Puede
que, a estas alturas, hablar de un juego estrenado en PS3 allá por el año 2012
pueda considerarse irrelevante, desfasado e incluso falto de originalidad (¿es
que acaso me he quedado sin ideas? ¿Sin material sobre el que escribir?). Quede
constancia de que, a pesar de que la semana pasada no pude (por circunstancias)
publicar la crítica que tenía pensada, iba a escribir ésta para la presente.
Sin embargo, y quizá a causa de la deriva del Destino, pasé a enfrentarme a
una señora Obra de Arte que me vino con la suscripción a PS Plus del mes de
septiembre.
Dicen que eso de las maquinitas no es sino un pudrecerebros más para limar la capacidad neuronal de los nuestros niños. Que el mata-mata es lo único que existe cuando encendemos la bicha aquella. Que toda la gente que dedica su valioso tiempo en jugar son unos haraganes descastados sin vida ni amor propio. Oh, y tóxico también, una fuente de cyberbullying difícil de frenar y fuera del control de los adultos serios y con trabajo fijo.
Journey
parece que ha cogido todas las falsas concepciones sobre el mundo actual
concerniente a los videojuegos y las ha recubierto de azúcar glass para
después envolverlas en papel de regalo para que aquellos que pronuncian
semejantes absurdeces se las coman con patatas. Journey agarra tu vida por el
corazón y te obliga a replantearte cómo te relacionas con el mundo que te rodea
con una sonrisa y una caricia suave. Journey es Paz. Journey es Amor.
Nada, aquí, esperando el autobús |
Es posible
que en mi vagabundeo personal por el desierto de Journey me lleve a detenerme
en los oasis espoilerosos de su trama, así que avanzad con cuidado si
evitarlos deseáis.
La premisa que presenta no puede ser más simple. Apareces en un desierto, y debes encaminarte a la cima de la montaña que se atisba en la lejanía. De hecho, tu peregrinaje no necesita de explicación alguna; ni una sola palabra se pronuncia en las pocas horas que dura el juego. Si deseas detenerte a comprender las profundidades del trasfondo, el juego te las proporciona en forma de paneles desbloqueables en cada nivel.
¿Y ahora, qué? |
Los
niveles presentan simples puzzles, y al acabarlos te presentan una escena que
te introduce al siguiente nivel. Su duración es corta pero intensa. En apenas
una tarde pueden completarse todos los niveles, aunque ofrece el componente
rejugable suficiente para instarte a completarlo una segunda (o tercera) vez.
Wait a minute. ¿AHÍ ARRIBA? |
Lo
que más me sorprendió fue el aspecto multijugador. En cada nivel puede haber
dos jugadores simultáneos, que pueden ayudarse mutuamente para poder
terminar el nivel en menos tiempo. En cualquier otro juego, la aparición
aleatoria de cualquier avatar controlado por una persona podría significar el
inevitable «troleo» por los lols y demás estupideces. Sin embargo, las
herramientas que Journey proporciona para la interacción imposibilitan ese tipo
de comportamiento. Los peregrinos tienen más posibilidades de avanzar rápido
con la ayuda del otro, y de hecho, el juego se siente mucho más completo
cuando se completan los niveles en compañía de un desconocido con el
mismo objetivo que tú. He llegado a sentir la necesidad de ayudar cuando he
visto al otro jugador perdido, sin saber qué hacer.
Tiroriroriiiiii |
Aun
con todo lo que he dicho, es la belleza visual y auditiva de absolutamente
todo lo que compone el juego lo que realmente te atrapa frente al
televisor. Llegas incluso a sentir que caminas por la arena dorada, que el
viento te empuja hacia atrás o que te deslizas por la pendiente de la duna.
Sencillamente, es una maravilla. Es todo a lo que nos referimos cuando decimos que los videojuegos pueden ser obras de arte. Tiene un alma que muchos otros juegos de presupuestos estratosféricos no pueden ni soñar a aspirar a tener. Y lo que es más, es un juego que no te deja indiferente, que aun con el paso de los días sigue ahí, acampado, recordándote el bellísimo final y los momentos que has pasado con tus compañeros de peregrinaje. Es la prueba de que puedes hacer mucho, muchísimo con apenas unas horas de vagar por el desierto de Journey.
A estas
alturas, ¿debo confirmar que es un FUCK YES COMO EL DESIERTO DEL SAHARA?
Es que ni lo voy a decir. Me siento ofendido ante la duda. Ea.
Lo jugué esta navidad pasada y me enamoró completo. A mi y a todo el que había cerca, tiene una maravillosa historia contada sin palabras. Es difícil hablar de este juego, es esa arena mágica que se deshace, esa banda sonora, la posibilidad de ayudar a otros...
ResponderEliminarMe parece estupendo que hables de este juego ahora, igual que se reseñan libros que no son novedades :)
Me ha encantado leer tu opinión
¡Un saludete!!
Es que es muy difícil que explicar sin que lo hayan jugado. La necesidad de ayudar al otro peregrino si le ves dando tumbos es algo que en ningún otro juego he visto.
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