martes, 31 de julio de 2018
~Reseña~ Horizonte Rojo Vol. 2, o la elección del mal menor
¿Cómo reseñar, llamémoslo, la segunda temporada de una serie
sin destripar todo lo que ocurre en la primera? Fácil no es, así que para quien
no quiera saber ninguna particularidad de lo que ocurre en Horizonte Rojo Vol.
1 (Episodios 1-3), le conmino a que corra a leer
el nº 1, porque la historia de Kerr
cada vez es más compleja, más intensa y cuando empiezas no puedes parar.
También se puede escuchar qué me pareció el primer arco en
A.K.A. mi abandonado podcast.
El segundo volumen de Horizonte Rojo agrupa los números 4-7
y, al igual que el primero, cierra un arco, si bien no es el final de esta
serie de novelas cortas. Si en el Vol. 1, Rea Kerr tenía una misión que se le
complica, aparecen traiciones, chantajes y organizaciones politicocientíficas
bastante peligrosas, en el Vol. 2
asistiremos a un complot galáctico que se va fraguando poco a poco, con
nuestra mercenaria favorita de por medio. Y ella no está pasando precisamente
por su mejor momento.
El nº 4 es un descenso emocional a los infiernos de Kerr.
Los hechos acontecidos durante el número anterior la afectan mucho más de lo
que podríamos haber pensado. La capitana, apartada de su puesto por decisión de
su padre, ve enemigos por todas partes y
siente que es un desastre como mercenaria y como persona. A lo largo de los
siguientes números continuará su evolución y veremos si es capaz o no de
superar el terrible estado mental en que se encuentra.
Mientras tanto, dos acontecimientos desatan lo que serán las
dos tramas principales de este arco: la vida amorosa de Kerr y su vida laboral.
En relación con la primera, Kerr encuentra una nueva
compañera con la que se siente cómoda y feliz, pero no es la única mujer en su
vida. Hay una lucha interior constante
sobre sus sentimientos, sobre si lo que está haciendo está bien o no. Para
el lector se ofrece un dilema similar, y es que no podemos dejar de empatizar
con la protagonista, pero al mismo tiempo tenemos una perspectiva más objetiva.
¿Cuándo y cómo una relación se convierte en tóxica? ¿Cómo juzgamos nosotras a
Kerr? Y, todavía más importante, ¿tenemos derecho a hacerlo?
La vida laboral de la mercenaria también tendrá mucho que
ver con la personal, y es que en el transcurso de una misión se reencuentra con un familiar muy cercano
que había desaparecido años atrás. Este reencuentro propiciará una serie de
acontecimientos que tendrán eco en la Confederación de Planetas y la mercenaria
no dejará de hallarse en situaciones en las que tendrá que hacer elecciones que
podrían cambiar por completo el panorama político. Y no parece haber ni una
buena.
El nº 5 diría que es una novela puente. Los hilos se van
moviendo sin que se pierda el interés, con pequeñas misiones y una peligrosa búsqueda.
Y entonces llega el nº 6 y la crudeza
del 4 se queda en nada. Kerr es atrapada junto a otros miembros de la
tripulación por una especie alienígena que históricamente siempre ha estado en
guerra contra la humanidad. Es torturada durante horas, y ese evento será
crucial para los giros que se desarrollan en el nº 7. ¿Que el 6 parecía el
mejor episodio hasta la fecha? Pues en el siguiente se supera, se coloca a Kerr
entre la espada y la pared en un asalto que se vuelve en su contra.
Mientras en el volumen 1, sobre todo en los primeros dos
episodios, había bastante interacción con la tripulación para ir conociéndolos,
en este la acción se centra casi en
exclusiva en Kerr. La tripulación queda en un segundo plano excepto Rurik,
hombre al que hay que achuchar muy fuerte y que sospecho que propiciará una
inundación lacrimógena en el futuro. Pero aparte de las interacciones con él,
Ariadne y Kirsten, todo está focalizado en Rea, en sus enredos, sus problemas con
el alcohol, con los chantajes, con la familia. Sigue evolucionando como
personaje y nos introduce en un mundo todavía más gris: aquel en el que no hay
decisión buena, en el que el límite entre lo moral y lo que no lo es se
desdibuja, en el que hay personas que no son buenas ni malas, solo
perspectivas.
