, spoilers varios tanto de la cinta de
Alicia Vikander como de Tomb Raider (2012)
y Rise of the Tomb Raider (2015). Y,
por qué no, también mencionaré las películas protagonizadas por Angelina Jolie.
Aunque no serán determinantes.
Siempre he disfrutado mucho de las aventuras de Lara. Conocí
al personaje en una demo poco antes de que se estrenara Lara Croft: Tomb Raider en 2001. No recuerdo ni qué título era,
solo que salía un oso enorme y que mi padre escuchaba la BSO de Ally McBeal
mientras jugaba. Así que del juego no puedo decir mucho, pero sí del personaje
que creó Angelina: una tía rica, guay, que resolvía acertijos antiguos y jugaba
con pistolitas a dos manos. No se convirtió en mi película favorita, pero la vi
muchas veces. Me gustaba Lara. Quería dejarme el pelo largo para hacerme una
trenza como ella e ir dando brincos por la vida, a ser posible, sin destruir
ruinas antiguas. Eso es lo que hace tener referentes (entre otras cosas).
Sin embargo, solo he jugado a los últimos dos videojuegos
(es lo que tenía la recomendación +18), recientemente además, por lo que tenía
muchas ganas de ver a la nueva Croft en pantalla. El resultado fue: cero
decepciones. Da lo que promete, aventura, saltos imposibles y un misterio que
resolver. Ah, y feminismo. Eso dicen en los medios. Una novedad respecto a las
películas anteriores. Pues no, de eso no hay, debo decirlo. No sé si era la
intención de una de las guionistas, Geneva Robertson-Dworet, o si lo dicen
porque Vikander lo es. Pero en feminismo los videojuegos están mucho más
adelantados, y tampoco es para tirar cohetes.
Han pillado toda la estética del videojuego también |
¿Por qué? Empecemos por el principio. La película de 2018
tiene la misma premisa que el título de 2012: Lara es una novata que empieza a
forjar su leyenda. Lo que han hecho ha sido coger el lugar en que se desarrollaba
el videojuego pero utilizar los villanos de Rise
of the Tomb Raider. ¿Para qué? Supongo que para crear una continuidad en la
serie de películas, en caso de que se hiciera, y basar la segunda cinta en el
título de 2015. Y me parece muy buena jugada. Aunque la esencia de la Trinidad
se pasa bastante por encima durante el largometraje, está bien crear un hilo
conductor que los espectadores (sobre todo aquellos que no han jugado a los
videojuegos) sepan reconocer.
De esa forma encontramos a Lara queriendo hallar la tumba de
Himiko, pero las razones que la guían son bastante diferentes. Mientras en el
videojuego la joven Croft es arqueóloga y ha crecido en ese ambiente, en la
película, Lara no tiene ni idea de en qué consistía el hobby del señor Croft. El personaje que crea Vikander tiene otros
inicios: se niega a recibir la herencia de su padre porque eso significaría
aceptar que ha muerto, así que vive como una chica rebelde con un trabajo de
mala muerte. Si se va al Mar del Diablo es porque tiene la esperanza de saber
qué le ocurrió a su progenitor y, en caso de que siga vivo, traerlo de vuelta.
En mi opinión, esto conforma un personaje mucho más
interesante, con el que es más fácil empatizar y que encierra un potencial
espectacular. Lara es cualquiera de nosotros, con sus problemas familiares y
económicos; está perdida, no sabe qué hacer con su vida, con qué guiarse, cuál
es su vocación. Es en este viaje donde lo descubre. Quizá no todos tengamos un
padre tan rico como para acabar como ella, pero es una buena alegoría de ese
tránsito entre la adolescencia y la adultez en que debemos hallar nuestro
camino. Y también hay una demostración de que hay cosas que se nos dan bien sin
haber estudiado, solo tenemos que practicar mucho para reforzarlas.
Me encanta ver los vídeos de preparación física de Vikander |
El problema que esto conlleva es que Lara está sola. Al
contrario que en el videojuego, no tiene un equipo detrás que la respalde y le
preste ayuda. No hay más mujeres. Como en las películas de Angelina, tenemos una
pitufina de protagonista, que sigue partiendo la pana, que sigue siendo
maravillosa, pero que sigue siendo la única mujer de relevancia que aparece
(junto a la ayudante de su padre, que tiene 5 minutos de pantalla nada más).
Sabe luchar, sabe correr, sabe disparar con el arco y resolver acertijos, sigue
siendo un personaje molón al que admirar, pero no es más feminista que su
antecesor. En eso, Reyes o Sam aportaban mucho más, aunque tampoco fueran nada
revolucionario. Excepto un personaje, en los dos nuevos videojuegos, todos los
malos son hombres, y en la película ocurre lo mismo. A esto no le han dado más
vueltas.
El otro asunto que no me acabó de convencer de la película,
y esto es a título puramente personal, es esa negación de lo sobrenatural. Para
mí, Tomb Raider siempre ha tenido un punto de fantasía inexplicable que me
encantaba, y en 2018 ha venido la "cencia" a romper la magia (nunca
mejor dicho). No es necesariamente malo, claro, pero sí un poco desilusionante.
Por lo demás, me alegro mucho de que hayan conseguido hacer
una adaptación de los videojuegos con un camino algo diferente. La Croft de
Vikander es más vulnerable y emocional, pero tiene un punto de orgullo y
picardía en el que se deja ver que en un futuro pueda ser la Lara que vimos hace
ya casi 20 años encarnada en Jolie. Yo, desde luego, espero que esas dos
pistolas no fallen en la próxima entrega.
Esta es mi chica *.* |