Mostrando entradas con la etiqueta Confesiones de un diario impotente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Confesiones de un diario impotente. Mostrar todas las entradas
viernes, 4 de marzo de 2016
Querida abuela
Querida abuela:
No sé si volverás a decirme hola con tu sonrisa
desdentada, pero sé que yo no te voy a decir adiós.
No se puede decir adiós a tantos recuerdos. A los
viernes que pasamos viendo Cruz y Raya
y los sábados en el corral. A las películas de Cantinflas. A las tartas de
chocolate que aún te pedimos que hagas. A los mantecaos y los rollos. A los monigotes de los pasteles sin
cabello. A ti riñéndome por comerme la torta de carbonato cruda. A ti
haciéndonos bocadillos porque los nuestros tienen siempre mucha harina.
Tampoco diré adiós a tu pelo blanco alborotado cuando
te levantas. A los cuatro mejillones que te comes sin falta. A las pullas de
todas las comidas. Porque por mucho que digan de los Soriano, unos tienen la
fama y otros cardan la lana, y todos sabemos la mala leche de qué rama nos viene.
Abuela, solo han pasado veinte años, pero ya puedes
estar contenta. Ve con cuidaico, ojo con las subías y las bajás de los
sitios, no corras mucho que despacico
también se llega y cuando llegues, dile al abuelo que a él tampoco le hemos
dicho adiós y que os queremos.
Con todo mi cariño,
Tu nieta.
PD: Llama cuando llegues
sábado, 14 de noviembre de 2015
No nos dejemos ganar
Dijo alguien una vez:
La inteligencia sin amor te hace perverso.
La
justicia sin amor te hace implacable.
La
diplomacia sin amor te hace hipócrita.
El éxito
sin amor te hace arrogante.
La
riqueza sin amor te hace avaro.
La
docilidad sin amor te hace servil.
La
pobreza sin amor te hace orgulloso.
La
belleza sin amor te hace ridículo.
La verdad
sin amor te hace hiriente.
La
autoridad sin amor te hace tirano.
El
trabajo sin amor te hace esclavo.
La
sencillez sin amor te envilece.
La
oración sin amor te hace introvertido.
La ley
sin amor te esclaviza.
La
política sin amor te hace ególatra.
La fe sin
amor te hace fanático.
La cruz
sin amor se convierte en tortura.
La vida
sin amor no tiene sentido.
Amad. Amad sin distinción, sin lógica
ni razón, porque el amor es lo que nos hace realmente humanos.
Amad a vuestros familiares, a
vuestros amigos, abrazaos fuertemente a ellos siempre que podáis, porque en ellos
hallaréis consuelo.
Amad a vuestros conocidos, los que os
caen bien y los que no, porque alguien os lo agradecerá tarde o temprano.
Amad al resto del mundo, aunque no
sepáis cómo son sus caras ni cómo son sus vidas. Aunque no compartáis sus
creencias. Porque ellos podrían ser vosotros. Y piensan y sienten igual que
todos.
Amad. Amad y no seáis perversos, ni
implacables, ni hipócritas. No seáis radicales. No respondáis con fanatismo al
mismo fanatismo con el que os atacan. No os dejéis ganar.
Porque eso es lo que quieren, eso es
lo que buscan. Que dejemos de amar. Que odiemos. Que odiemos con tanta fuerza
como ellos odian, porque el odio es lo que mueve el fanatismo, el odio es lo
que llena sus filas, el odio es lo que perpetra sus ataques.
No odiemos, de verdad. No busquemos
más culpables que los que se han señalado a sí mismos. No busquemos culpables
en la religión, en la raza o el idioma. No tiene nada que ver con ello.
La religión no habla de odio. Habla
de amor. Amor a Dios, amor a los demás. Y no solo el cristianismo habla de eso.
Todas las religiones en mayor o menor medida comparten este eje común. No es
cosa de religión. No pongamos en boca de Dios (o Alá, o Yahvé, o quien queráis)
ni de millones de personas lo que solo piensan y hacen unos pocos. No seamos
tan simples, tan ruines. Las religiones no son buenas ni malas por sí mismas,
son un aspecto que vive en cada persona y que cada persona vive como quiere. Y
cada persona es un mundo en el que no están englobadas todas las demás.
No odiemos, porque se alimentarán de
nuestro odio. Se engrandecerán con él y harán nuestro miedo realidad.
No sucumbamos al miedo, al terror.
Porque es lo que quieren. Es lo que necesitan.
No sucumbamos a la ignorancia, porque
es la tierra donde se siembra el odio y crece el fanatismo.
Hagamos algo. Luchemos con nuestras
armas, blandamos nuestra razón. Eduquemos. Porque es la única manera que hay de
que no nos engañen, de que no nos laven el cerebro, de impedir que el
terrorismo nos gane.
Terrorismo religioso, terrorismo
machista, terrorismo económico, qué más da. Nos quieren con miedo.
Afrontemos
ese miedo. Conozcamos. Aprendamos. Eduquemos. Seamos independientes. Seamos
libres.
No nos dejemos ganar.