Queridas
lagartijillas:
Ayer
empecé a leer Cartas de amor
a los muertos, de Ava
Dellaira y editado por Nocturna Ediciones. Sé que no entraba en mis propósitospara 2016,
pero lo cierto es que había oído hablar muy bien de él y sentía bastante
curiosidad. Además de que llevaba mucho tiempo sin leer juvenil (hasta Sueños
de Piedra, que reseñé aquí hace unos meses), creo que es la primera vez que ese «juvenil» no tiene
«fantasía» pegado al lado. Así que lo he cogido con muchas ganas.
He
empezado a leerlo ahora porque la revista online de literatura juvenil La Avenida de los Libros ha organizado
una lectura conjunta que empezó el pasado 13 de febrero y que se prolongará
hasta el día 28 (si queréis saber más, encontraréis la información en el nº 5de la revista).
Y aunque iré comentando cosas en twitter con el hashtag #LCAvenidaCartas quiero
recopilar mis impresiones aquí conforme lo vaya leyendo. Además, soy una
fanática de las citas y estoy apuntando muchísimas, así que también publicaré mis favoritas.
Antes
de comenzar, os dejo la sinopsis:
«Hay ciertas cosas que no puedo contar a
nadie, excepto a la gente que ya no está aquí».
Todo comienza con un trabajo de Lengua:
escribirle una carta a alguien que haya muerto.
Laurel escoge a Kurt Cobain porque su
hermana lo adoraba. Y porque él murió joven, como ella. En poco tiempo tiene un
cuaderno lleno de cartas a Judy Garland, Amy Winehouse, Heath Ledger y muchos
otros. Sin embargo, no se las entrega a su profesora. Les escribe sobre el
comienzo del instituto, sus nuevas amistades, su primer amor y sobre cómo está
aprendiendo a vivir ahora que su familia se ha roto.
Y sobre lo que ocurrió cuando su hermana
aún estaba viva.
Y
ahora, mis comentarios (contienen spoilers hasta la página que se indica):
»Página 88
Primero
he de decir que me encantan las ediciones de Nocturna. El papel, la tipografía,
la encuadernación… El olor también, pero eso suele ocurrir en los libros nuevos
en general.
En
segundo lugar, la sinopsis da para una página. En la segunda ya se entrevé
mucho más de lo que dice la sinopsis. La fragilidad, la inocencia y el dolor de
la protagonista por la muerte de su hermana te sumergen en la historia desde el
principio. Hay una conexión directa con sus miedos y sus recuerdos.
El
planteamiento en un principio es sencillo, pero hay muchos personajes detrás de
Laurel. Sus padres, sus amigos y sobre todo, su hermana. Todos tienen mucho que
decir a través de estas cartas. Mayormente me ha sorprendido la amistad que establece
con Natalie y Hannah. De antemano parece que no terminan de encajar y que
Laurel se esfuerza para no quedarse sola y aislada y busca parecerse a su
hermana.
En
realidad esta faceta de la protagonista la menciona ella misma: «me cuesta ser
yo misma porque no acabo de tener claro quién soy» (pág. 9). Creo que es una de
las cosas que más me llaman la atención porque en estas primeras páginas no
vemos a Laurel prácticamente. Parece estar buscando su lugar en el mundo
después de que May, a la cual parecía reducirse su universo, muriera. Sobre
todo me ha dado esa sensación después del episodio en que se encuentra a Janey,
su mejor amiga antes de empezar la secundaria, a la que poco a poco va
olvidando cuando empieza a salir con su hermana mayor.
Más
allá de la historia me gustan mucho las reflexiones que hace sobre los famosos
a los que escribe las cartas o sobre la vida en general. Creo que una de las
maravillas que hace que desde el primer momento te llegue la novela es esa
cercanía y la capacidad de empatizar con el lector aunque este no haya vivido
esas situaciones, incluso aunque no comparta su manera de actuar. Como he dicho
al principio, que hay algo roto en Laurel se transmite desde que comienzas a
leer y quizá es ese instinto de protección al débil lo que más acaba uniéndote
a ella. Y también la manera en que te llegan sus emociones.
Por
último, no me he fijado mucho, pero creo que las cartas dirigidas a Kurt Cobain
son las que más me gustan, no sé si porque de manera intencionada o no, al ser
el cantante favorito de May, cuentan episodios más profundos. O quizá sea solo
una impresión mía.
»Pag.
213
Maravillada
estoy con la primera carta a John Keats. Es uno de los fragmentos más íntimos y
profundos hasta ahora y es absolutamente preciosa su reflexión sobre la verdad
y la belleza. La última parte de la carta es para citarla entera.
