En medio de la noche alguien llora. La
voz en su cabeza ahuyenta al sueño, que flota sobre su figura con miedo a
acercarse. Revolotea en silencio mientras la voz se desgañita, resquebrajando
los límites de la cordura.
Unas manos limpian con ternura las
lágrimas antes de que las sábanas se empapen. La voz brama, pero solo una
persona puede oírla.
Una tibia melodía comienza a agitarse
entonces en la oscuridad, destelleando en los ojos tristes. Sus hilos se
enredan entre los pliegues de la consciencia. Los roza deslizándose con
suavidad hasta llenar toda la atmósfera, hasta atravesar el muro que la voz ha
creado en su mente. Derriba con cada nota cada grito, abate con cada pulso cada
miedo.
La voz se reprime y calla. La música
ondula un poco hasta apagarse. El sueño, mecido por la nana, se aposenta, y la
sonrisa, antes de dormir, se despierta.
Nos encanta ordenar cosas. El hombre es un ser tan caótico en sí
mismo que necesita que el mundo a su alrededor esté ordenado para no volverse
más loco de lo que ya está. Este sentido del orden no creo que sea innato en
nosotros, sino que nos encargamos de educar a nuestros hijos para que adquieran
ese hábito: "¿qué te gusta más?"
"¿cuál es tu color favorito?" "¿y el siguiente?" Soy
consciente de que las primeras veces los niños te miran con cara de besugo como
diciendo que qué pregunta loca es esa. ¡Con lo geniales que son todos los
colores, todas las chuches, todas las pelis! Luego les llenas la habitación de
cosas verdes y dinosaurios (porque el color verde es su favorito y los
dinosaurios su animal favorito) y no entiendes por qué Chris Pratt no se vino a
rodar Jurassic World a tu casa.
Obviamente todos tenemos unas preferencias y unos gustos, los niños también,
pero ni ellos ni yo estamos muy de acuerdo en que tengamos que decantarnos por
una cosa en particular. ¿Por qué una, si lo querríamos todo? Vale, porque no hay dinero para todo (hola,
Santa Claus), pero los niños no entienden de eso hasta que son inculcados en el
sagrado arte de los favoritos y las listas (si a eso lo llamamos crecer
explicaría por qué en algunos aspectos aún no he crecido).
Aun así, los de las mejores canciones
del año, los mejores libros de fantasía transurbanaépica y los memes más
graciosos de twitter sigue siendo cosa de adultos. Como la calificación de las
películas. Como la calificación de las películas para niños. Y es que nada puede escapar de la ley del orden
humano universal. Menos mal que aún no hemos descubierto vida más allá de
la Tierra o también tendríamos una lista de "los vecinos alienígenas más
guays".
Pues bien, toda esta disertación
absurda que probablemente no tenga ni pies ni cabeza viene a que hace un par de
semanas fui a ver "El viaje de Arlo
(The Good Dinosaur)" y después de verla me enteré de que era de las
pelis de "categoría baja de Pixar".
¿Categoría baja según quién? ¿Quién es el encargado de dictaminar qué película
de animación está en primera o segunda división? Dejad que lo mire… ajam,
ningún niño. Me lo temía. ¿Y las razones? Veamos… "se medirá según la
cantidad de referencias que sólo pueda pillar un adulto".
Ah, o sea, que la primera
división está formada por películas en las que un adulto puede mirar más allá
y/o verse reflejado en algún momento. "Inside
Out", "Toy Story", "Up". Supongo que esas están en
la categoría alta. Y películas como "El viaje de Arlo" quedarían en
esa segunda liga.
Teniendo en cuenta que me he
pasado una semana buscando regalos para niños y que las edades recomendadas no
se ajustaban a los niños en cuestión, no soy de fiarme de las "clasificaciones para niños hechas por
adultos". A no ser que esa clasificación no sea para niños, sino para
sentirnos más seguros los propios adultos, o algunos de ellos (y si no que se
lo digan a la clasificación de la fantasía y la literatura juvenil como
literatura de segunda… vaya, otro motivo para no fiarse de estas cosas).
