Ya había ganas de seguir con Adopta una autora. Tras presentaros a Lola
Robles de viva voz y haber comentado ya una de sus novelas cortas, El informe Monteverde, llega el
turno de hablaros de Yabarí, su
última obra de ficción publicada en Cerbero.
Yabarí es un planeta colonizado para la explotación de la
bentá, una especie vegetal semejante a una liana cuyo fluido interno puede
servir de combustible. Sin embargo, «para conseguir un litro de combustible con
características semejantes a otro de petróleo, se necesitan unos veinticinco
kilos de bentá seca». En un universo donde las energías fósiles aún son las
encargadas de moverlo, explotar este recurso parece esencial para mantener el
estatus quo. Aunque ello implique la deforestación de la selva yabarí, diversa,
rica y, lo más importante, poblada.
Porque en realidad Robles va más allá de una crítica
ecológica, sino que también es una crítica a la colonización. Yabarí está
habitado por una raza que se distribuye en tribus y pequeños poblados bastante
primitivos (tecnológicamente hablando, claro). Las familias han sido
desalojadas y obligadas o bien a trasladarse o bien a trabajar para la empresa
explotadora (¡viva el monopolio!) en pésimas condiciones. Esa es la situación
que ha denunciado una organización que también está asentada en el planeta para
acoger, ayudar y educar a los yabaríes. Y por eso ha acudido Muriel
Johansdóttir, la protagonista, para hacer un informe para la Organización Liberté, Egalité, Fraternité.
Muriel es una protagonista atípica, y eso lo deja claro
Robles desde el primer momento en que el piloto la describe como fea y poco
atractiva. Pero también es decidida, sincera y atrevida, sin perder por ello un
ápice de empatía. A veces echo de menos esa capacidad de ponerse en el lugar de
otros que tienen algunos protagonistas fuertes. Robles, sin embargo, consigue
crear un personaje con matices, con inseguridades también, complejo. Poco a
poco, a través de acciones y diálogos, igual que sucede con Kwan o Darkóvic,
sus acompañantes en la travesía por la selva yabarí.
Uno de los problemas es que esa acción y diálogo comienza
más bien en la segunda mitad de la novela. Es una de las cosas que no me ha
terminado de convencer, que la introducción se alargue tanto en una novela
corta y luego tenga un final tan abrupto. No me disgusta el final abierto, al
contrario, creo que tiene el punto poético que quería darle la autora: que sea
bueno o malo depende de la percepción del lector. En mi caso, es una visión
pesimista, ya no solo porque sea una agorera de manual, sino porque la historia
ha demostrado que cuando hay burocracia e intereses económico-energéticos por
en medio, la cosa no acaba bien.
Por otro lado, destaca el inmenso trabajo no solo de worldbuilding (ahora dicen que dan chupitos por decir esta palabra... así que enviadme licor 43, porfis), sino la manera de
plasmarlo. Quizá para algunos las descripciones sean demasiado largas en
comparación con la longitud de la obra, pero mientras que al principio la
intención es mostrar sobre todo el despilfarro que realiza gente como la que
está en la posición de Olmedo, el jefe de la compañía extractora, luego es una
gran muestra de la exuberancia y exotismo de Yabarí. Robles crea un nuevo
personaje que es a un tiempo lugar y ente vivo, pues la selva participa también
en la acción y no solo como víctima sino como elemento activo.
La sociedad que dibuja la autora a través de la capitalización
de Yabarí y sus recursos no es muy diferente de la que encontramos hoy en día.
