Blog de literatura fantástica

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    A caballo entre lo onírico y lo distópico El pasado es un cazador paciente es una historia inquietante y evocadora a partes iguales.

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lunes, 30 de diciembre de 2019

2019 en libros


No sabía muy bien cómo llamar a este artículo porque va a ser un batiburrillo de cosas. De recomendaciones, de repaso y de intenciones. Tomaoslo como un "Laura vuelve a dar la turra con sus movidas", que al final es lo que hago todo el tiempo, ¿no?

La literaturra


Empecemos por el principio. 2019. Qué infierno de año. No es que haya sido especialmente malo, pero sí especialmente estresante. Volver a estudiar, casarme, trabajar, más todos los proyectos en los que andaba metida... ya podéis imaginar. En verano quise retomar un poco el blog pero me fue imposible. Entre otras cosas, porque julio lo dediqué a comenzar una novela (que ahora mismo está aparcada porque el adulting no me deja seguir). La boda ha pasado, he reducido mi presencia en la Nave Invisible, Libros Prohibidos y Windumanoth, también aparqué la lista de correo (ni hacer spam debidamente puedo ya, aunque estoy planeando una sorpresita para 2020 como compensación... si me da la vida) y aun así desde octubre tengo la ansiedad por las nubes, la concentración por los suelos, he vuelto a morderme las uñas como si no hubiera mañana y se me cae el pelo como no me ocurría desde hacía tiempo. Es decir, bien, lo que se dice bien, no estoy. Tampoco nos asustemos. No estoy deprimida, aunque he tenido algún día malo, de esos de no querer salir de la cama. Al contrario, aunque mi fe en la humanidad es cada vez más escasa, tengo ganas de sacar adelante mis proyectos. Sin embargo, no puede ser todo a la vez.

Tampoco es que todo haya sido malo. Es cierto, solo he conseguido terminar de escribir dos relatos, pero también he publicado dos relatos y una novela corta: «El Mar del Sepulcro» (Actos de Fe, Cerbero), «Vuelve al crepúsculo» (SuperSonic nº 15) e Izahi, a tus hijas (Hati), mi primera incursión en la fantasía juvenil.

No mucho antes había publicado El pasado es un cazador paciente, así que básicamente podríamos decir que 2019 ha sido mi primer año como autora publicada. Tampoco ha sido fácil en ese sentido. No es que esperara gran cosa; ser autora novel en editoriales independientes y sin distribuidora no es la panacea. Las redes sociales engañan mucho, porque el grueso del público está fuera. Y el grueso del público compra en librerías. Si tu libro no está en ellas, no esperes que vayan a la web de la editorial a comprarlo. O Amazon o nada. Tampoco se reseña. Calculo que solo el 10-20% de las compras acaban teniendo una valoración en GoodReads, opiniones aún menos. A las presentaciones de libros van tus amigos o familiares, algún conocido y una señora que pasaba por allí y se queda un rato para ver de qué va el asunto. Todo eso lo intuyes cuando eres lectore, pero hasta que no publicas no te das cuenta de cuánta verdad hay. Y es que la publicación está muy romantizada. Todos los meses sale algún pozo de envidia menospreciando a autores que han publicado porque, según elles, «lo han hecho por enchufe». De acuerdo, publicar, por pequeña que sea la editorial y pocas las ventas, es hacer currículum, un poco de ruido, tener puntos para seguir creciendo. Pero que estáis peleando por una parcela con la que no podéis ni hacer un viajecito de Barcelona a Murcia (os lo digo yo, que he ido en tren, bus y coche y no bajas de los 50€ por trayecto). Por no hablar de que muchas de las convocatorias por las que hay acusaciones son sin remuneración. ¿Estamos loques? Brindo por un 2020 con más apoyo entre escritores, porque eso es lo que nos hace falta.