"El viaje de Arlo" es una película sencilla, llena de
colores y de fondos A-LU-CI-NAN-TES. Me reí y lloré y me emocioné mucho más que
con "Inside Out", por poner un ejemplo. ¿Que no tiene referencias
para adultos? Que algún adulto me informe si considera que ha dejado su huella,
que ha hecho esa "gran hazaña" por la que haya merecido dejarla, y si
lo ha hecho, que piense cuánto le ha costado, cuánto ha tenido que dejar atrás
para llegar a ella. ¿Eso no es una referencia para adultos? Entonces es que necesitamos ser más niños. Si de algo
peca "El viaje de Arlo" es
de ser un pequeño refrito de otras películas de Disney (de "El Rey León", por ejemplo), algo que para un niño es
más difícil de ver. Por lo demás, tiene una sensibilidad tanto visual como emocional que encanta. ¿Qué es
sencilla? Sí. Pero a veces en eso está la virtud.
¿Tan egoístas somos que en todo
tenemos que tener algo exclusivamente para nosotros para que sea valioso? En "Up" están esos primeros 5-10
minutos demoledores; en "Toy Story
3", ese final de la niñez tan melancólico; en "Inside Out", esa alegoría continua de las emociones y el
paso a la adolescencia. Por seguir hablando de Pixar, ¿ninguno hemos tenido
problemas con alguien y hemos deseado cosas que se hayan vuelto contra nosotros
(Brave)? ¿Ninguno nos hemos sentido
excluido en algún momento por ser diferente y hemos tenido que hacer todo lo
posible para demostrar que somos igual de dignos que otros (Monsters University)? ¿Necesitamos un
letrero de neón que diga "referencias para adultos" para sentirnos
identificados con algo?
Creo que debemos tener menos
miedo al caos y dejar más de lado las listas y las etiquetas y abandonarnos
más, no poner barreras antes de tiempo, porque en muchas ocasiones eso nos hace
disfrutar menos de lo que tenemos alrededor. Ver el mundo más como niños, desde la sencillez y el asombro, y a
la vez como adultos, desde la experiencia y el conocimiento. Tenemos esa
capacidad, aprovechémosla en vez de mirar las cosas de una única manera,
intentando averiguar si es mejor o peor que la anterior cosa parecida que
vimos.
Hoy traigo una historia y una especie de experimento.
La historia es triste. No tiene tiempo ni lugar y quizá su forma no sea
más que una serie de conexiones neuronales. Pero existe. Más de lo que creemos.
Más de lo que nos atrevemos a aceptar.
El experimento es simple. He narrado la historia, la he grabado y la he
subido a Youtube acompañada de un poco de música. Creo que cada momento en la
vida tiene su canción, su banda sonora. Creo que cada historia, o cada pedazo
de ella, puede encontrar su sonido, su vibración.
En mi caso, la OST de Ally McBeal me recuerda a una demo de un
TombRaider (y no me preguntéis cuál, porque hace demasiados años ya). El disco
"Revolución" de Warcry me lo escuché leveando una draenei en el WoW.
"A quién le importa", de Alaska me lleva a mis años de instituto.
Así que había pensado, por qué no, unir una historia con su música. La
calidad no es la 100% deseada pero una sierpe hace lo que puede.
Espero que os guste. Os dejo con el vídeo y el relato aparte.
Está oscuro, la puerta cerrada,
los pies fríos.
Te arrebujas bien entre las
sábanas, las mantas y esa pesadez que te envuelve desde hace días. Esa agonía
que te lastra cada vez que observas dentro de ti.
Está oscuro, no hay otro sitio
hacia donde mirar.
Y el dolor pesa, te ancla y te
hunde en el colchón, te ahoga y te retuerce las entrañas.
Alargas la mano. Hay algo allí,
al otro lado del mundo. Algo que respira, que rasga el silencio. Que vive. Que
sueña.