Para mí ha sido un chute, no podía dejar de leer y pasar las páginas. Y encima me ha dejado
con unas ganas increíbles de leer la conclusión de Horizonte Rojo. Creo que
Vega se ha superado: hay mejor control de los tiempos, de cómo se van
descubriendo las mentiras y medias verdades, de los valles y los picos de
acción, y eso se nota mucho a la hora de generar interés. Habiendo tiros, sexo,
gravedad 0, drogas y política, lo que no entiendo es que la HBO no haya
comprado los derechos ya. ¡HBO! ¡Netflix! ¡Aquí hay un filón! Mientras las
televisiones despiertan, al resto nos quedan los episodios. ¿Para cuándo el
próximo?
Título: Horizonte Rojo
Vol. 2
Autora: Rocío Vega
Editorial: Café con leche
Encuadernación: Tapa blanda
Año de publicación: 2018
Nº páginas: 450
Precio: 17,90€
martes, 24 de julio de 2018
~Reseña~ Micosis, o la realidad de una enfermedad ficticia
Hace unos meses tuve el enorme placer de betear Micosis,
de Enerio Dima, y saber que se agotaron los ejemplares en el Festival
Celsius y que tanta gente está interesada en descubrir la historia de Marga me
llena de orgullo de amiga y de gran expectación, porque esta historia es
necesaria por muchos motivos.
Lo advierto: no voy a analizar esta novela corta a los niveles
que hago con otras obras porque la leí hace meses. Vamos a suponer que si le
devolví el manuscrito a Enerio y apenas le marqué un par de errores
tipográficos es porque bien escrita estaba. Y la historia está tan bien hilada
que poco más podía hacer con ello. Pero lo importante es el mensaje que
transmite, y de eso es de lo que quiero hablar.
Micosis es una
historia de terror. No hay que buscar la colección en la que se ubica dentro de
la Editorial Cerbero, el nombre ya habla de enfermedad. Un hongo está provocando una epidemia que hace que la gente se
autolesione hasta suicidarse. Sin embargo, el terror no se esconde entre
las páginas de la novela, sino en nuestra realidad. Lo que da verdadero miedo
de esta historia es que no habla de una enfermedad ficticia, sino de una real
reconvertida a la ficción. Y es capaz de abordarla tanto desde el punto de vista
del que la padece como del que no.
Estamos hablando de enfermedades
mentales. De depresión, sobre todo. De sentirte superado por todo,
insuficiente, inútil. De que la vida
duela tanto que el único alivio que encuentres sea provocarte dolor físico.
Y cuanto más punzante, cuanto más dure, más alejada estarás y durante más
tiempo de todo el peso que cargas sobre ti. Lo malo es que luego tienes que
esconderlo porque, si no, vendrán las miradas acusatorias y, donde antes no
eras nadie, tendrás una marca, serás una loca, la gente se alejará de tu lado.
Y eso es mucho peor que ser invisible.
Micosis transforma esta realidad mental en algo tangible:
¡hongos! Eso tiene que tener cura. Pero entre sus páginas se muestra que a la
gente lo que le interesa es no verse salpicada. Dima se atreve incluso a jugar
con una voz en off que los que hemos
pasado por una enfermedad mental conocemos bien: la de quienes juzgan desde su
asiento, por cercanos que sean; nuestra propia voz interior que nos recuerda a
cada rato lo insignificantes y estúpidos que somos por cada decisión que
tomamos; la que nos muestra a cada rato todo lo que está mal en nosotras. Es
una interpelación al lector, porque si esa voz en off es un eco de la tuya… es
para detenerse a pensar un buen rato.
Por todo esto, nos
hallamos ante una historia dura. Tanto para quienes hemos estado en el pozo
como para quienes han tenido a alguien cerca. Y seguramente todos hayamos
tenido a alguien cerca, pero los enfermos lo sufrimos en silencio, como nuestra
protagonista, porque lo normalizamos y lo negamos todo lo que podemos. Porque
no podemos estar enfermos, porque a nosotros no nos pasa. Porque solo es una
vez, una crisis, y no volverá a ocurrir.
¿Qué opináis del brutalismo? |
Es jodido leerlo, de hecho hay una escena que me produjo mucha aprensión, pero es necesario. Primero, porque creo que nos hace entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás. Y
segundo, porque dentro de toda esta opresión, Dima pone un punto positivo, y es
que no tienes por qué pasarlo solo. Es la sensación de comunidad, de que no es algo tan extraño ni excepcional,
de que juntos se pueden paliar los efectos o aprender a convivir mejor con
ellos. Quizá no haya cura a la micosis, pero en la realidad estamos mucho más
preparados: buscad ayuda. No estáis
soles.