Con todo, he tenido firmas (¡hasta en Sant Jordi!), una ponencia en el Congreso Visiones de lo Fantástico con Anna Roldós y una mesa redonda en el Encuentro Luminaria de Zaragoza. Además, allí fui finalista del certamen de audiorrelatos por Otra carrera de Alonso que no acaba bien (si preferís leerlo a escucharlo, está disponible en este mismo blog) Fui al Ansible a ver gente bonita y me encontré con Pamela, que vino de Chile en nombre de La ventana del Sur. Y ya por último, hace unos días me enteré de que El pasado es un cazador paciente estuvo a puntito de ser nominada a los Ignotus (¡faltó un voto!), así como mi artículo «Feminismo literario: modalidad difícil». Después de este año de altibajos y de productividad literaria escasa, no podría estar más agradecida por ello, y por todas las oportunidades que me han dado. Quiero intentar muy fuerte quedarme con todas estas cosas bonitas para que el próximo año sea aún mejor.

¿Entonces qué va a pasar en 2020?

No me he retirado por completo de ningún proyecto literario porque creo que puedo seguir aportando cosas, aunque sea de manera más puntual (y porque mis jefes son muy comprensives y buena gente, eso también). Pero sí he decidido dejar las reseñas periódicas a un lado. Este año he leído poco en comparación con los anteriores, lo que significa que no tengo tantas oportunidades para elegir lecturas. Y necesito hacerlo. No porque no me hayan gustado las obras que he elegido este año, sino porque tardo mucho en leerlas, lo que conlleva que luego me cueste más reseñarlas. Y también que tenga poca variedad. Había dejado de leer libros gordos porque tendría que aparcar los compromisos, y lo mismo me ocurría con libros que no eran de género. Eso se va a acabar. Necesito leer ensayos, o clásicos, o los tochos de Sanderson. Con el nivel de estrés que llevo necesito que la lectura vuelva a ser un hobby y nada más, no un trabajo. Volver a reseñar cuando me apetezca (ahora estoy haciendo minirreseñas en instagram, por ejemplo), tomar notas con calma y retomar la escritura.

Porque sí, también necesito escribir. Seguro que alguno pone los ojos en blanco, pero es algo que siempre me ha pasado. Noto cuando llevo mucho tiempo sin escribir, y tener un proyecto a medias y no encontrar el momento para retomarlo es agotador. Quiero intentar volver a él a principios de este año, y si veo que no lo consigo volveré a tirar por proyectos más cortos (será por proyectos a elegir). Si luego salen o no salen es otro asunto, pero no pueden quedarse en cuatro notas de libreta.

¿De qué depende entonces de que tenga más o menos tiempo para escribir, si me aparto de los proyectos literarios? Del trabajo. Estoy estudiando diseño (lo que ya me quita bastante tiempo) y soy correctora profesional. Eso es prioritario, porque sin dinero no hay comida, y sin comida no hay Sierpe que escriba cosas. La vida es así.

¿Publicaré algo nuevo? Teniendo en cuenta que en 2019 solo he escrito dos relatos y uno ya ha sido publicado (el de SuperSonic), 2020 pinta desértico a no ser que la suerte me sonría un poco. Pero sería cuestión de las convocatorias para antologías o revistas. Es muy difícil escribir algo más largo (una novela corta o una novela) y que te la publiquen el mismo año sin que te hayan pedido el manuscrito. Así que no hay mucho que esperar.

¿Qué voy a mantener? Como decía, estoy haciendo pequeñas reseñas en instagram de algunos de los libros que leo. O voy comentando libros a trozos, según la longitud. Me gusta hablar de libros y recomendarlos; no quiero renunciar a eso, pero me estoy adaptando a otros formatos que me permitan tener más tiempo para otras cosas. Quizá no guste a todo el mundo, pero hay otros blogueros que hacen análisis excelentes de sus lecturas, con lo que no creo que se me eche de menos. Sigo echando una mano en la Nave Invisible, en Libros Prohibidos y en Windumanoth y voy a intentar mantenerlo también, a no ser que los proyectos se vean beneficiados si me voy. Lo último que quiero es estorbar.