Alargas la mano, pero no llegas.
Tu piel choca contra un muro de conmiseración y culpa que te quema, que te
abrasa nervio a nervio hasta que ardes de arriba abajo.
Te encoges, te alejas, pero no
puedes huir. Sigues quemándote, sigues hundiéndote.
Los pies siguen fríos.
Quieres gritar, pero enmudeces.
¿Quién eres tú para perturbar los sueños de los vivos? ¿Quién eres tú?
Alargas la mano y te detienes.
No puedes pasar por ahí. Por esa silueta oscura que ahora se interpone entre
los dos, entre el sueño y el dolor. Esa silueta fría que te mira desde la
oscuridad y fluctúa entre el mundo y tú. Esa silueta que se levanta con tu
rostro y comunica con tus gestos, que te ha robado el alma y se parece a ti.
Pero no eres tú. No quieres ser
tú.
¿Pero tú, quién eres?
¿Ese ser que se queda soñando
cuando todos se marchan? ¿Ese que se queda mirando al mundo esperando un
momento que no llega? ¿Ese que manda a su sombra a caminar porque sus pies no
son capaces de sostenerlo?
La silueta te mira, sus pupilas
brillan en la oscuridad, clavándose en tus ojos hasta sacarte el pus que supura
bajo tus heridas. Esas que no se ven y solo tú eres capaz de sentir. Esas que
tanto pesan y tanto duelen.
Los pies siguen fríos y la
almohada, ahora, está mojada.
Agarras con fuerza las mantas,
te giras, le das la espalda al sueño y a tu otro yo. Ese yo que no quieres ser
y del que no sabes librarte. El que te atormenta y al que temes.
Le das la espalda, pero sigue
ahí.
Alargas la mano, pero ya no
llegas. Te has ido, cada vez un poco más lejos, cada vez un poco más hondo.
La negrura te devuelve su
endiablada sonrisa desde cada rincón. Te estremeces. Quieres gritar, pero ya no
sabes de dónde sacar las fuerzas.
Estás solo, en el borde de la
cama, con la ayuda al otro lado y eres incapaz de alcanzarla. Eres incapaz de
nada. Porque el tú que puede hacer cosas no es el tú que se retuerce y llora,
el que tiene los pies fríos. Es el que está ahí en medio, siempre en medio,
siempre al frente, en todas partes. El que parece que sobra, pero te echa.
Porque, ¿quién eres tú para llegar a ninguna parte? ¿Quién, débil, cobarde,
culpable?
Nadie, absolutamente nadie.
Y eso pesa, y duele, y te hunde
más y más hasta ahogarte y quedarte inconsciente.
Cuando despiertas, deseas que
todo haya cambiado, que solo seáis dos en la cama, que seas tú quien te
levantes hoy. Pero seguís siendo tres, y dicen que tres son multitud. Nunca
tienes tiempo ni fuerzas para reaccionar y al final, quien se queda un día más
en la cama, con los pies fríos, vuelves a ser tú.
En la víspera de su boda, una joven reina parte a rescatar a una princesa que se encuentra presa de un encantamiento. Deja a un lado su refinado vestido de novia, coge su espada y su cota de mallas y se encamina con sus criados enanos hacia los tuneles debajo de la montaña, que llevan hasta un reino onírico. Una reina capaz de decidir su destino y una princesa en apuros que no es lo que parece.
En los últimos años hemos
recibido una oleada de dos fuentes distintas de adaptaciones: las de cuentos y
las de superhéroes. Dejando de lado Marvel y DC (que ahora no vienen al caso),
y empezando por Shrek (que ya tiene sus años), hemos asistido a una avalancha
de títulos salidos de los cuentos clásicos, entre series (Once Upon a Time),
películas (Mirror Mirror, Blancanieves y la Leyenda del Cazador, Maléfica) y
cómic (Fábulas).
