¿Recordáis aquel bonito libro de
tamaño medio que gritaba «¡DRAGONES!»? Era allá por 2003-2004, cuando yo
todavía era joven. Entonces la magia estaba al orden del día con Harry Potter y
una historia de un adolescente con dragones y aventuras entraba muy bien. Sobre
todo si acababas de empezar la ESO.
Y entró.
Eragon fue bestseller en EEUU y en España si no recuerdo mal
también, de otro modo no se les habría ocurrido adaptarlo para hacer una
película (o tratamiento para quitarte una mala digestión). No era la octava
maravilla. Tampoco lo son los libros de Dan Brown y Stephenie Meyer y se venden
como agua de mayo. Un jovenzuelo sin padre que se encuentra un huevo de dragón
aparecido de la nada, al que al parecer lo persigue medio Imperio, que tiene
que cruzar medio mapa mientras aprende a ser un Jinete de Dragón y que tiene
que matar a unos monstruos feos y peligrosos en principio puede prometer. Un
idioma para hacer magia, elfos, enanos, dragones, alguna que otra raza malévola
(úrgalos, ra'zac), espadas legendarias, una guerra pasada, una guerra futura,
un malo maloso que lleva en el poder 100 años al que hay que derrocar… Muchos ingredientes que recuerdan a la fantasía de Dragonlance y similares.
Quizá demasiados.
La historia está concebida por un niño
de 15 años para niños de 15 años. Y para esa edad Eragon cumple. No creo que
cumpla mucho más allá, sobre todo si has leído a Martin, Rothfuss o Bakker.
Pero como historia sencilla y para pasar el rato puede estar bien (claro que
para eso pillas a Pratchett).
Sin embargo, el problema de El Legado no se encuentra en Eragon. Aunque es posible que tenga
parte de culpa. De hecho, si eres un poco perspicaz, encuentras que hay
trozos en el libro que no están escritos por la misma persona. No, Paolini
no es el único que ha metido mano en las líneas, por mucho que su nombre sea el
único que aparece en la portada. Posiblemente su familia haya tenido mucho que
ver, ya que fueron los encargados de la primera publicación de la novela. Aquí
ya empiezan las dudas sobre la calidad de la saga.
Más dudas se plantean cuando después
de Eragon viene Eldest. Y te encuentras casi 1000 páginas en las que sólo pasan
cosas interesantes en ¿200? (y a lo mejor ya estoy dándole demasiadas) y donde
además la mitad de ellas son previsibles. Por lo hablar de la bastante mejorable edición que sacaron en España, plagada de
erratas y cambios en nombres que te hacen plantearte seriamente si merece la
pena gastarse el dinero en estos libros.
Pero cuando ya te das cuenta que te la
han metido doblada es cuando así por 2007-2008 al chavalín (y ya no tan
chavalín) se le ocurre la brillante idea de partir
el supuesto tercer y último libro en dos porque
se le ha hecho demasiado grande. Ahí ya te empieza a dar un tic nervioso. Después de la paja que había en Eldest tenemos dos tochos más (porque
son tochos, no son minucias) y en un principio no sabes si es que la historia
realmente lo necesita o si es por dinero (permitidme que me incline por lo
segundo). Por si esto fuera poco, el señor escritor dice que las nuevas ediciones de Eragon y Eldest serán ligeramente distintas porque al escribir Brisingr tuvo
que cambiar cosas de los libros anteriores para que los hechos tuvieran sentido. ¿Perdón?
¿Dónde se ha visto eso? (No, perdonad, pero es que después de escribir
cuatro libros me he dado cuenta de que queda mejor ponerle la cicatriz a Ron en
lugar de a Harry porque así esto queda más dramático).
Brisingr se atraganta sobremanera y Legado te lo metes entre pecho y espalda
porque por cojones narices te lo acabas después de haberte gastado 60€
en la saga y después de tanta parafernalia quieres saber qué porras pasa al
final.
Y lo que pasa es resulta ser muy predecible
y después nos encontramos con un epílogo de cien páginas que acaba haciéndote
desear que esos libros ardan por los siglos de los siglos.