Y, después, lo que venga. Que, entre otras cosas, tiene pinta de ser libros muy interesantes: Una órbita cerrada y compartida, La simiente de la Esquirla, La Compañía Amable 2 o Calculating Stars son algunos de los títulos que más alto apuntan este 2020. Pero no adelantemos acontecimientos. Después de la turra que os he dado deberíamos llegar a lo que seguramente os interese DEBERDÁ, es decir, de 2019 y de libros.

2019 en libros

El cierre


El cielo de piedra, de N. K. Jemisin

No creo que sea el mejor de la trilogía pero sí que es un digno final. Tan crudo como los anteriores, pero distinto, porque en cada libro Jemisin ha ido hurgando más y más en nosotros hasta dejarte los sentimientos en carne viva. Si todavía hay alguien que no conoce La Tierra Fragmentada, le diré que aunque hay violencia explícita, no es eso lo que te deja por los suelos, sino el ver hasta qué punto puede la humanidad subyugarse a sí misma bajo excusas xenófobas y opresivas de cualquier índole. La autora denuncia lo peor del ser humano, denuncia que el odio genera más odio y que no se puede crear una nueva sociedad sobre sangre. Lo hace a través de personajes que intentan sobreponerse a su rabia y luchar por los demás de la mejor manera que saben. En medio de un mundo colapsado hay dolor, un dolor hondo y desgarrador, pero también esperanza. Y, sobre todo, lo que hay es humanidad, lo que implica contradicciones, equivocaciones, malentendidos. Este libro duele tanto porque es muy real, y ese realismo dentro de la situación fantástica que crea Jemisin es lo que hace que sea una historia firme y coherente hasta el final. Para mí es la mejor trilogía que he leído hasta el momento.

El inicio


Pakminyó, de Felicidad Martínez

Si este libro se hubiera publicado originalmente en inglés, otro gallo estaría cantando en este momento. Tiene aventura, tiene magia, tiene amistad, tiene crítica social, tiene luchas de poder, tiene una civilización con una estructura social diferente a la que conocemos, tiene nombres de sonoridad exótica, tiene combates, tiene ritmo, tiene intriga, tiene colorido... tiene todos los ingredientes para convertirse en un clásico de la fantasía actual. Pero los autores españoles siempre juegan en otra liga. Es una pena, porque se dice mucho que la fantasía es un género agotado donde poco más se puede innovar, pero lo cierto es que Martínez lo hace, y de muchas formas diferentes.

Dejando de lado la raza protagonista y el sistema de magia, que siempre es algo con lo que se juega mucho, la autora sigue la misma medotología que encontramos en su ciencia ficción: una coherencia férrea entre sociedad y lenguaje. ¿Estamos ante una civilización estructurada como un enjambre de abejas? La mayoría de expresiones vulgares que utilizamos se adaptan a ese hecho, y varían también según el lugar donde vivan los personajes. ¿El género y la identidad sexual conforman todo un espectro donde todo está aceptado? Pues gramaticalmente no habrá género marcado a no ser que se exprese el género de los individuos. Y así con todo, aunque estas son las características más notorias.

Otra particularidad es presentar una ambientación difícil de ubicar en un tiempo o un lugar concretos, aunque sin duda hay una gran influencia coreana en la denominación de las familias, así como muchas escenas que beben directamente del anime. Pero lo más interesante es la crítica social hacia un sistema donde hay unos grupos privilegiados y otros oprimidos, la oposición de puntos de vista diferentes, la crítica a los extremismos. Es clave todo lo que hace referencia a la lucha de clase o la alternativa capitalista. También a la tecnificación. Creo que Pakminyó se adelanta en ese sentido a una sociedad automatizada para destacar también el valor de lo manual. Toca un buen puñado de temas de gran relevancia, algunos de forma más sutil, y siempre aprovechándose de las posibilidades del fantástico para llegar mucho más allá de la literalidad. Eso le da a esta obra una cualidad atemporal, si es que la autora mantiene el nivel en las próximas entregas.

