El primer salto.
Ahora estoy dentro. Aunque siga viéndome fuera. ¿Cuánto tarda uno en creer
que ha publicado algo de forma profesional? ¿Cuando tiene el libro en sus
manos, cuando los lectores que leen contigo empiezan a leerte A TI? Hace tiempo
que se me quitó la vergüenza de llamarme escritora, que dejé de ver el ego y la
posición que implicaba para otros. Escribo, leo con ojos de escritora, intento
desentrañar los recursos y las estructuras de otras, encontrar sus intenciones,
cómo las plasman, si son o no efectivas, qué es lo que me gusta a mí. Ni soy
famosa, ni preveo ganarme la vida con esto (la mayoría no lo hacen, de todas
formas), ni tengo mucho público (aunque el que tengo es maravilloso). No soy
mejor que muchas (muchísimas) compañeras ni pretendo venderme como tal. Tampoco
soy una bohemia en un ático vintage con una máquina de escribir y un vaso de
vino en la mano. Solo escribo. Soy
escritora. Fin.
Pero ahora estoy al otro lado, como dice Hurley en La
revolución feminista geek. Ahora me van a publicar y parece que la
perspectiva cambia. No me siento mejor
ni más importante, solo más responsable. Por mis relatos, tan diferentes
entre sí, y por las que se sienten como yo me sentía hace apenas unos meses. Y
como seguramente vuelva a sentirme en unos pocos. Porque aquí… la cosa es
diferente, o al menos yo la veo así. El muro no es sólido ni opaco, una vez
entras no te quedas para siempre. Es una fina lámina de agua que te engulle y
te expulsa como un mar embravecido, estás dentro y a nada estás fuera. Solo
algunas afortunadas consiguen permanecer en el interior de forma constante,
pero no sin mucho trabajo y esfuerzo.
Sin embargo, el
trabajo y el esfuerzo no te aseguran que las olas te reciban. También se
necesita suerte. Por eso escribo este artículo. Porque sentí la humedad
asfixiante y muchas veces quise abandonar, ahogada por la pesadez del ambiente
y el rechazo del océano. Pero nunca tiré la toalla del todo. Y al final, en el
momento oportuno, los sueños se cumplen (que diría Miriam). Lo desesperante es
no saber cuándo será ese momento. Siempre he dicho que la incertidumbre es
mucho peor que la negación. Pero eso deja clara una cosa: publicar, que alguien elija tu obra para que vea la luz, no te da la
excelencia. No hay una diferencia real entre permanecer en la orilla y
estar en medio del oleaje; no en cuanto a calidad, me refiero. Si no, ¿qué
pasaría con las autoeditadas? (Estoy utilizando el femenino genérico a
propósito, porque puedo, básicamente). ¿Son menos porque "nadie las ha
elegido"? Nada más lejos.
¿Qué es la
excelencia, de todas formas? ¿Ser reconocida, vender mucho, tener más de 4
estrellas de media en GR, que te premien con una piedra? Todas estas cualidades
pueden formar parte de la excelencia, pero lo cierto es que va a depender de a quién le preguntes.
Considero que en cualquier arte siempre hay un componente subjetivo. He leído
textos impecables que me han dejado fría y otros mediocres que me han provocado
emociones muy intensas. Todas conocemos libros que parecen escritos por un
generador de sinopsis y se venden como churros. Así que, ¿por qué somos tan
jodidamente duras con nosotras mismas, por qué nos fustigamos tanto al
compararnos con otras? Por supuesto que tenemos
que aspirar a la excelencia, debemos trabajar en mejorar cada día, pero eso no
nos puede bloquear.
Además, ¿por qué hoy se me considera mejor que hace un año?
¿Porque me van a publicar? Solo uno de los cuatro relatos que verán (o han
visto) la luz este año ha sido escrito en 2018. Solo uno. Esta es la breve historia
de todos ellos, porque quizá ahora me haya engullido el mar, pero he estado en
la orilla y volveré a ella, lo sé. Regreso con cada convocatoria, a cada
momento me cuestiono mi capacidad. ¿Se puede estar en dos sitios a la vez?
Quizá en este lugar de locura e imaginación. Escribir es una vorágine, al fin y
al cabo.
Empecemos por el principio, por Cazadora de sueños. Publicado
en Libros Prohibidos hace poco más de un mes. Un pequeño aperitivo para El pasado es un cazador paciente, la
novela corta que publicaré próximamente con Sportula. No fue intencionado, pero
cuando me pidieron un relato yo estaba inmersa en las últimas revisiones de la
historia de Marina antes de enviarla a editoriales, y había un pequeño aspecto
de este personaje en el que quería profundizar. Así que la historia surgió
sola, Marina volvió a contarme su pasado y algunos aspectos del mundo en el que
vive que no había podido tocar en la novela. Si Javier Miró (La armadura de la luz, 2017) no me
hubiera hecho la oferta, quizá este relato no existiría. Y por eso le estoy
inmensamente agradecida. Porque, os guste más o menos, Cazadora de sueños cuenta
algo muy importante: el derecho que tenemos a elegir sobre nuestro cuerpo y
nuestros sueños.
