Blog de literatura fantástica

miércoles, 25 de octubre de 2017

~Reseña~ Amanecer, o el ocaso de la humanidad


He perdido la cuenta de las personas que me han recomendado leer Amanecer, de Octavia Butler, en el último año. Ese aluvión de recomendaciones tiene, como todo, sus cosas buenas y sus cosas malas. Por un lado, me parece fascinante (y creo que a veces infravaloramos) el poder del boca a boca, sobre todo en cuanto a lo de recuperar un clásico se refiere. No hay que olvidar que Xenogénesis fue traducida  en la mítica colección de ciencia ficción de Ultramar allá por los años 80 y que hoy en día apenas se puede encontrar en secciones y librerías de segunda mano. Es, por tanto, notable el interés suscitado por una novela descatalogadísima y la capacidad de difusión que dan las redes sociales. Para que luego digan que son el mal.

No obstante, también tiene su parte negativa, y es que uno llega a dicha novela con unas expectativas difíciles de cumplir. Me habían dicho que era duro y me suena tener en mente que cada tomo de la trilogía era autoconclusivo, pero ni lo primero se corresponde al “duro” al que estaríamos más acostumbrados ni daría lo segundo como completamente cierto.

Amanecer es duro, sí, pero no en un estilo grimdark ni un estilo El cuento de la criada. No resulta opresivo (al menos a mí no me lo ha parecido), porque al narrador no le parece así, pero sí muy indignante. Y tiene unas reflexiones sobre la identidad cultura y la violencia de género que pocos me habían advertido pero que conforman el núcleo de la novela.


Lilith ha sido salvada de la destrucción de la Tierra. La humanidad entró en guerra (supondremos que será la III Guerra Mundial) y en un invierno nuclear. En un estado límite, la gente que aún sobrevivía tenía que luchar contra la radiactividad, el frío, el hambre y los continuos asaltos. El ser humano estaba a punto de desaparecer. Es entonces cuando aparecen unos extraterrestres, comerciantes de genes, y llevan a todos los supervivientes a su gran nave. Lilith es una de ellas y ha sido elegida para aprender de sus ¿captores? ¿Salvadores? Será entrenada para sobrevivir en el nuevo mundo que los oankali (que así se hacen llamar) han resucitado para los humanos… O lo que quede de ellos.

Si recordáis alguna película sobre colonización (un tema que también tiene mucho que ver en esta historia) o primer contacto entre culturas diferentes, recordaréis que es típico realizar un intercambio de regalos. Una parte y otra están interesadas en intercambiar materias primas exclusivas como signo de buena voluntad y como principio de una larga y próspera relación. El problema viene cuando una de esas partes está en una posición de poder y la otra tiene más bien poco que ofrecer. ¿Qué pueden ofrecer los humanos a cambio de su supervivencia y la de su planeta? Lo único que a los oankali les interesa: sus genes.

Los oankali son una especie cuya piel está recubierta de tentáculos sensoriales: por ellos ven, oyen, sienten. Tienen tres sexos: macho, hembra y neutro (estos últimos, llamados ooloi tienen dos extremidades más que ocultan sus genitales). Ellos salieron de su planeta y han ido evolucionando gracias a la ingeniería genética. Los ooloi son capaces, gracias a sus tentáculos, de estudiar y analizar la estructura química y genética de un ser vivo, seleccionar la parte que le convenga y actuar sobre ella. Así, por ejemplo, pueden detectar un cáncer, extirparlo sin dañar a los órganos y aprovechar su información genética para, por ejemplo, acelerar la regeneración celular en caso de haber sido herido. Controlan las reacciones químicas y cuándo utilizarlas, de forma que toda su nave es un ente vivo que hace crecer las paredes por estímulos químicos.


No obstante, los oankali se encuentran con varios problemas para llevar a cabo sus propósitos. El primero, que dadas las diferencias entre ambas especies, la primera reacción humana ante su visión es pavor y asco. La segunda, la resistencia de nuestra especie a ser despojados de… ¿de qué exactamente? Ese es el tema obvio alrededor del que gira Amanecer. ¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Nuestro aspecto? ¿Nuestros defectos? ¿Nuestras capacidades? Si todo ello queda modificado.. . ¿Seguiríamos considerándonos humanos? Este pensamiento persigue a Lilith durante toda la novela. Ella se resiste a darles a los oankali lo que piden y está segura de que el resto de los humanos también lo hará.

No es un tema nuevo en ciencia ficción. Lo encontramos a menudo cuando se habla de inteligencias artificiales autoconscientes y similares. Pero en Xenogénesis la perspectiva es mucho más violenta. Porque no es una cuestión moral que hayamos creado nosotros mismos, sino que nos viene impuesta por un agente externo. Y eso plantea otra serie de preguntas más hirientes: ¿estamos definidos por la identidad cultura? ¿Qué ocurre cuando una cultura se quiere imponer a otra? ¿Hay culturas mejores que otras?

Los oankali creen que sí. De hecho, uno de los defectos que señalan en los humanos es su predisposición genética a la jerarquización. Algo que quedaría disminuido gracias al intercambio genético que planean. El resultado de ese intercambio sería mejor que sus predecesores, todo un regalo que la humanidad debería estar deseosa de recibir. Pero lo cierto es que no todos están conformes con esa idea.