El deseado


Las mocedades de Rodrigo, de Almijara Barbero

Llevo esperando desde 2016 a que Almijara publique algo más largo que un relato, y la espera ha merecido totalmente la pena. Fantasía con humor, medievo español ucrónico, queer, sin machismo, con coros celestiales y un flubber ultrapoderoso. ¿Qué más se le puede pedir? La siguiente parte, sin duda.

Me parece muy difícil lo que ha hecho Barbero, no solo por el atrevimiento (¿versionar al héroe más grande de España? ¿Con los tiempos que corren?), sino por la forma de contarlo. Un estilo juglaresco, donde la narración se pierde en detalles, regresa al pasado y vuelve al presente sin que apenas te des cuenta, deleitándote en las frases, por largas que sean. Está lo más alejado posible del estilo actual, pero eso solo lo hace más auténtico. Y encima sabe jugar con ello para hacerlo parte de la tragicomedia que es la historia. Todo está engrasado. Ha sido una delicia.

La sorpresa


Aracnefobia, de Celia Añó

Seré sincera: le compré este libro a Celia porque la conozco de twitter, admiro un montón su energía, su imaginación, sus ganas de hacer cosas. Me la encontré en Sant Jordi en la parada de LiterUp y le compré el libro. No había leído ninguna reseña, aunque había visto alguna pasar por mi TL. Todo bastante discreto (lo normal para una novela corta en una editorial independiente, como decía antes). Lo empecé meses más tarde porque entraba en el rango de los Premios Guillermo de Baskerville.

Me flipó.

En primer lugar, porque no esperaba que alguien como Celia escribiera algo así (por temática y argumento). En segundo lugar, porque no esperaba que alguien como Celia escribiera algo así (es su primera novela corta y no lo parece en absoluto). Y en tercer lugar porque CÓMO ERA POSIBLE QUE LA GENTE NO ESTUVIERA HABLANDO MÁS DE ELLA.

Me alegré muchísimo cuando me enteré de que ganaba finalmente el Premio Guillermo de Baskerville, porque eso significaba que no solo yo había visto una obra muy bien construida, pensada y escrita, y tengo fe en que a raíz de ello más gente pueda conocer a Añó y leer su obra. Solo deseo que esta mujer siga dándonos sorpresas a lo largo de los años.


¡Feliz 2020 libresco!


Y hasta aquí este resumen de 2019. Espero que vuestro año haya tenido menos altibajos y que 2020 esté lleno de lecturas tan apetecibles como las que recomienda Boy with letters (y que tengáis dinero para adquirirlas). Yo seguiré hablando de libros por donde y cuando pueda. ¡Besotes!




Laura S. Maquilón
Diseñadora, correctora y escritora. Redacto en Revista Windumanoth y Libros Prohibidos. Autora de El pasado es un cazador paciente e Izahi, a tus hijas.

lunes, 17 de junio de 2019

~Ficción corta~ Capítulo #6


Esta semana se la dedico a dos novelas cortas de ciencia ficción, muuuuy diferentes entre sí pero ambas muy recomendables. ¿La has leído? ¡Cuéntame qué te parece!



La textura de las palabras, de Felicidad Martínez

Como bien cuenta la propia autora en este cómo se hizo, esta novela corta formó parte de la antología Akasa-Puspa, de Aguilera y Redal (Sportula, 2012), un volumen que exploraba el universo que habían creado estos autores a través de numerosas obras de space opera. Martínez narra el crecimiento y desarrollo de Charni, una niña que pertenece a la sociedad ksatrya. Esta sociedad se caracteriza por estar dividida según el género: los hombres son aguerridos mercenarios y las mujeres trabajan y dan a luz encerradas en el interior de su planeta. Para más inri, cuando solo tienen unos pocos meses, las ciegan. De esta forma, se ven obligadas a recibir toda la información y comunicarla por otros sentidos, principalmente el tacto.