No obstante, hay algo que hizo que esta novela corta me
gustara mucho más, y es que no solo
habla de enfermedades mentales. Hay más temas ahí, quizá de menor
importancia en el transcurso de la historia, pero que nos siguen tocando de
cerca. Que la protagonista sea la limpiadora de un edificio de oficinas (como
arquitecta el inicio me ha encantado, por cierto) no es una casualidad. Que
esté separada y a cargo de dos niños, tampoco. Nada está dejado al azar. Hay crítica de clase, a esa conciencia
social que se ha creado en torno a la titulitis
que jerarquiza la validez de las personas. Marga se cuestiona todo el rato
si su vida habría sido diferente o más feliz de no haber abandonado los
estudios, y su jefe se cree superior simplemente por haber comenzado (que no
acabado) una carrera universitaria. Ni él, ni su madre, ni su exmarido la
tratan como si fuera una persona, sino como un proyecto que se quedó a medias,
defectuoso. Deshumanización. Si lo unimos a la micosis, tenemos el monstruo
perfecto. ¿Pero quién es el monstruo
realmente? ¿Qué es lo que está podrido de verdad?
El final, por cierto, quizá sea previsible desde el punto de
vista argumental, pero desde el punto de vista narrativo me encantó. Y eso
termina de redondear una novela compleja, con muchas capas y que, en
definitiva, nos está hablando de la realidad que nos rodea. Eso es lo que hacen las historias que se
quedan con nosotros, las que perduran en la memoria. De no haber sido así,
no podría haber escrito casi mil palabras sobre Micosis después de tantos meses. Es un mal rato, pero merece la
pena. Sobre todo porque fuera de sus páginas podemos hacerlo mejor.
Título: Micosis
Autora: Enerio Dima
Editorial: Cerbero
Encuadernación: Tapa blanda / bolsilibro
Año de publicación: 2018
Nº páginas: 262
Precio: 5€ / 2€ (ebook)
Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.
miércoles, 4 de julio de 2018
Pasar el muro, surcar las olas
El primer salto.
Ahora estoy dentro. Aunque siga viéndome fuera. ¿Cuánto tarda uno en creer
que ha publicado algo de forma profesional? ¿Cuando tiene el libro en sus
manos, cuando los lectores que leen contigo empiezan a leerte A TI? Hace tiempo
que se me quitó la vergüenza de llamarme escritora, que dejé de ver el ego y la
posición que implicaba para otros. Escribo, leo con ojos de escritora, intento
desentrañar los recursos y las estructuras de otras, encontrar sus intenciones,
cómo las plasman, si son o no efectivas, qué es lo que me gusta a mí. Ni soy
famosa, ni preveo ganarme la vida con esto (la mayoría no lo hacen, de todas
formas), ni tengo mucho público (aunque el que tengo es maravilloso). No soy
mejor que muchas (muchísimas) compañeras ni pretendo venderme como tal. Tampoco
soy una bohemia en un ático vintage con una máquina de escribir y un vaso de
vino en la mano. Solo escribo. Soy
escritora. Fin.
Pero ahora estoy al otro lado, como dice Hurley en La
revolución feminista geek. Ahora me van a publicar y parece que la
perspectiva cambia. No me siento mejor
ni más importante, solo más responsable. Por mis relatos, tan diferentes
entre sí, y por las que se sienten como yo me sentía hace apenas unos meses. Y
como seguramente vuelva a sentirme en unos pocos. Porque aquí… la cosa es
diferente, o al menos yo la veo así. El muro no es sólido ni opaco, una vez
entras no te quedas para siempre. Es una fina lámina de agua que te engulle y
te expulsa como un mar embravecido, estás dentro y a nada estás fuera. Solo
algunas afortunadas consiguen permanecer en el interior de forma constante,
pero no sin mucho trabajo y esfuerzo.