Podríamos englobar "La
joven durmiente y el huso" en esta corriente a la que parece que le quedan
unos cuantos años aún (Disney va a aprovecharse todo lo que pueda y más), pero
esta historia es mucho más. No podía ser de otra manera, viniendo de la mano de
Neil Gaiman. No es solo una reinterpretación del cuento de la Bella Durmiente,
sino un cuento para el siglo XXI, una historia para niños y grandes acompañada
de unas ilustraciones maravillosas.
Me lo leí sin haber leído apenas
nada sobre él y me sorprendió gratamente. La forma sencilla y directa pero a la
vez rica en que está narrado sirve para enganchar a los más pequeños y a la vez
toca los corazones de los que hemos crecido con los cuentos clásicos. Pues al
tiempo que nos encontramos con personajes que conocemos, hallamos que no son las
muñequitas de porcelana que recordamos, sino mujeres fuertes que saben valerse
por sí mismas, que toman sus propias decisiones. Vamos, como cualquier mujer
normal, solo que en la literatura o el cine a veces se les olvida este pequeño
detalle.
Gaiman plasma verdaderamente
bien lo que ya dijo en una charla plasmada en este artículo: Es un ¿y si…? Y encontraréis que todo se sale de lo preestablecido y este tipo
de historias también pueden llegar a sorprender.
Y por si esto fuera poco, la
narración va acompañada de unas exquisitas imágenes sacadas de la mano de Chris Riddell, en blanco y negro con
pequeños toques en dorado. Os aseguro que son una maravilla. Siempre he sido
muy fan de esta técnica para dibujar y Riddell consigue con ella unas
ilustraciones que no solo muestran un fragmento de la historia sino que además
dejan entrever el trabajazo que llevan detrás.
Puede parecer que el precio es un poco excesivo para un librito tan corto,
pero sí que es cierto que la edición está muy cuidada y es una historia para
leer y releer sin cansarte de ella. Os la recomiendo 100%.
Bienvenidos a la enésima edición
de "Las películas del hambre":
esas cintas que prometen mucho, sobre todo si son adaptaciones, nos deslumbran
con el trailer, los actores, la
promoción y luego nos dejan más fríos
que un témpano de hielo.
Teniendo en cuenta que la
protagonista de Sinsajo es la chica en llamas, tiene aún más delito.
Pero empecemos por lo bueno. Con
las pelis me muevo mucho entre la apoteosis y la basura. Hay pocas cintas que
pueda vanagloriar como la panacea y pocas que directamente diga "ni de
coña vuelvo a ver esa bazofia inmunda llena de gusanos". Como mínimo, dan
para palomitas, que es lo que le pido al cine: entretenimiento.
Sinsajo (parte 2) da para palomitas, de hecho da para ir un par de
veces si las queréis calentitas, no os perderéis mucho. Vale, he dicho que
empezaría por lo bueno. Rebobinemos. Eso sí, aviso que hay susceptibilidad de spoiler, si no quieres saber nada de
nada de la película antes de verla no sigas leyendo.
Es una adaptación de los libros
más o menos fiel, en la misma línea que el resto de películas. Así que los lectores deberíamos estar contentos por esa
parte. Los más puristas no, desde luego, pero con este tipo de cosas ya se
sabe: no podemos esperar un 100% de los libros. Pero la saga se acaba dignamente,
en la sintonía del resto de películas.
También tiene más acción que la parte 1, aunque eso no era difícil. El
grueso se concentra en una escena prácticamente al principio, de donde sale la
frase más repetida en los trailers, y
a mitad de la película, aunque más que acción lo que hay es una tensión
continua, muy bien ambientada por la música y la actitud de los actores,
lentos, cautos, nerviosos. En ese momento se
transmite muy bien lo que el lector siente cuando se está leyendo el libro.
Ese burbujeo en el estómago de saberse en peligro, sin saber qué pasará a
continuación, ni cuándo, ni dónde, pero sabiendo que pasará.
