Cómo ha crecido Joe Abercrombie en la última década. Quizá
no sea la más indicada para decirlo, puesto que leí La voz de las espadas hace ya mucho tiempo y por circunstancias de
la vida no pude acabar la trilogía. No es que no me gustara, al contrario,
tenía muchos de los elementos que adoro leer en fantasía. Política, magia,
batallas y, sobre todo, personajes memorables. Algo que también tiene su última
novela, Un poco de odio, pero la
evolución es más que notable.
Abercrombie nos presenta el mismo escenario que en la saga
de La primera ley, unos años después
de su finalización. Por lo tanto, si no la habéis leído y no queréis saber nada
de ella, os recomiendo que la leáis primero, ya que se hace mención a
personajes y hechos que ocurrieron entre sus páginas (y sabréis quién vive y
quién muere, por supuesto, que es lo que me ha pasado a mí). Si aun así
preferís tiraros de cabeza hacia esta nueva trilogía, podéis hacerlo sin
problema, Un poco de odio funciona de manera independiente. De cualquier forma, os doy la
bienvenida a la era industrial.
Ese es uno de los cambios más notorios. Nos trasladamos desde un entorno pseudomedieval a uno en proceso de industrialización. Las ciudades se llenan de fábricas y crecen de manera desorbitada. Esa circunstancia se une a las subidas de impuestos a los nobles, que arrebatan las tierras a los campesinos, los cuales se ven obligados a trabajar en las nuevas fábricas para poder subsistir. La sociedad se transforma a una velocidad vertiginosa, las diferencias sociales, que ya no eran pequeñas, se disparan aún más, provocando el descontento en todos los estratos. Un caldo de cultivo espléndido para conflictos de cualquier tipo, algo de lo que se nutre el autor a la perfección para presentar un nuevo electo de personajes.
Savine, una joven acaudalada especialista en hacer negocio y
explotar cualquier oportunidad de inversión a la que pueda sacar beneficio.
Orso, el príncipe inútil y perezoso que rehúsa tener responsabilidades. Rikke,
la muchacha norteña capaz de ver los fantasmas del pasado y tener visiones del
futuro. Stour Ocaso, el pretencioso heredero del Norte que pretende hacerse con
todo. Leo dan Brock, otro chuleras que también busca la gloria en el campo de
batalla. Gunnar Broad, un exsoldado con estrés postraumático y filones
violentos que regresa junto a su familia y un hogar que ya no existe. Vick, una
inquisidora que cumple con su trabajo aunque no esté de acuerdo con él en
muchas ocasiones.
De esta forma, nos paseamos por todas las clases y una
diversidad de personajes que puede resultar abrumadora. Sin embargo,
Abercrombie consigue darles una voz propia a cada uno, una personalidad única,
además de distribuirlos por tres emplazamientos que serán esenciales en esta
primera novela: el Norte, Adua (la capital) y Valbeck, una de las ciudades más
industrializadas y donde se desatará uno de los conflictos principales: la
rebelión del proletariado.
Ni qué decir tiene que esa ha sido la parte que más he disfrutado. Todo lo que tiene que ver con los cambios sociales de la Revolución Industrial, la situación (y explotación) de los trabajadores, las reflexiones en torno a las rebeliones, las diferentes perspectivas para abordarlas. El autor ya dijo (creo que fue en el Celsius de 2018) que había pasado mucho tiempo documentándose, y se nota. Ignoro si es una traslación directa de una situación real, pero sin duda todo lo que acontece en Valbeck está tratado con un realismo delicioso.
Lo creas o no, todos queremos lo mejor. La raíz de los males del mundo es que nadie se pone de acuerdo en qué es eso.
La situación en Adua es más de preparación, de conocer a
personajes, lo cual podría parecer más aburrido en primera instancia, pero qué
personajes. Savine y Orso se hacen con el control de la escena en cuanto aparecen.
Sus personalidades, por distintas que sean, son arrolladoras. La Savine
orgullosa, segura, altiva, feroz, incluso cruel, verá cómo su vida cambia en un
instante. La de Orso, como siempre, seguirá siendo un vaivén en el que
demostrará un cinismo descarnado, pero también descubrirá partes de él mismo
que desconocía. Es difícil no encariñarse con él.
Por el contrario, la trama en el Norte me ha aburrido
bastante. Solo Rikke y algunos personajes más secundarios, como Trébol o Finree
dan Brock conseguían darle miga al asunto. Y es que tanto Leo como Stour Ocaso
son dos tipejos insoportables, dos machitos peleándose para ver quién la tiene
más larga. Las batallas se me han eternizado en ocasiones, pues se intentaba
crear una tensión que no me ha funcionado, ya que los personajes implicados me
importaban bastante poco. No es que tengan nada de malo, es que es lo mismo de
siempre. Y con toda la miga que tenía lo demás, para mí ha sido la parte más
floja, a pesar de la importancia de algunos de los hechos que acontecen.
¿Y dónde está la magia que mencionaba al principio? Sin duda, el progreso ha cambiado muchas cosas, pero seguirá apareciendo algún mago empeñado en meter las narices en el futuro del reino. Seguramente quien haya leído La primera ley tenga idea de qué pretende El Primero de los Magos, pero yo que no la acabé me he quedado con la intriga. Habrá que seguir con La Era de la Locura (cuyo siguiente volumen se publicará en los próximos meses) para enterarse.
En otro orden, Abercrombie ha hablado en múltiples ocasiones
de su evolución como escritor. Siempre está bien comprobar de primera mano que
lo ha conseguido. Uno de los aspectos que él ha comentado y que queda patente
en Un poco de odio es su tratamiento
de los personajes femeninos. Recuerdo los pocos que aparecían en La voz de las espadas de una forma poco
agradable. En esta novela, en cambio, hay mucha más variedad y no se limitan a
ser putas o esclavas o a sufrir un tipo de violencia determinada. No es que el
mundo haya dejado de ser machista, en absoluto, pero las mujeres adquieren
poder, cada una en las medidas de sus posibilidades. Savine es el ejemplo más
claro, además de su mayor competidora. Isern-i Phail no se queda atrás y,
aunque Rikke al principio solo parezca una niña asustada y enrabietada, es un
personaje en evolución constante. Finree dan Brock demuestra ser una de las mejores
estrategas del reino. May, la hija de Broad, es una chica con una fortaleza y
una inteligencia increíble, y la Jueza es una loca psicópata que haría gracia
de no ser por todo el horror que lleva consigo. No es que vaya a darle un pin
al autor por hacer las cosas bien, pero es de agradecer que haya tenido esta
evolución, porque la novela gana muchísimo.
Un poco de odio es
puro Joe Abercrombie. Intrigas palaciegas, giros de guion, un narrador a ratos
sarcástico, a ratos poético. Un ritmo muy bien llevado, un estilo mucho más
pulido. Un romance insinuado que espero que deje de insinuarse porque estoy muy
dentro de esa pareja. Cuando parece que todo empieza a cerrarse, todo da la
vuelta y queda a la espera de una nueva entrega. El autor sabe lo que tiene
entre manos y se nota. Por muchos meses que me haya costado acabar el libro, lo
he disfrutado mucho. Gracias a Runas por el ejemplar y a Manu Viciano por la
traducción.