Sin embargo, el
trabajo y el esfuerzo no te aseguran que las olas te reciban. También se
necesita suerte. Por eso escribo este artículo. Porque sentí la humedad
asfixiante y muchas veces quise abandonar, ahogada por la pesadez del ambiente
y el rechazo del océano. Pero nunca tiré la toalla del todo. Y al final, en el
momento oportuno, los sueños se cumplen (que diría Miriam). Lo desesperante es
no saber cuándo será ese momento. Siempre he dicho que la incertidumbre es
mucho peor que la negación. Pero eso deja clara una cosa: publicar, que alguien elija tu obra para que vea la luz, no te da la
excelencia. No hay una diferencia real entre permanecer en la orilla y
estar en medio del oleaje; no en cuanto a calidad, me refiero. Si no, ¿qué
pasaría con las autoeditadas? (Estoy utilizando el femenino genérico a
propósito, porque puedo, básicamente). ¿Son menos porque "nadie las ha
elegido"? Nada más lejos.
¿Qué es la
excelencia, de todas formas? ¿Ser reconocida, vender mucho, tener más de 4
estrellas de media en GR, que te premien con una piedra? Todas estas cualidades
pueden formar parte de la excelencia, pero lo cierto es que va a depender de a quién le preguntes.
Considero que en cualquier arte siempre hay un componente subjetivo. He leído
textos impecables que me han dejado fría y otros mediocres que me han provocado
emociones muy intensas. Todas conocemos libros que parecen escritos por un
generador de sinopsis y se venden como churros. Así que, ¿por qué somos tan
jodidamente duras con nosotras mismas, por qué nos fustigamos tanto al
compararnos con otras? Por supuesto que tenemos
que aspirar a la excelencia, debemos trabajar en mejorar cada día, pero eso no
nos puede bloquear.
Además, ¿por qué hoy se me considera mejor que hace un año?
¿Porque me van a publicar? Solo uno de los cuatro relatos que verán (o han
visto) la luz este año ha sido escrito en 2018. Solo uno. Esta es la breve historia
de todos ellos, porque quizá ahora me haya engullido el mar, pero he estado en
la orilla y volveré a ella, lo sé. Regreso con cada convocatoria, a cada
momento me cuestiono mi capacidad. ¿Se puede estar en dos sitios a la vez?
Quizá en este lugar de locura e imaginación. Escribir es una vorágine, al fin y
al cabo.
Empecemos por el principio, por Cazadora de sueños. Publicado
en Libros Prohibidos hace poco más de un mes. Un pequeño aperitivo para El pasado es un cazador paciente, la
novela corta que publicaré próximamente con Sportula. No fue intencionado, pero
cuando me pidieron un relato yo estaba inmersa en las últimas revisiones de la
historia de Marina antes de enviarla a editoriales, y había un pequeño aspecto
de este personaje en el que quería profundizar. Así que la historia surgió
sola, Marina volvió a contarme su pasado y algunos aspectos del mundo en el que
vive que no había podido tocar en la novela. Si Javier Miró (La armadura de la luz, 2017) no me
hubiera hecho la oferta, quizá este relato no existiría. Y por eso le estoy
inmensamente agradecida. Porque, os guste más o menos, Cazadora de sueños cuenta
algo muy importante: el derecho que tenemos a elegir sobre nuestro cuerpo y
nuestros sueños.
Unas semanas después, La Maldición del Escritor
hacía público el fallo de la convocatoria de Iridiscencia, una
antología con relatos de fantasía, ciencia ficción y terror con personajes
LGTBIA. Oh, sí, añado la A con toda la intención, porque "Desconexión" fue seleccionado y sus protagonistas están en el espectro ace. Me hace muchísima
ilusión que haya entrado y con unas compañeras tan maravillosas. Ojalá no
hubiera que demostrar que los personajes no heteronormativos pueden
protagonizar una historia sin que esta gire en torno a su sexualidad, pero ya
que es una lucha que sigue en pie hoy en día, para mí es un placer poder
participar en ella. Sin embargo, "Desconexión" no es un relato que
escribiera expresamente para esta convocatoria. Lo escribí el pasado noviembre
con la vista puesta en Alucinadas IV y,
como podéis deducir, no fue seleccionado. Y, además, es una historia que no
hubiera nacido tal y como es de no haber leído antes La mirada extraña, de Felicidad
Martínez, y El
largo viaje a un pequeño planeta iracundo, de Becky Chambers.
