Hay un culto a Angela
Carter bajo los adictos a la acción y el fantástico moderno. Es difícil huir del hechizo que se genera
al leer su obra, una mezcla de fascinación e incertidumbre que hace que el
aire se espese a nuestro alrededor y que el mundo pierda consistencia por el
reajuste de densidades. Con La cámara sangrienta, la autora
revela una visión muy particular de los cuentos clásicos, llena de símbolos,
colores y sensualidad. En el caso de esta edición de Sexto Piso, estas
características quedan potenciadas con los dibujos de Alejandra Acosta.
La colección se abre con el relato homónimo "La cámara
sangrienta", una versión
del cuento de Barba Azul que encierra todas las peculiaridades de
Carter: el ambiente gótico; el estilo recargado, con figuras imaginativas; la
dama protagonista, su sensualidad; el contraste entre el blanco de la piel o la
nieve, la oscuridad y la sangre. La autora teje una historia en la que las
mujeres cumplen un papel activo, alejándose de la pasividad de los cuentos
clásicos.
Este hecho es una constante en todos los relatos, si bien
son muy diversos entre sí. Tanto "El cortejo del señor León" como "La
novia del tigre" son versiones de La
Bella y la Bestia, aunque creo que se
acercan más a la de Villeneuve que a la de Beaumont. Mientras el primero se
centra más en la reacción a lo extraño frente a la naturalidad del trato, el
segundo se adentra en el simbolismo y en el despertar sexual de la mujer. No es
este un tema impropio de los cuentos clásicos, al contrario, es el mismo
trasfondo que el de otras historias como La
bella durmiente; la diferencia radica en cómo maneja Carter la situación. La protagonista es quien tiene el poder
de decisión, es la Bestia quien parece ser el ser inocente.
"La novia del tigre", por Alejandra Acosta |
Hay otro cuento, "La dama de la casa del amor", en
la que parece mezclar elementos de estos
dos clásicos. Aparece la barrera de espinos y la figura del
"príncipe", si bien este toma la forma de la "Bella",
extraña e inocente en el castillo. La Bestia se corresponde con una joven
vampiresa. Este quizá es el relato que más recuerda a "La cámara
sangrienta", por su exposición y su simbología. Es central la contraposición entre perfección e imperfección,
sobrenaturaleza y humanidad, sin duda una crítica al estereotipo de belleza,
aunque Carter no parece huir de él en el resto de historias.
"El gato con botas" diría que es una sátira sobre las historias de amor cortés.
El propio gato se ríe de su amo, su ceguera ante el amor y las peripecias que
inventa para alcanzar su objetivo. La
mujer es partícipe del plan y responde más a la imagen tradicional de
villana: quiere disfrutar de su sexualidad y la fortuna de su esposo.
Tanto "El rey de los trasgos" como "La niña
de nieve" son cuentos mucho más
poéticos y simbólicos que el resto. El primero, de hecho, tiene más de
descripción que de narración, mientras que el segundo recupera algunos
elementos de Blancanieves para acabar
con una escena de lo más truculenta.
En los tres últimos relatos de la colección, "El hombre
lobo", "La compañía de los lobos" y "Lobalicia", como
podréis adivinar, Carter se centra en la figura del lobo y el licántropo. En
los dos primeros casos se basa en el cuento de Caperucita, mientras que en el
último hace un juego de espejos con Alicia. Es importante cómo empodera la figura de la niña, le da un
cuchillo y la arma de decisión. En el caso de "Lobalicia", es
fascinante cómo describe el proceso de madurez al tiempo que narra una historia
paralela, cómo contrasta el animal con el humano, en esa forma tan violenta que
tienen las personas de reaccionar frente a lo diferente. Sin embargo, no escapa
del tópico de la maldad de los lobos.
"La compañía de los lobos", por Alejandra Acosta |
Es constante la mención a la sangre, las rosas, los pezones
rojos, los labios rojos, la capucha roja, incluso utiliza el término menstruación como metáfora. Estos símbolos,
junto a la sensualidad de sus mujeres y el hecho de hacerlas elementos activos
de la narración, son los que hacen que se hable de La cámara sangrienta como una obra
feminista y transformadora. No obstante, dado el momento en el que estamos,
en el que el feminismo empuja fuerte de nuevo y los retellings se han adueñado de la cultura popular durante los
últimos años, puede que esta característica de la obra de Carter se nos quede corta y no nos sepa a nuevo.
A mí me ha maravillado más por la fuerza de sus imágenes que por el trasfondo
empoderante.
Es una colección estudiada, con un orden muy medido, aunque
a ojos del lector hay relatos que,
inevitablemente, destacan más que otros. En mi caso han sido los de
"La cámara sangrienta" y "La dama de la casa del amor",
aunque las razones sean bastante subjetivas. El estilo recargado puede llegar a
aburrir en cierto punto, cuando se prima más el simbolismo y la narración entre
líneas que la propia historia. Pero es que donde puede encontrar un lugar de
honor Angela Carter es en el estudio de
su obra y en la lectura apaciguada. Es de esos libros que se aprovechan más
a lo largo del tiempo que con el atiborramiento, de los que merece la pena
comentar entre varios, en un club de lectura o con algún académico. Seguro que
lo enriquecería muchísimo.
Yo recomendaría
hacerse con Quemar las naves, que
incluye también estos relatos y muchos más, y proponerse disfrutar de ellos de
forma pausada. Querréis volver a muchos de ellos.
Título: La
cámara sangrienta
Autora: Angela Carter
Ilustradora: Alejandra Acosta
Traductor: Jesús Gómez Gutiérrez
Editorial: Sexto
Piso
Encuadernación: Tapa dura
Año
de publicación: 2014
Nº
páginas: 180
Precio: 23€
Aunque esta edición me flipa, mi idea es hacerme con el compendio de todos sus cuentos (donde estos vienen en un apartado también), por que leí uno robandolé el libro a Alex en su casa y me gusto mucho. Un abrazo^^
ResponderEliminarYep, por eso he recomendado "Quemar las naves", que así los tienes todos juntos. Y la edición es preciosa, además, aunque no tenga las ilustraciones. ¡Besotes!
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