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jueves, 3 de mayo de 2018

~Reseña~ La cámara sangrienta, o el simbolismo de la sensualidad




Hay un culto a Angela Carter bajo los adictos a la acción y el fantástico moderno. Es difícil huir del hechizo que se genera al leer su obra, una mezcla de fascinación e incertidumbre que hace que el aire se espese a nuestro alrededor y que el mundo pierda consistencia por el reajuste de densidades. Con La cámara sangrienta, la autora revela una visión muy particular de los cuentos clásicos, llena de símbolos, colores y sensualidad. En el caso de esta edición de Sexto Piso, estas características quedan potenciadas con los dibujos de Alejandra Acosta.

La colección se abre con el relato homónimo "La cámara sangrienta", una versión del cuento de Barba Azul que encierra todas las peculiaridades de Carter: el ambiente gótico; el estilo recargado, con figuras imaginativas; la dama protagonista, su sensualidad; el contraste entre el blanco de la piel o la nieve, la oscuridad y la sangre. La autora teje una historia en la que las mujeres cumplen un papel activo, alejándose de la pasividad de los cuentos clásicos.

Este hecho es una constante en todos los relatos, si bien son muy diversos entre sí. Tanto "El cortejo del señor León" como "La novia del tigre" son versiones de La Bella y la Bestia, aunque creo que se acercan más a la de Villeneuve que a la de Beaumont. Mientras el primero se centra más en la reacción a lo extraño frente a la naturalidad del trato, el segundo se adentra en el simbolismo y en el despertar sexual de la mujer. No es este un tema impropio de los cuentos clásicos, al contrario, es el mismo trasfondo que el de otras historias como La bella durmiente; la diferencia radica en cómo maneja Carter la situación. La protagonista es quien tiene el poder de decisión, es la Bestia quien parece ser el ser inocente.

"La novia del tigre", por Alejandra Acosta
Hay otro cuento, "La dama de la casa del amor", en la que parece mezclar elementos  de estos dos clásicos. Aparece la barrera de espinos y la figura del "príncipe", si bien este toma la forma de la "Bella", extraña e inocente en el castillo. La Bestia se corresponde con una joven vampiresa. Este quizá es el relato que más recuerda a "La cámara sangrienta", por su exposición y su simbología. Es central la contraposición entre perfección e imperfección, sobrenaturaleza y humanidad, sin duda una crítica al estereotipo de belleza, aunque Carter no parece huir de él en el resto de historias.
"El gato con botas" diría que es una sátira sobre las historias de amor cortés. El propio gato se ríe de su amo, su ceguera ante el amor y las peripecias que inventa para alcanzar su objetivo. La  mujer es partícipe del plan y responde más a la imagen tradicional de villana: quiere disfrutar de su sexualidad y la fortuna de su esposo.

Tanto "El rey de los trasgos" como "La niña de nieve" son cuentos mucho más poéticos y simbólicos que el resto. El primero, de hecho, tiene más de descripción que de narración, mientras que el segundo recupera algunos elementos de Blancanieves para acabar con una escena de lo más truculenta.

En los tres últimos relatos de la colección, "El hombre lobo", "La compañía de los lobos" y "Lobalicia", como podréis adivinar, Carter se centra en la figura del lobo y el licántropo. En los dos primeros casos se basa en el cuento de Caperucita, mientras que en el último hace un juego de espejos con Alicia. Es importante cómo empodera la figura de la niña, le da un cuchillo y la arma de decisión. En el caso de "Lobalicia", es fascinante cómo describe el proceso de madurez al tiempo que narra una historia paralela, cómo contrasta el animal con el humano, en esa forma tan violenta que tienen las personas de reaccionar frente a lo diferente. Sin embargo, no escapa del tópico de la maldad de los lobos.

"La compañía de los lobos", por Alejandra Acosta
Es constante la mención a la sangre, las rosas, los pezones rojos, los labios rojos, la capucha roja, incluso utiliza el término menstruación como metáfora. Estos símbolos, junto a la sensualidad de sus mujeres y el hecho de hacerlas elementos activos de la narración, son los que hacen que se hable de La cámara sangrienta como una obra feminista y transformadora. No obstante, dado el momento en el que estamos, en el que el feminismo empuja fuerte de nuevo y los retellings se han adueñado de la cultura popular durante los últimos años, puede que esta característica de la obra de Carter se nos quede corta y no nos sepa a nuevo. A mí me ha maravillado más por la fuerza de sus imágenes que por el trasfondo empoderante.

Es una colección estudiada, con un orden muy medido, aunque a ojos del lector hay relatos que, inevitablemente, destacan más que otros. En mi caso han sido los de "La cámara sangrienta" y "La dama de la casa del amor", aunque las razones sean bastante subjetivas. El estilo recargado puede llegar a aburrir en cierto punto, cuando se prima más el simbolismo y la narración entre líneas que la propia historia. Pero es que donde puede encontrar un lugar de honor Angela Carter es en el estudio de su obra y en la lectura apaciguada. Es de esos libros que se aprovechan más a lo largo del tiempo que con el atiborramiento, de los que merece la pena comentar entre varios, en un club de lectura o con algún académico. Seguro que lo enriquecería muchísimo.

Yo recomendaría hacerse con Quemar las naves, que incluye también estos relatos y muchos más, y proponerse disfrutar de ellos de forma pausada. Querréis volver a muchos de ellos.



Título: La cámara sangrienta
Autora: Angela Carter
Ilustradora: Alejandra Acosta
Traductor: Jesús Gómez Gutiérrez
Editorial: Sexto Piso
Encuadernación: Tapa dura
Año de publicación: 2014
Nº páginas: 180
Precio: 23€




Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.

2 comentarios:

  1. Aunque esta edición me flipa, mi idea es hacerme con el compendio de todos sus cuentos (donde estos vienen en un apartado también), por que leí uno robandolé el libro a Alex en su casa y me gusto mucho. Un abrazo^^

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    Respuestas
    1. Yep, por eso he recomendado "Quemar las naves", que así los tienes todos juntos. Y la edición es preciosa, además, aunque no tenga las ilustraciones. ¡Besotes!

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