De ese choque se producen nuevas reflexiones, menos obvias pero cruciales para entender la profundidad de esta historia. La primera, a mi modo de verlo, tiene que ver con el tema de la identidad cultural. Los oankali creen que su modus operandi es el correcto y, por mucho que traten de suavizarlo, se creen superiores a los seres humanos (después de que nos cargáramos el planeta y casi nos autoextinguiéramos, no diré que no tienen sus razones). Eso les lleva a manipular a Lilith, a llevarla hacia bifurcaciones falsas, a una libertad fingida, puesto que de las opciones que le ofrecen, siempre hay una claramente mejor que otra. Debido a eso, observaremos cómo, muy poco a poco, Lilith va aceptando algunos cambios (porque son mejores para ella), hasta llegar a un punto de no retorno en que, en cierta manera, sigue siendo ella, pero los suyos no la consideran humana. La protagonista se encuentra, sin pretenderlo, en una encrucijada, perdida entre dos culturas sin pertenecer a la una ni a la otra. No es raro que una autora estadounidense afrodescendiente incida en este tema en particular.


La segunda reflexión es posible que a muchos les pueda pasar desapercibida, pero para mí es muy clara (hola, gafas violeta): Los oankali (en particular, los ooloi) son a los humanos lo que los hombres a las mujeres. Estos aliens basan su relación con la humanidad en la manipulación y el maltrato psicológico, en las amenazas veladas y en la supuesta bondad de sus acciones. Ofrecen una falsa libertad para que los humanos sientan que tienen el control, cuando no es así. Los oankali lo controlan todo, a pesar de la visión sesgada de Lilith y su síndrome de Estocolmo. Los oankali violan. Violan porque “tú dices que no, pero tu cuerpo dice que sí”. No te piden permiso, porque ellos saben lo que es mejor para ti. Dicen que no están jerarquizados, que todos son iguales, pero en el fondo los ooloi tienen una posición privilegiada respecto a los machos y hembras de su especie. Y la oportunidad que brinda la ciencia ficción es que esto no lo sufre Lilith por ser mujer. Lo sufre por ser humana. Y lo padecerán también sus compañeros.

Más allá de la profundidad temática, que da para hablar largo y tendido, quiero señalar que esta primera parte de la trilogía se puede dividir a su vez en dos partes (aunque explícitamente son más): Lilith como aprendiz y Lilith como maestra. Me parece la división más evidente, ya no solo por el cambio de temática (de la reflexión general sobre ser humano se pasa a concretar mucho más lo referente a la identidad cultural y la violencia machista), sino por el cambio de ritmo. A mi parecer, Amanecer tiene una parte inicial y final muy buenas, pero el inicio de la segunda parte es bastante flojo. No solamente es lento, sino que la forma de presentar a personajes nuevos no es muy agradecida con el lector. Lilith tiene que Despertar a un grupo para enseñarles a tolerar a los oankali y a sobrevivir en la nueva Tierra que han preparado para ellos. Pero si bien algunos compañeros tendrán cierta relevancia, otros son más ruido de fondo, y sin embargo Butler dedica varias páginas a presentarlos a golpe de informe. No está falto de contexto, pero creo que habría sido mucho mejor si contara la vida de cada uno conforme los saca del letargo, y no todos de golpe.

Por otra parte, la traducción no le hace justicia. No es que sea mala, pero se nota que el libro tiene más de 30 años. Hay expresiones confusas o muy literales que ahora están en desuso y que dificultan en algunos tramos la lectura, aunque en general es un estilo preciso. Desde luego, en el caso de que alguien quisiera reeditarla, merecería la pena una nueva traducción, al menos yo lo preferiría a una nueva versión corregida.


Sin embargo, y espero equivocarme, creo que es difícil que veamos, al menos a corto plazo, una nueva edición de Amanecer en castellano. Por dos razones: la bajada de ritmo a mitad puede echar para atrás a algunos lectores; y que no me parece un volumen autoconclusivo. Entiendo por qué puede parecerlo: se cierra un ciclo y se puede tomar como una historia en sí misma a pesar de los cabos sueltos que deja. Pero a mí me han quedado muchas preguntas sin resolver (y sin muchas pistas para elucubrar sobre ello) y, lo que es más, hay una consecución de hechos que se prometen varias veces a lo largo de la novela que queda cortada a medias. Todavía no he leído Ritos de madurez ni Imago, pero, por el final, me atrevo a deducir que Xenogénesis es todo un conjunto y que es toda la trilogía la que tiene el sentido completo, y una parte es solo una parte.

No obstante, y a pesar de las pegas que le haya podido poner (no iba a ser perfecta), Amanecer tiene que leerse. Ya no solo por la importancia de los temas que trata, sino por la forma que tiene Butler de tratarlos, por todos los matices y detalles. Es una clásico muy cercano al nivel de La mano izquierda de la oscuridad, no tanto por la prosa, pero si por todo el debate que puede generarse a su alrededor sobre las culturas y los roles de género. Por mucho que parezca que habla del pasado, en realidad sigue refiriéndose al tiempo presente. No hemos escapado de la visión colonial ni la patriarcal, y son este tipo de historias las que no solo ayudan a abrir la mente, sino que animan a querer escuchar a la otra parte y a entenderla. Porque por una vez nos hemos sentido en su piel y no hay nada como la empatía para tratar de hacer un mundo más feliz para todos.



Título: Amanecer
Autora: Octavia Butler
Traductor: Luís Vigil
Editorial: Ultramar Editores
Encuadernación: Tapa blanda
Año de publicación: 1989
Nº páginas: 319




Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.

2 comentarios:

  1. Ojalá se cumpliera esa retraducción y nueva edición en algún momento. Han sido tantos comentarios últimamente que termina siendo un libro que apetece leer. Quizá (y sin quizá) gane enteros si se retradujera para su lectura. Fantástica entrada. Un abrazo^^

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    Respuestas
    1. En realidad no está mal, pero tiene cositas como "echar en falta" que te sacan de la lectura. Ojalá alguna editorial se anime. ¡Abrazotes!

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