Para quienes hayan leído La mirada extraña, encontrarán similitudes con "Fuego cruzado" por la forma en que desarrolla el lenguaje, plenamente condicionado por el entorno en el que viven. Sin duda este es uno de los puntos fuertes ya no solo del relato, sino de la autora. Sin embargo, la obra es más que el mundo que construye, aunque la trama vaya ligada de forma intrínseca a él.

Las ksatryas se estructuran según una jerarquía y, como en cualquier otra sociedad, esto genera choques entre las integrantes de la misma. Se describe una lucha de poder que la protagonista va descubriendo conforme se hace mayor y que tiene raíces en hechos acontecidos con anterioridad a su existencia. De esa manera, Charni sufre acoso escolar por ser la hija de la líder, y a partir de ahí va descubriendo un pasado familiar que tiene ecos en su presente. Ese pasado familiar es la clave de la historia: el de las ksatryas es un sistema que obliga a las mujeres a permanecer ciegas, no solo de forma literal, para sobrevivir. Algo que, por supuesto, tiene reminiscencias en la sociedad patriarcal en la que vivimos.

De esta manera, La textura de las palabras tiene dos lecturas. Una literal, en la que encontramos un ritmo pausado mientras se desarrolla el universo que construye Martínez y que, justo cuando comienza a haber más acción, queda en suspenso (aunque es un final real si consideramos que la verdadera protagonista no es Charni); y otra más alegórica, en la que queda reflejada la cultura en la que hemos crecido. Las mujeres quedan relegadas a un segundo plano en el que su papel principal es engendrar descendientes; están al servicio de los hombres pero han aprendido a autoengañarse para poder sobrevivir, para lo cual también necesitan manipular la información que transmiten; son frecuentes los enfrentamientos entre mujeres porque, en realidad, son los únicos iguales contra los que pueden hacerlo; ahogan las disidencias porque convivir con la verdad es demasiado duro. Esta lectura ofrece un final mucho más satisfactorio que la primera, en tanto que se entiende como un ciclo que se repite una y otra vez y que perpetúa el sistema. No es un final feliz, pero sí un atisbo de lo bien que maneja la autora el lenguaje y la antropología; de cómo integra los elementos que definen el mundo en la trama, dándole muchísima más consistencia; y, sobre todo, de cómo es capaz de hacer crítica de nuestra sociedad sin señalar con el dedo y dejando al lector completar la historia para que adquiera un significado completo.

Si no has leído nada de Felicidad Martínez, comenzar por Despertares o por La textura de las palabras es una buena idea.


Título: La textura de las palabras
Autora: Felicidad Martínez
Editorial: Cazador de ratas
Encuadernación: Rústica Modigliani
Año de publicación: 2018
Nº páginas: 112
Precio: 7,50€



Los diarios de Matabot I: Sistemas críticos, de Martha Wells

Este no es el libro que yo esperaba leer. Sí, hay un robot asesino que se ha hackeado su módulo de control y prefiere ver telenovelas del canal de entretenimiento, pero no esperaba que la historia discurriera por los derroteros por los que va. En realidad no sé muy bien que imaginaba que encontraría, pero no era un cíborg asocial y retraído con problemas de identidad. Tampoco un equilibrio tan bien llevado entre lo cómico y lo dramático, la reflexión y la aventura, que agiliza aún más una lectura ya de por sí breve.

Además de la personalidad arrolladora de nuestro narrador y protagonista agénero, la historia se centra en la relación de este con la tripulación de un equipo científico que acude a un planeta lejano para una investigación. Matabot es su SegUnidad, la IA encargada de la seguridad del grupo gracias al pack de la aseguradora, una parte imprescindible de cualquier viaje interespacial. Todo lo que tiene que ver con la aseguradora traza una crítica mordaz a algo que ya estamos viviendo hoy en día: la obligación de pago por un servicio pésimo que, al ser también obligatorio, no tienes opción de eludir. Capitalismo en estado puro, vamos, señalado con una buena dosis de humor.

