El oro de los dioses es una cárcel en la que Orión se ha
visto atrapado desde que nació. El rojo de la sangre es lo que Asteria vive
cada día desde que le arrebataron su hogar, a ella y a sus hermanas. Ambos son prisioneros y ambos quieren ser
libres. Pero ninguno conocerá las consecuencias de sus actos hasta que sea
demasiado tarde.
Rojo y oro comienza con una confabulación y una
traición, con alianzas no buscadas y verdades ocultas. Mentiras, mentiras
por todas partes. Realidades demasiado crueles para cualquiera que no tenga
icor dorado en las venas. Una historia que, aun pudiendo ser considerada para
un público juvenil-adulto, me parece más madura que las publicadas
anteriormente, lo cual es un buen signo de que Iria y Selene van evolucionando.
En esta novela hay
dolor, mucho dolor. Egoísmo, circunstancias injustas que harán que los
sentimientos estén siempre a flor de piel. Pero
también hay amor, un amor que va más allá de lo romántico y establece unos
lazos mucho más fuertes y duraderos. Es una historia sobre el sufrimiento,
sobre las cosas que pueden rompernos como personas, pero, sobre todo, es una historia sobre el amor incondicional,
fraternal, de la amistad y la confianza, de las pequeñas cosas que nos salvan.
Asteria es una amazona arrancada de su pueblo que se ve
obligada a luchar como gladiadora en el anfiteatro de Élada para diversión de
sus ciudadanos. Sin embargo, cuando se convirtió en la campeona del emperador
no quiso que la liberaran, sino que fueran liberando a sus compañeras cada vez
que ganara un combate. Toda la historia
de Asteria se asienta en el amor que siente hacia su pueblo y sus amigas.
Para ella es vital su cultura, que se verá reflejada en el lenguaje (uso del
femenino neutro en los plurales, por ejemplo) y en su concepto de familia. Todo
lo que hace lo hace por ellas, en un claro ejemplo de sororidad
y entrega sin condiciones. Aunque Asteria no evoluciona demasiado a lo largo de
la novela, sí que hay diversas escenas en que podemos conocer pequeños aspectos
que hacen de ella un personaje más real: sus burlas frente a la seriedad, sus
sueños frente a la cruda realidad que le ha tocado vivir, su calma frente a la
tempestad que se desarrolla a su alrededor. Asteria muestra una cara según la
situación y la gente con la que se encuentre, y ese es uno de los factores que
ha hecho que me parezca muy cercana.
Orión, por su parte, es un dios esclavizado desde su
nacimiento por los crímenes que cometió su madre. Torturado, aterrorizado,
busca una salida sin pensar demasiado en las consecuencias que pueda tener. A pesar de todo lo que ha pasado, es
inocente e ingenuo, quizá por su condición benévola como dios de la Vida,
pero a mí no me ha terminado de convencer. Me cuesta creer que, con los palos
que le ha dado la vida, la falta de amor que ha tenido siempre y sabiendo como
sabe del egoísmo divino, no sea más desconfiado. Por suerte, Orión crece a lo
largo de la novela (a base de mazazos, claro) y sus objetivos van cambiando
conforme se cerciora de la realidad y la separa de sus sueños e ideales.
La inocencia de uno se entrelaza con la desconfianza de la
otra para conformar una pareja que funciona muy bien a nivel narrativo. Juntos exploran temas como la justicia,
el egoísmo o la culpa, sus límites y sus ironías. La dualidad permite al
lector ver cómo los hechos por los que Orión se siente culpable son los que
Asteria agradece, y viceversa, transmitiendo así un mensaje muy importante:
muchas veces nos machacamos a nosotros mismos mientras que la percepción de los
demás es totalmente diferente. Ambos nos enseñan que a pesar del dolor y la
pena, cuando creemos que no queda nada por lo que vivir, siempre se pueden encontrar
cosas o personas que nos aten a la vida, que nos den esperanzas y nos hagan
soñar de nuevo.
El resto de personajes quedan más desdibujados al centrarse
los puntos de vista en nuestros protagonistas, por lo que también quedan más
polarizados. Lysandra o Ligeia aparecen como personajes blancos, con carácter,
tratados con injusticia, mientras que Hera, Hades o Eris son personajes
oscuros, cegados por la venganza. El emperador ni siquiera tiene esa excusa, es
malo y retorcido per se. Más interesantes me han parecido Atenea, Artemisa o
Zeus, que pese a caracterizarse por el típico egoísmo de los dioses también
demuestran compasión o cobardía. Entiendo que las historias de Iria y Selene se
centran mucho en los personajes principales y sus sentimientos y es normal que
los secundarios queden mucho más olvidados, pero en cuanto a los villanos
preferiría que fueran más grises. Aun así, han sabido compensarlo haciendo que
amigos y enemigos vayan cambiando de bando según convenga, por lo que los villanos son tan variados que la
tensión nunca se pierde.
