Una vez, en un reino muy, muy lejano, un príncipe premió a un mago por ayudar a
rescatar a una joven en apuros. Lástima que nada de esto sea verdad. Con Sueños de piedra, Iria G. Parente y
Selene M. Pascual narran la historia de Arthmael, Lynne y Hazan, de sus inseguridades y miedos y de cómo luchar
para superarlos en una historia en la que no faltan el humor, el amor o escenas
para el recuerdo. Pues nuestro príncipe en realidad sueña con gloria y
venganza, ya que creía ser el heredero de Silfos hasta que su hermanastro mayor
aparece de repente para arrebatarle el trono. Ante esa situación, Arthmael sale
en busca de aventuras para hacerse un nombre como héroe entre el pueblo, tan
querido y tan amado que su padre no tendrá otra opción que volver a nombrarlo
heredero. Lynne, por otra parte, quiere huir de la que ha sido su vida durante
los últimos años. Una vida de humillación y cadenas donde no es nadie más que
una vulgar prostituta. Pero de lo que no podrá huir es de su mente atormentada
y sus recuerdos. Finalmente, Hazan es un joven hechicero al que la magia no se
le da muy bien pero que debe buscar un remedio para curar a su hermana enferma.
Los tres protagonistas se unen en una aventura que los
llevará a recorrer Marabilia y enfrentarse a múltiples pruebas en su camino. Un
viaje al más puro estilo rolero en el que las autoras utilizan cada lance para
que aprendamos más de los personajes y ellos se conozcan mejor a ellos mismos.
Porque más que una novela de aventuras, de magia o de romance, Sueños
de piedra está hecha a partir de sus
personajes, y eso se nota desde la primera página.
En ese sentido, la
voz narrativa no podría estar mejor elegida. Los dos protagonistas, Lynne y
Arthmael, se suceden en cada capítulo para darnos una visión propia narrada en
primera persona. Cualquier otra manera de contarlo habría cambiado por completo
la esencia de la historia. Aunque por ello pecan de dejar a un lado a Hazan,
que a veces parece más un estorbo que una ayuda para el avance de la trama. Al
principio cumple su función de personaje neutral dadas las diferencias entre
los aspirantes a mercader y rey, respectivamete. Pero conforme va
transcurriendo el viaje, Hazan parece cada vez menos necesario hasta
prácticamente desaparecer del discurso. Sin embargo, no deja de ser un gran
apoyo para Lynne, y su inocencia y candidez son sin duda necesarios para que la
historia funcione.
Y es que los otros dos no podrían ser más diferentes entre
sí. Arthmael comienza siendo un capullo
integral (y no dejará de tener nunca ese toquecillo picarón), al tiempo que
Lynne es dura y decidida, además de una gran defensora de los derechos de las
mujeres, lo que le llevará a chocar en multitud de ocasiones con nuestro
príncipe, que adolece bastante de
machista. Y es que el discurso feminista
es uno de los grandes temas de esta novela, aunque quizá está demasiado a
la vista. Soy más dada a los mensajes mostrados de forma menos descarada, más
sutiles, pues me da la sensación de que el trasfondo se ha trabajado mucho más.
Sin embargo, es un tema tan importante a tratar en general y en el marco de la
literatura juvenil que quizá sí que sea necesario marcarlo de forma tan clara,
aunque es posible que a algunos les suene a adoctrinamiento. No obstante, no
han acabado de romper el cliché de la dama salvada por el príncipe en alguna
ocasión o de utilizar violencia sexual contra la mujer para hacer que esta se
rebele.
Aun así, no es este el aspecto que más me ha llamado de la novela, sino todo lo que me ha
hecho sentir. Incluso diría que la novela está fabricada a partir de los
sentimientos y mensajes que Iria y Selene han querio transmitir. Sentimientos que van tomando forma en los
personajes y se expresan en las acciones que estos realizan, de manera que
nada se deja al azar ni ningún suceso es gratuito. Y por eso llega tanto. Porque no da la sensación de tener una estructura
predefinida rellena de sentimientos para que parezcan reales, sino que los protagonistas
ya son reales de por sí, y las acciones que realizan no están forzadas porque
nacen de esas mismas emociones que irradian. Las metas que estructuran la
narración están pensadas desde el punto de vista emocional, no del de la trama.
Entiendo que para algunos esto puede ser un error, pero dudo
de que la intención de las autoras haya sido en algún momento hacer una gran
novela de aventuras, sino una historia donde son los choques emocionales que se
plantean lo que realmente hace evolucionar a los personajes. Hay una
transformación constante, un crecimiento palpable de estos de principio a fin.
Lynne me ha tocado mucho la fibra sensible. Su oscuridad, su ímpetu de ser
alguien por ella misma, de descubrir sus límites sin ayuda de nadie me ha hecho
sentirme muy en consonancia con esta historia. Además, su actitud es básica
para impedir que el romance se coma un mensaje también muy importante: el amor
ayuda, pero no soluciona las inseguridades. Y es que hay que empezar a
desidealizar el amor como solución y fuente suprema de felicidad, pues al final
crecemos con esta idea que solo lleva a frustración y engaño.
Leí Sueños de piedra
temiéndome lo peor por todo el hype
que se había creado a su alrededor. No es perfecto, tiene muchos puntos a repensar,
un worldbuilding que merece ser mucho
más explotado. Pero desde luego a mí no me ha decepcionado ni un ápice. Después
de haber sufrido la fiebre idhunita o la potteresca, de haber leído esta novela
con unos cuantos años menos estaría fangirleando
como si no hubiera mañana. Puede que sea demasiado sencillo, demasiado
romántico o demasiado descarado, pero hacía mucho que un libro no me hacía
sentir de esta manera, y desde luego no puedo hacer menos que auparlo a lo alto
de mi lista de libros juveniles.
Sueños de Piedra
no está siendo un éxito porque su target más directo sean adolescentes que leen
cualquier cosa. Sueños de Piedra no es cualquier cosa. Y que su público
principal sea juvenil no significa que sea el único que pueda leerlo. No lo es,
desde luego. Esta historia puede llegar igual a un quinceañero que a un
jubilado. Y su secreto es que todos
somos un poco Lynne, un poco Arthmael, un poco Hazan. No hemos pasado por
lo mismo que ellos, pero sí que hemos sentido (o estamos sintiendo) lo que
ellos sienten. Y por eso son capaces de emocionar.
Y para emocionarse no hay que tener una edad en concreto, solo
ser humano.
Título: Sueños de piedra
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
Editorial: Noctura ediciones
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Año de publicación: 2015
Nº páginas: 573
Precio: 16,50€
PD: Los dibujos pertenecen a Marta Montell. Por si tenéis más curiosidad, estos son su tumblr y su deviantart.
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