Sigamos con "Vienen
con el frío", que aparecerá en
el nº
11 de SuperSonic (en papel y
digital). Este cuento tiene historia. Es un relato de terror que escribí hace dos años y medio para una
convocatoria sobre casas encantadas. No fue seleccionado. Reescribí algunas
partes que habían quedado flojas y el final. Lo mandé a otra convocatoria
similar, tampoco fue seleccionado. Al cabo de unos meses lo volví a revisar y
así se quedó en el cajón cogiendo polvo hasta que Cristina Jurado le dio la
oportunidad. Para entonces yo ya le había cogido un poco de manía y, si le
sumamos mi inseguridad, es la historia por la que más nerviosa estoy. ¡Pero si
le ha gustado a Cristina Jurado, con lo que la admiras y toda la experiencia
que tiene a sus espaldas! Pues eso es precisamente lo que hace que no me
esconda debajo de una piedra, así que mil
gracias a Cristina por su confianza y por todo el trabajo que realiza por y
para el género en España.
Finalmente, os hablaré de "Por la colectividad", que aparecerá gracias a la Asociación Heroik en Damas
verdes (y también algún caballero). Este es mi intento de dinoporno que
no seleccionaron en el Visiones del año pasado y que seguramente quede sepultado
por el de Rafa
de la Rosa. Pero son mis ranitas
espaciales y las quiero. Y Begoña Pérez Ruiz también las quiso y las ha
cuidado con mimo y ha puesto a mi gran amigo Mangrii a prologar. Y sé que lo
único que puedo hacer para agradecer a Begoña esta apuesta es seguir
escribiendo, como hace ella, todos los días y sin perder la esperanza.
Como podéis ver, menos Cazadora
de sueños, el resto de relatos
fueron escritos en 2017 o incluso antes, y todos fueron rechazados en primer
lugar. ¿Rechazados? Bueno, quizá sea mejor decir "no elegidos".
Porque no es lo mismo coger un montón de relatos y decir "tú no y tú
tampoco" que decir "tu sí y tú también", y que el tuyo se quede
fuera. Me parece una diferencia bastante grande. Y no porque yo quiera venderos
que mis relatos son la leche (que también, claro, que de algo hay que comer)
aunque no los cogieran en primera instancia, sino porque es así como funciona.
Fui parte del jurado con La Nave Invisible del I Premio Ripley y hubo bastantes
relatos que no entraron en la selección final que eran muy buenos (cosa que al
parecer se ha repetido con la segunda edición). Uno de ellos ganó un premio en
un certamen posterior. También participé como seleccionadora en la III convocatoria
de Windumanoth y varios relatos que me encantaron se quedaron fuera y han sido
publicados en otras plataformas.
¿Con esto qué quiero decir? Que no soy mejor ahora que hace un año. Y vosotras tampoco. En esto de
publicar entra en juego más gente. Ahora llevo tres meses sin escribir nada de
ficción y me está costando mucho ponerme con ello. ¿Seré peor el año que viene
si no consigo publicar nada? Hace unos días Guillem López hablaba en esta
entrevista sobre estos tiempos locos editoriales, en los que necesitas
estar continuamente surcando las olas, porque si vuelves a la orilla es posible
que no vuelvas a bañarte. Y lo triste ya no es que sea una estrategia fatal
para la producción literaria de calidad, sino que nosotras mismas, desde que
empezamos, contribuimos a esto. Porque parece que si el agua deja de mojarte
los pies ya no eres digna, si tu obra no supera la anterior eres una decepción.
La búsqueda de la excelencia, en vez de empujarnos, nos bloquea. Y eso es lo
que ha cambiado verdaderamente en mí una vez he podido chapotear. Que me siento
responsable porque todas las obras de las que os he hablado hoy son muy
diferentes entre sí. Hay ciencia ficción, fantasía y terror, unas son más
profundas y otras son puro entretenimiento. ¿Decepcionarán unas por las
expectativas que han generado las otras? ¿Decepcionaré yo si dejo de producir? Hurley
tiene razón cuando habla de que lo complicado no es llegar, sino mantenerse. Y
añado: lo complicado es mantenerse sin
obsesionarse en esta dinámica que se ha creado en el sector.
Así pues, con este artículo lo que quiero transmitir es lo
siguiente: se puede; la tenacidad y el esfuerzo son importantes pero la suerte
es un factor a tener en cuenta; las obras no se rechazan, no son elegidas;
disfrutad mientras podáis con lo que escribís. Espero que los ejemplos
personales que os he puesto os hayan servido. No os rindáis nunca.
PD: Estaré en el Celsius 232, y las tres revistas/antologías
que os he comentado hoy parece que también, por si queréis comentar algo. Con
una birra en la mano se hace mejor ^^