Las autoras juegan con la mitología griega en un mundo de
fantasía. Puede que esto escame a algunos puristas o acérrimos del worldbuilding que quizá se pregunten por
qué no inventar dioses nuevos (sus nombres), ya que los sucesos que narran son
ajenos a los mitos y el lugar donde se asienta la historia (el imperio de
Élada) es ficticio. Bueno, y por qué no. Si hay un dios del trueno, una diosa
de los matrimonios, una del amor, de la caza, de la sabiduría, un dios de la
muerte, de la guerra, del fuego… Quizá coger personalidades que nos son
familiares no sea tan malo. Al fin y al cabo, el panteón griego es uno bastante
cercano a nuestra cultura, y es una historia de fantasía como puede ser
Cenicienta. Si se pueden hacer versiones de cuentos clásicos, ¿por qué no de
mitos?
Por otra parte, Iria y Selene no han perdido su capacidad
para atrapar al lector entre sus
páginas. Con un estilo directo e íntimo nos introducen no solo en las acciones
de los personajes sino también en sus mentes, en sus motivaciones. El inicio es
fuerte, aunque creo que el esquema de "pruebas 1, 2, 3" hay que
utilizarlo con cuidado. Quizá el ritmo baja a mitad de novela, donde la acción
se deja un poco de lado para centrarse más en los sentimientos de los
personajes, en su necesidad de olvidar el sufrimiento y encontrar el cariño que
les ha sido arrebatado. Me han gustado mucho las descripciones de los gestos, en este caso tan importantes, porque
son sencillas y al mismo tiempo muy
visuales. Pero incluso así, en un estadio tan íntimo, saben sacarle partido
para hablar de otros temas más secundarios en la novela pero igualmente
relevantes como son la libertad sexual.
Eso sí, creo que el libro ya respira feminismo gracias a Asteria y su cultura;
me ha parecido un tanto innecesario introducir algún pequeño discurso con la
excusa de las historias de Ligeia. No por incorrecto, sino porque creo que el
tema ya se trata de una manera más sutil y suelo ser más partidaria de ello; lo
prefiero así en lugar de escuchar claramente la voz de las autoras en la
novela.
En cualquier caso, lo he devorado y el final me ha
encantado. Quizá no sea el más justo, pero sí el más lógico y, dentro de esa
lógica, el más feliz. Adoro los finales
con ese deje agridulce. Me ha gustado especialmente esa reflexión sobre el
egoísmo, sobre hasta qué punto cuando hacemos algo por alguien no lo hacemos en
realidad por nosotros mismos. Creo que Rojo
y oro es una historia más madura con temas más sutiles pero universales y
profundos, aptos para cualquier lector y de cualquier edad. Además me parece
una gran forma de acercar la mitología al público juvenil y a que se interesen
por algunos mitos que se mencionan por encima, como el de Eurídice, Perséfone o
Casiopea. Tampoco puedo dejar de nombrar las
ilustraciones de Mar del Valle, preciosas y en momentos clave, que
colaboran en crear ese aura mágica, dorada y carmesí, que despide la novela en
cada página.
Título: Rojo y oro
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
Ilustraciones: Mar del Valle
Editorial: Alfaguara (PRH)
Encuadernación: Tapa blanda
Año de publicación: 2017
Nº páginas: 448
Precio: 16,95€ (7,99€ ebook)
Aquí una mitologinazi y obsesionada con el worldbuilding (y pagana).... Creo que la respuesta a por qué no trastocar los dioses podria ser algo larga. Dejemosla en que los Dioses no son solo personajes, son arquetipos con un peso importante, y mantenerlos es una simple cuestión de respeto. Se puede innovar, si, si nos atenemos al arquetipo... Si no, estamos creando un personaje nuevo con un nombre robado.
ResponderEliminarCreo que en sí la personalidad de los dioses no se ve altamente alterada... Es decir, Zeus no es noble ni Hera una sumisa. Sin ser una experta en el tema diría que reflejan bastante bien la esencia mitológica de cada uno. La versión es de los mitos, no de los personajes.
EliminarVoy a tener que leerlo, entonces. *Las pobres autoras acaban de sentir un escalofrío*
ResponderEliminarAhora es cuando descubres que no tengo mucha idea de mitología XD
EliminarNo las tenía todas conmigo con este libro pero después de tu reseña. Vaya tengo muchas ganas de leerlo. La verdad es que a mi el tema de amazonas me llama muchísimo la atención. El de dioses griegos y latinos también, por supuesto. Así que todo junto debe ser bastante interesante de ver.
ResponderEliminarA ver si lo leo pronto.
Un saludo
Hay gente a la que no le he recomendado otros libros de las autoras porque no los veía de su estilo y este sin embargo sí. Te recomiendo que leas los primeros capítulos que hay disponibles en la web de la editorial, a mí me molaron mucho y me dejaron con ganas de seguir. Si lo acabas leyendo espero que te guste. Un saludo :)
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