Para mí, el gran problema de esta saga
es que, además de la paja, los ingredientes se
le han quedado grandes al señor Paolini. Se le escapan de las manos. El
hecho de tener una magia de ese calibre en la que puedes hacer cualquier cosa
siempre y cuando tengas energía suficiente (y si no la tienes, te pillas un
poco de criptonita y ni Superman te para) y no quieras resucitar a los muertos
es aburrido. Si eres mago, encima Jinete y sabes muchas palabritas, ni heridas
para ti, ni para tu primo, ni para su esposa, ni para tu amiga, ni para tu
dragón, ni para… ¿a que suena aburrido? Pues Paolini debió darse cuenta (o no)
y tiene varias incongruencias en un intento de darle un poco de vidilla al
asunto.
También suceden cosas como que Eragon
tenga un corte en una página y a la siguiente el corte no exista ni existirá en
ninguna más, pero en ningún lado dice que se haya curado con magia. O que haya
un grupo de cinco personas y misteriosamente desaparece una durante cinco
páginas y luego vuelve a aparecer, porque seguía allí, pero no se acuerdan de
nombrarlo. O cómo el autor va dejando caer pistas que no llevan a ninguna parte
o no se acaban de explicar nunca.
No puedes pedirle a esta historia que
se convierta en Juego de Tronos. Sin embargo creo que no hay nada malo en pedir
una revisión, una síntesis y
unos mínimos de coherencia en
algo en lo que, al fin y al cabo, te estás dejando la pasta y el tiempo.
Lamentablemente Paolini es un escritor novel que no ha sabido manejar la
información (ni el dinero) que tenía entre sus manos ni ha evolucionado en
cuatro volúmenes. Y además no añade nada nuevo al mundo de la fantasía con ellos.
A pesar de todo, El
Legado tiene sus cosas buenas. Los personajes de Ángela y el de Solembum son los más interesantes, y ahondar
más en ellos es lo mejor que ha podido hacer. La ambientación también me ha
gustado, sobre todo la isla de Vroengard o algunos pasajes de Ellésmera. Y
luego está Galbatorix, el cual se
convierte en uno de los personajes con más chicha en apenas ¿veinte páginas?
Tiene mucha miga, lástima que sólo podamos disfrutar de él al final del último
libro. Pero son elementos demasiado sueltos y secundarios como para compensar
el resto de desaguisado.
El
Legado ha
tenido puntos para ser una saga resultona, pero ha ido a caer en manos lo suficientemente
inexpertas como para acabar siendo un experimento mal estructurado,
desorganizado e incoherente. A mí me gustó con 15 años cuando empecé con el
primer volumen, pero cuando llevas a tus espaldas unas cuantas lecturas de
complejidad similar y mucho mejor llevadas, ésta se hace muy cuesta arriba. Una
lástima porque tiene muchos elementos que harían las delicias de cualquier
amante de la fantasía épica.
No sabía que había cambiado cosas de los libros anteriores, me has dejado descolocadísima O_o
ResponderEliminarA mi Eragorn me gustó cuando me lo leí, así que cuando salió Eldest también me lo compré. Pero paré ahí. Brisingr me lo saqué de la biblioteca y Legado me lo leí en el kindle (guiño guiño).
Creo que tienes mucha razón, hay ideas en el libro a las que se les podía haber sacado mucho más y secundarios molones, pero se hacen eternos, especialmente los dos del medio >_< Puede que Legado no se me hiciera tan pesado porque ya veía la luz al final del túnel ^^u
Nos vemos :P
Yo Legado también me lo leí en el kindle jajaja
EliminarA favor de Legado tengo que decir que he tardado 7 meses en leérmelo por falta de tiempo xD Quitando eso no se me hizo muy pesado excepto las 100 páginas finales esas que ya era del palo de... venga ya, esto lo puedes contar en dos párrafos ACABA YA.
Galbatorix me encantó, las páginas en que sale fueron las que más rápido me leí, pero luego el final fue del palo de: ¿así? ¿en serio? T.T