La tripulación se nos presenta de golpe, con una descripción breve de sus miembros y relaciones. Algunos tripulantes (los que más intervienen) se dibujan muy bien a lo largo de la novela gracias a los diálogos, mientras que otros quedan más desdibujados. También depende del interés que Matabot haya puesto en ellos (que no es mucho). La novela, como he dicho, no se centra en ellos, sino en su papel para solucionar el problema en el que se han visto envueltos y en su relación con la SegUnidad.

Es esta relación la que me parece primordial pues, aunque no parece incidir mucho en ella, revela una cantidad de detalles apabullante sobre el mundo en el que se desenvuelve esta saga y uno de los temas principales que trata: qué se considera humano. Esto revela que las grandes corporaciones no son las únicas que conforman el universo conocido, sino que hay otras formas de gobierno ahí fuera.

Lo único que no me ha gustado de la novela es un fundido en negro que hay hacia el clímax, como esa visión de Alice al final de Crepúsculo que resultaba ser eso, una visión. A pesar de ello, en general la valoración es buena. Es cierto, no era lo que esperaba, pero tampoco me ha decepcionado. Entretenida, con una buena dosis de humor ácido y no exenta de reflexiones y temas muy interesantes en la ciencia ficción. Espero seguir leyendo más de esta saga con esta traducción tan bien llevada por Carla Bataller.


Título: Sistemas críticos (Los diarios de Matabot I)
Autora: Martha Wells
Traductora: Carla Bataller Estruch
Editorial: Alethé (La esfera de los libros)
Encuadernación: Cartoné
Año de publicación: 2019
Nº páginas: 150
Precio: 15,90€ / 6,99€ (ebook)




Laura S. Maquilón
Diseñadora, correctora y escritora. Redacto en Revista Windumanoth y Libros Prohibidos. Autora de El pasado es un cazador paciente e Izahi, a tus hijas.

lunes, 10 de junio de 2019

~Reseña~ El cielo de piedra, o un mundo construido bajo la sangre





Esta reseña se adscribe a la iniciativa #LeeOrgullo.

Cuando te enfrentas al último volumen de una saga, pueden ocurrir dos cosas: que lo devores con ansia, deseando saber cómo se resuelve una historia que te ha acompañado durante un buen trecho, o que lo consumas a pequeños bocados, temiendo que se acabe. Incluso puede ser que te ocurran ambas cosas a un tiempo, en esa contradicción tan humana de querer algo y no quererlo a la vez. En esta última tesitura me encontraba yo cuando empecé a leer El cielo de piedra, la multipremiada novela de N. K. Jemisin que cierra la Trilogía de la Tierra Fragmentada, que ya reseñé con anterioridad en La quinta estación y El portal de los obeliscos. Aunque no temía que la historia de Essun se acabara, sino todos los mazazos que podía darme la autora con ella. Porque esta trilogía es un golpe detrás de otro, y esta última novela no ha sido menos.

(Ni qué decir tiene que en esta reseña encontrarás algunos spoilers de los libros anteriores, aunque no desvelo mucho sobre la trama).

La Estación que comenzó cuando se abrió la Hendidura en medio del continente se prolonga ya un par de años. La ceniza cubre el cielo y el suelo, cuesta encontrar suministros, las plantas se marchitan y los animales que sobreviven son todavía más peligrosos. En este contexto, la comu de Castrima tiene que enfrentarse a los últimos hechos acontecidos en El portal de los obeliscos si quiere seguir adelante. Y eso implica enfrentarse a la misma Estación.

Mientras tanto, Essun tendrá que elegir si continúa con sus nuevos compañeros o va a buscar a su hija Nassun, donde quiera que esta se encuentre. Nassun, por su parte, ha llegado a un punto de rotura inimaginable para una niña de diez años y se ha visto abocada a tomar decisiones difíciles que volverían loco a cualquier adulto.