Política, religión, capitalismo, todo sigue ahí haciendo de las suyas y
aprovechándose de gente con menos recursos y conocimientos técnicos. Ni
siquiera me parece muy igualitaria en cuanto a cuestiones de género. Es cierto,
Johansdóttir ha llegado donde otros periodistas no han podido, pero cuando
aterriza en el planeta se muestra que es un campo de nabos como podríamos
imaginarlo en su mayoría hoy día: hombres que pasan el día trabajando
intentando pasar por encima de los demás (sean o no sus compañeros) y las
noches bebiendo follando con prostitutas. Es un aspecto que no me ha terminado
de convencer, aunque desde luego qué se puede esperar de gente que se dedica a
esclavizar familias (o eliminarlas si no atienden a sus deseos) y deforestar
todo un planeta. Entiendo que es una manera más de señalar la brutalidad que se
exhibe en Yabarí. Lo que no he entendido es que esa brutalidad también se
traslade a la Tierra en forma de abuso sexual, me ha parecido más bien gratuito
e intercambiable por otro tipo de violencia, aunque llegue a influir en la
manera en que se relacionan los personajes. Al fin y al cabo, podría ser
arromántico o estar en el espectro ace.
Cuando leía sobre las zonas blancas no pude evitar acordarme de la charla de Aranzazu Serrano y Concepción Perea en la Eurocon |
Pero si algo me ha encantado, además de la prosa de Robles,
que sin duda mejora con los años, es la naturalidad con la que se plasma la
menstruación. ¡Por fin una protagonista que necesita orinar y tiene la
regla! Una llega a pensar que en fantasía y ciencia ficción las necesidades
humanas han desaparecido (excepto la comida y las relaciones sexuales, claro).
Sin embargo, la autora lo añade como un detalle sin que eso afecte al ritmo de
la narración y sin caer en vulgaridades baratas. No es algo que saque de la
historia, y yo como mujer agradezco estos detalles de realismo, alejándose así
de la figura platónica de la mujer perfecta, bella, depilada y que no tiene
imprevistos.
La segunda mitad sí ha conseguido mantenerme pegada a las
páginas, en una emocionante y dura aventura selvática donde hay en riesgo algo
más que la vida de los personajes. Quizá eso es lo más importante, que la
historia implica algo más que el mero bienestar de la tribu yabarí o
Johansdóttir y compañía, sino que está en juego un planeta por completo, ese
ente con una inteligencia instintiva y primaria.
Ahí radica la verdadera trascendencia de Yabarí, esa universalidad que tiene y
las raíces en la Historia. La certeza de que no hay esperanza, y aun así nos
aferramos al pequeño rayo de luz que supone el testimonio de Muriel. Lástima
que quienes deberían realmente reflexionar sobre ello no vayan a leerlo. Sin
duda me parece una novela que, aunque no es perfecta, tiene muchos puntos sobre
los que meditar, y al final es lo que buscamos ya no solo en la ciencia ficción
sino en todas las historias: que nos hablen de nosotros mismos.
Otras reseñas:
Título: Yabarí
Autora: Lola Robles Moreno
Editorial: Cerbero
Encuadernación: Tapa blanda / bolsilibro
Año de
publicación: 2017
Nº
páginas: 213
Precio: 5€ / 2€ (ebook)
Hola!
ResponderEliminarLeí este libro hace poco y la verdad es que coincido contigo en todo. Al inicio se me hizo un poco lento y no le encontraba el punto, pero después, desde que empiezan a introducirse en la selva y a hacer preguntas, me encantó. Mención especial por mi parte a las plantas carnívoras que usaban como ejecutoras de la tortura y también a los nanoimolantes que usaban algunos periodistas que, a veces, les costaban la vida (o una oreja). Fueron las dos partes que más me impactaron,aunque el detalle de la menstruación también me gustó. En general eché en falta más mujeres en la trama, pero porque soy una avariciosa ;)
Genial reseña.
Bueno, creo que el hecho de que la jefa de los yabaríes que se encuentran fuera una mujer ya dice bastante. Pero con el planteamiento que tiene no podía sacar muchas más XD Gracias ^^
EliminarJunto con Domori y Barro serán mis próximas tres compras en Cerbero (si, compro de tres en tres, por que me mola XD). Me parece una novela interesante para reflexionar sobre uno mismo y su lugar en el mundo. Un abrazo^^
ResponderEliminarYo tengo que leerme aún los otros cinco primeros, supongo que tiraré por 36 después de todas las buenas opiniones que he leído. Un besazo ^^
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