Y hasta aquí lo bueno. ¿Que es
poco? Puede ser. Pero es que la película peca enormemente del llamado síndrome de Peter Jackson: es innecesariamente
larga. Y por lo tanto, aburrida a ratos. Los momentos de acción y tensión no
acaban de compensar un ritmo lento y
pesado que parece venir directamente del Capitolio para que no nos
rebelemos.
Eso es precisamente lo que
consigue: que no nos movamos. Al menos la primera vez. En los siguientes
visionados se aprovechará para renovar el bol de palomitas, como he dicho
antes. La película se deja ver, pero no es de las que se te ocurre poner un fin
de semana para pasar el rato. Para eso te pones la primera o la segunda, y las
dos últimas las ves porque ya que has empezado, te ves la saga entera de nuevo.
No nos movemos porque esperamos algo más. Algo más que esa
vacuidad cuando Katniss habla con Peeta, cuando Peeta entra en crisis, cuando
se pierden vidas de personajes importantes. Emoción cero. Introspección
cero. Ambientación cero. Por ese
afán de alargar la tensión se pierden todos los sentimientos que tendrían que
intercambiar los personajes. JLaw lo intenta, aunque solo sea con la
expresividad de su cara, pero es que de donde no hay no se puede sacar. No sé
si es que el doblaje en castellano tampoco acompaña (quizá en VO consiga
transmitir algo más), pero es que no
dejan espacio para que esos momentos funcionen. Están constreñidos y ni
siquiera tienen música que los acompañe. Está todo tan centrado en "la
misión" que los personajes son olvidados por completo: están ahí e
interaccionan entre sí porque así lo hacen en el libro, porque es una
adaptación "fiel", pero desde luego parecen meramente anecdóticos al
final de la cinta. SPOILERS: ni las crisis de Peeta tienen importancia real, ni
los sentimientos de Katniss hacia él y Gale o su incomprensión de ella misma,
ni siquiera la muerte de Prim conmueve. Todo es un engranaje para llegar al
final, solo que nosotros esperamos que haya algo más. Pero no lo hay.
La adaptación es fiel, sí, pero
han adaptado un libro narrado en primera persona y en presente a una película
donde el espectador sobrevuela las escenas en vez de estar tras la cabeza de
uno de los personajes, por lo que todo lo que resultaba emotivo al leer queda congelado en la pantalla. Si hubieran
hecho el libro en una sola parte, hasta podría entenderlo. Pero si haces dos
partes, al menos dales una motivación más que el dinero.
Las dos partes de Sinsajo
podrían haberse unido en una sola y habernos ahorrado como mínimo una hora. Si
no vas a tratar a los personajes, prefiero
algo más directo. Funciona infinitamente mejor. Al menos no te aburres. Al menos el final no se hace tan largo. Si
las querían separar para ganar más pasta, en vez de dos horas y pico podrían
haberlas dejado en hora y media cada una.
Ni qué decir tiene, además, de
que lo que no funciona en el libro no se ha corregido y lo que sí funcionaba se
les ha "olvidado" a la hora de filmar y te encuentras con situaciones
medianamente absurdas como no cubrir a un compañero que está luchando
cuerpo a cuerpo mientras tienes un arma a distancia o salir a cara (casi)
descubierta cuando tienes una tienda de disfraces a tu disposición. Sólo ha
habido una cosa que me ha gustado y que no recuerdo que aparezca en los libros,
y que ha significado mucho más que toda la palabrería entre Katniss y Peeta.
En resumen, la cinta se deja
ver, noes que sea infumable, pero deja mucho que desear salvo en ciertos
momentos contados. Quizá haya sido cosa del hype (ya he dicho alguna vez que es
peligroso), pero como mínimo la película no funciona bien por sí misma. Se
necesita necesariamente la parte 1 para completarla y que los personajes tengan
un poco más de peso, porque los han difuminado por completo, y aunque los
actores puedan tener parte de culpa creo que es más el guión y la dirección lo
que no acompañan y no han dejado que la
historia haya brillado como podría haberlo hecho al final. Se centra demasiado
en los juegos y lo que consigue es dejar al espectador (y aún más, si es
lector) con hambre.