Así empieza El cielo de piedra, pero no creo que los hechos que suceden sean lo más relevante de esta novela. Las alegorías en esta parte son aún más contundentes y fuertes que en las anteriores (supongo que por eso algunos comentarios la catalogan de prescindible). Esto no es un libro de aventuras, es una historia que apela a nuestra empatía, al ser humano en su más pura esencia, que habla de lo mejor y lo peor que somos capaces de hacer. Habla del miedo y la esperanza, del amor, de la soledad, de la incomprensión, del aislamiento, de la maternidad. Y sí, ante todo y sobre todo, habla de racismo, de discriminación, de utilización, de esclavitud, de servilismo, de contradicciones, del respeto a la vida o a la naturaleza. ¿Se puede hablar de todo ello en apenas 400 páginas. De esto y mucho más.


Es difícil entrar en un tema en concreto sin desvelar demasiado, así que comentaré un par de aspectos por encima que me estrujaron ya no el corazón, sino el alma al completo.

En primer lugar, la relación de Nassun y Essun. Essun nunca fue una madre ejemplar para su hija, pero hizo lo que debía para protegerla. Sin embargo, Nassun ha crecido en un entorno sin recibir un cariño verdadero. Es normal, dadas las circunstancias, que se aferre a un clavo ardiendo y que sea capaz de todo por él. En esa situación no se puede prever qué sucederá si la niña y Essun se reencuentran. Es una relación compleja, llena de recovecos y espinas, que Jemisin resuelve de forma brillante. Dura, como no podía ser de otra manera, pero coherente y brillante.

Por otra parte está la relación de Essun con los demás y consigo misma. Lleva tanto tiempo ocultando quién es, tomando decisiones por su propia supervivencia, que tendrá que rehacerse a sí misma si quiere tener una oportunidad de llegar hasta el final. Y eso también duele.

Sin embargo, lo que más duele es la propia historia de los orogenes. Las figuras centrales del relato siempre han sido lo más desgarrador de La Tierra Fragmentada (recuerdo en este punto los nexos y los hijos de Alabastro), y en este punto no lo es menos. Con ello, se entiende el origen de las Estaciones, del sistema del Fulcro, de los Guardianes… el mundo que ha creado Jemisin se basa en algo tan cercano que asusta.


Quizá haya sido que me encontraba en el momento adecuado, la narrativa de la autora con la traducción de David Tejera, los temas y las formas de tratarlos… muchas han podido ser las variables, pero lo cierto es que he leído todo El cielo de piedra con los sentimientos a flor de piel. Desde el primer capítulo hasta el último, pasando por una mitad que, aunque más pausada, no dejaba de destilar una rabia amarga, una crítica constante. «Hay ocasiones en las que lo más importante es el cómo, no solo el resultado final». Y este es el resultado final: aunque al final acabamos reduciendo la realidad a números para poder abarcarla mejor, Jemisin consigue que cada persona cuente. Aunque sean desconocidos, aunque no tengan una relevancia especial, la autora sabe dedicarles el tiempo para que la despersonalización no los elimine de la historia.

En ocasiones sucede que cuando tienes muchas expectativas respecto a una obra, esta te acaba decepcionando. Este no ha sido el caso. El cielo de piedra me ha fascinado, me ha hecho llorar, me ha hecho reír, me ha hecho reflexionar. Y sí, también me ha dejado con ganas de más, de un poquito más. Pero pocas cosas hay dulces en esta historia. Ni siquiera cuando duran para siempre.



Título: El Cielo de Piedra (Trilogía de la Tierra Fragmentada III)
Autora: Nora K. Jemisin
Traductor: David Tejera Expósito
Editorial: Nova (PRH)
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Año de publicación: 2019
Nº páginas: 398
Precio: 21,90€ / 9,99€ (ebook)






Laura S. Maquilón
Diseñadora, correctora y escritora. Redacto en Revista Windumanoth y Libros Prohibidos. Autora de El pasado es un cazador paciente e Izahi, a tus hijas.

martes, 7 de mayo de 2019

#LeeOrgullo

La iniciativa #LeeOrgullo tiene por objetivo promover la lectura de autoras y autores LGTBI+ y de libros con temática y personajes del colectivo durante el mes de junio (de este junio y todos los junios). Como no podía ser de otra manera, me encantaría unirme a esta iniciativa en la medida de mis posibilidades. Tenía intención de revivir un poco el blog este verano y no hay mejor motivo que este. Os animo a uniros también y utilizar todos los documentos que han aportado desde la organización para que este junio el Orgullo sea más literario y llegue a cuanta más gente mejor. Seguidamente, comparto el manifiesto:

¿Por qué el mes de junio?