Unas semanas después, La Maldición del Escritor
hacía público el fallo de la convocatoria de Iridiscencia, una
antología con relatos de fantasía, ciencia ficción y terror con personajes
LGTBIA. Oh, sí, añado la A con toda la intención, porque "Desconexión" fue seleccionado y sus protagonistas están en el espectro ace. Me hace muchísima
ilusión que haya entrado y con unas compañeras tan maravillosas. Ojalá no
hubiera que demostrar que los personajes no heteronormativos pueden
protagonizar una historia sin que esta gire en torno a su sexualidad, pero ya
que es una lucha que sigue en pie hoy en día, para mí es un placer poder
participar en ella. Sin embargo, "Desconexión" no es un relato que
escribiera expresamente para esta convocatoria. Lo escribí el pasado noviembre
con la vista puesta en Alucinadas IV y,
como podéis deducir, no fue seleccionado. Y, además, es una historia que no
hubiera nacido tal y como es de no haber leído antes La mirada extraña, de Felicidad
Martínez, y El
largo viaje a un pequeño planeta iracundo, de Becky Chambers.
Sigamos con "Vienen
con el frío", que aparecerá en
el nº
11 de SuperSonic (en papel y
digital). Este cuento tiene historia. Es un relato de terror que escribí hace dos años y medio para una
convocatoria sobre casas encantadas. No fue seleccionado. Reescribí algunas
partes que habían quedado flojas y el final. Lo mandé a otra convocatoria
similar, tampoco fue seleccionado. Al cabo de unos meses lo volví a revisar y
así se quedó en el cajón cogiendo polvo hasta que Cristina Jurado le dio la
oportunidad. Para entonces yo ya le había cogido un poco de manía y, si le
sumamos mi inseguridad, es la historia por la que más nerviosa estoy. ¡Pero si
le ha gustado a Cristina Jurado, con lo que la admiras y toda la experiencia
que tiene a sus espaldas! Pues eso es precisamente lo que hace que no me
esconda debajo de una piedra, así que mil
gracias a Cristina por su confianza y por todo el trabajo que realiza por y
para el género en España.
Finalmente, os hablaré de "Por la colectividad", que aparecerá gracias a la Asociación Heroik en Damas
verdes (y también algún caballero). Este es mi intento de dinoporno que
no seleccionaron en el Visiones del año pasado y que seguramente quede sepultado
por el de Rafa
de la Rosa. Pero son mis ranitas
espaciales y las quiero. Y Begoña Pérez Ruiz también las quiso y las ha
cuidado con mimo y ha puesto a mi gran amigo Mangrii a prologar. Y sé que lo
único que puedo hacer para agradecer a Begoña esta apuesta es seguir
escribiendo, como hace ella, todos los días y sin perder la esperanza.
Como podéis ver, menos Cazadora
de sueños, el resto de relatos
fueron escritos en 2017 o incluso antes, y todos fueron rechazados en primer
lugar. ¿Rechazados? Bueno, quizá sea mejor decir "no elegidos".
Porque no es lo mismo coger un montón de relatos y decir "tú no y tú
tampoco" que decir "tu sí y tú también", y que el tuyo se quede
fuera. Me parece una diferencia bastante grande. Y no porque yo quiera venderos
que mis relatos son la leche (que también, claro, que de algo hay que comer)
aunque no los cogieran en primera instancia, sino porque es así como funciona.
Fui parte del jurado con La Nave Invisible del I Premio Ripley y hubo bastantes
relatos que no entraron en la selección final que eran muy buenos (cosa que al
parecer se ha repetido con la segunda edición). Uno de ellos ganó un premio en
un certamen posterior. También participé como seleccionadora en la III convocatoria
de Windumanoth y varios relatos que me encantaron se quedaron fuera y han sido
publicados en otras plataformas.
¿Con esto qué quiero decir? Que no soy mejor ahora que hace un año. Y vosotras tampoco. En esto de
publicar entra en juego más gente. Ahora llevo tres meses sin escribir nada de
ficción y me está costando mucho ponerme con ello. ¿Seré peor el año que viene
si no consigo publicar nada? Hace unos días Guillem López hablaba en esta
entrevista sobre estos tiempos locos editoriales, en los que necesitas
estar continuamente surcando las olas, porque si vuelves a la orilla es posible
que no vuelvas a bañarte. Y lo triste ya no es que sea una estrategia fatal
para la producción literaria de calidad, sino que nosotras mismas, desde que
empezamos, contribuimos a esto. Porque parece que si el agua deja de mojarte
los pies ya no eres digna, si tu obra no supera la anterior eres una decepción.
La búsqueda de la excelencia, en vez de empujarnos, nos bloquea. Y eso es lo
que ha cambiado verdaderamente en mí una vez he podido chapotear. Que me siento
responsable porque todas las obras de las que os he hablado hoy son muy
diferentes entre sí. Hay ciencia ficción, fantasía y terror, unas son más
profundas y otras son puro entretenimiento. ¿Decepcionarán unas por las
expectativas que han generado las otras? ¿Decepcionaré yo si dejo de producir? Hurley
tiene razón cuando habla de que lo complicado no es llegar, sino mantenerse. Y
añado: lo complicado es mantenerse sin
obsesionarse en esta dinámica que se ha creado en el sector.
Así pues, con este artículo lo que quiero transmitir es lo
siguiente: se puede; la tenacidad y el esfuerzo son importantes pero la suerte
es un factor a tener en cuenta; las obras no se rechazan, no son elegidas;
disfrutad mientras podáis con lo que escribís. Espero que los ejemplos
personales que os he puesto os hayan servido. No os rindáis nunca.
PD: Estaré en el Celsius 232, y las tres revistas/antologías
que os he comentado hoy parece que también, por si queréis comentar algo. Con
una birra en la mano se hace mejor ^^
Go Sierpe go. It never ends :)
ResponderEliminarMadre mía, Dani, estoy histérica XD
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