Porque junio es el mes del Pride, donde conmemoramos en 2019 los 50 años de los disturbios de Stonewall (28/6/1969), el día en el que, desde entonces, enarbolamos nuestras banderas de diversidad con orgullo. También porque en junio se produjo la masacre en la discoteca Pulse (12/6/2016) de Orlando, donde fueron asesinadas 50 personas.

¿Por qué ahora un #LeeOrgullo?

Porque la comunidad LGTBI+ continúa oprimida, porque aunque en España vivimos en una casi igualdad legal, esta es aún una quimera en la realidad. Un par de datos: en 2018, solo en la Comunidad de Madrid se registró, casi una denuncia al día por delitos de odio por orientación sexual, identidad de género o expresión de género. En el primer trimestre de 2019, en Barcelona se recogieron el doble de agresiones que el mismo período del año anterior. Y esto son solo las agresiones que se han denunciado.

Pensemos en los casos de acoso en las escuelas a jóvenes por ser «maricas» o «bollos» que cada año se salda con varios suicidios de adolescentes. Pensemos en los graves problemas de inserción social y laboral de las personas trans, en especial las mujeres, que acaban, demasiadas veces, en la marginalidad y la prostitución.

Pero si abrimos la mirada al resto del mundo, vemos que en al menos 80 países es delito tener sexo con personas del mismo sexo y que en 8 de ellos se paga con castigos físicos y pena de muerte, como por ejemplo la lapidación. En el continente americano han sido asesinadas cerca de mil personas trans desde 2015. En Europa, la situación empeora en países como República Checa, Polonia, Hungría o Rusia. En Chechenia existen campos de concentración para homosexuales, donde fue torturado y asesinado, por ejemplo, el cantante ruso Zelimkhan Bakaev.

La igualdad de derechos es un hito que muy pocos países han conseguido y la opresión sobre el colectivo sigue viva y en aumento. Por todo ello debemos continuar luchando y visibilizando. Junio es nuestro mes, el mes en el que nos sentimos más orgullosas/es/os que nunca de ser como somos, de luchar por nosotras/es/os y por los que no pueden luchar por sí mismas/es/os. Es por eso que arranca #LeeOrgullo, para poner otro grano de arena a la lucha desde la literatura.

Proponemos

Os proponemos leer autoras y autores LGTBI+ y libros con temática y personajes que den visibilidad a la diversidad al colectivo. Os proponemos hablar de todo ello en redes, en medios, en blogs, en podcasts y videos. Os proponemos difundir  #LeeOrgullo.

Proponemos a las editoriales que durante este junio, y todos los junios, promocionen la diversidad desde sus catálogos.

El movimiento arranca aquí, pero queremos que sea vuestro. Nos gustaría que lo hicierais vuestro y desarrollarais aquellos aspectos que os atañen o interesan más.

La diversidad

Queremos que sea un movimiento abierto, donde puedan encontrar sitio todas aquellas visiones que escapen de la heteronormatividad. Queremos leer sobre la diversidad, conocerla y profundizar en ella.
Somos una comunidad compleja, incluso con visiones contrapuestas de lo que somos o debemos ser.
Si crees que nuestro discurso no te incluye, escríbenos y lo mejoraremos.


Este manifiesto es una adscripción individual. Lo podrás encontrar en este blog y en blogs de otras personas que se unen a la iniciativa. No representamos a la comunidad, solo somos miembros de ella o estamos cerca.


Dalayn
Lectora por vocación. Arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.
Buy Me a Coffee at ko-fi.com

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