Es
significativo que luego Laurel aluda al mismo poema para su propósito de año
nuevo, cuando aparte de tener una verdad que la asusta, también tiene una que
prefiere ignorar: May no era perfecta. Esta revelación que hace el propio Sky
no me extrañó nada. ¿Desde el principio no habéis tenido un poco esa sensación?
No digo que fuera mala (su manera de hacer que sus padres no discutieran, las
historias que le contaba a Laurel… son acciones muy bonitas), pero se percibe
un cambio cuando empieza a ir al instituto (que supongo que en el mundo
anglosajón es High School). No puedo decir exactamente en qué fallaba May
porque la propia subjetividad de Laurel lo oculta, y al fin y al cabo escaparse
de casa por las noches y saltarse clases tampoco es que sea muy malo (puedo
entender que a esas edades quieres saltarte las limitaciones que te imponen tus
padres, aunque las maneras pueden ser discutibles).
Lo
que me repatea mucho es cuánto se dejó absorber nuestra protagonista por su
hermana, la manera que la idolatraba resultaba hasta tóxica. De hecho, hay un
momento que dice: «Yo nunca invitaba a mis amigos porque prefería formar parte
del mundo de mi hermana». Por si había pocas dudas de lo absorbida que estaba
Laurel. Y sin embargo, a pesar de este hecho que te hace tener ganas de
patearle el culo, no es un personaje que puedas odiar. Porque uno se puede
sentir tan perdido como ella aunque sea por motivos distintos.
Al
final, todos los personajes más principales están rotos por unas cosas u otras.
Y aunque creas que algunos no deberían estarlo, que tenían otras opciones, acabas
acordándote de sus propias heridas y no puedes evitar sentirte cercano a ellos.
»Pag.
279
Odio
a May. Se venía fraguando pero ahora es real. Bueno, quizá no tanto porque aún
quedan rastros de la versión edulcorada que Laurel lleva vendiendo todo el
libro. Pero lo cierto es que la historia te deja con una sensación de
impotencia increíble. Te deja con ganas de decirle cuatro cosas a Laurel para
que espabile, para que huya, para que salga de ese capullo que se ha creado.
Con ganas de salvarla.
Es
curioso, pero creo que es el primer libro que leo en el que tengo esos sentimientos
para con el protagonista. Ya no solo por los distintos episodios traumáticos (y
con razón) por los que pasa, sino porque Laurel en sí no es capaz de ver que
realmente es alguien. Sky lo ve pero ella no. Y es muy pero que muy frustrante y
muy duro asistir a la destrucción de una persona sin poder hacer nada. En ese
sentido, me siento muy en sintonía con Sky.
Lo
que me inquieta, y mucho, es que no haya nombrado nadie aún la posibilidad de
ir al psicólogo, porque como mínimo Hannah, Laurel y su madre lo necesitan.
Pero urgente. Yo creía que en EEUU estaba más extendido lo del psicólogo pero
ya veo que no tanto.
Me
queda nada para acabar y estoy deseando llegar al final.
»Pág.
350 (y fun y pin)
Es
un alivio infinito ver cómo Laurel abre los ojos cuando habla con Sky y se da
cuenta de que intentar ser lo que su hermana quería ser no era la solución.
Como tampoco lo era guardarse lo que la estaba comiendo por dentro. En unas
pocas páginas sientes su propia liberación, sus ganas de arreglar las cosas y
ser ella misma y es como si toda la tensión fuera desapareciendo
paulatinamente.
Las
últimas páginas se me han pasado en un suspiro, entre otras cosas porque Laurel
y sus amigos ya tienen las claves de la resolución en su cabeza: solo les falta
un pequeño empujón para atreverse a dar el paso.
Me
han maravillado todas las reflexiones de nuestra protagonista. Aunque de base
ya hay una extrapolación inmediata, creo que el hecho de que la historia se
narre a través de cartas ayuda aún más a transmitir el mensaje que quiere dar
la novela. Si me hubiera puesto a poner post-its en el libro tendría que haber
comprado dos paquetes como mínimo. Hay pensamientos que aunque son obvios
muchas veces nosotros mismos nos los ocultamos y la autora ha sabido dejarlos
caer con naturalidad y una sencillez que cala hondo.
Es
muy importante la idea de que los problemas de cada uno son distintos, pero que
todos los tenemos. Muchas veces estamos tan concentrados en los nuestros que no
vemos los de los demás y otras menospreciamos los ajenos como si los nuestros
fueran una gran tragedia. Al final eso es lo que te hace conectar no solo con
Laurel, sino también con Hannah, Natalie, Sky, aunque sus problemas queden más
desfigurados. Y no, al final no odio a May. Todos en algún momento nos hemos
sentido perdidos, sobre todo en la adolescencia, y May es un claro ejemplo de
cuánto te puedes destruir si no te sabes encontrar o no te apoyas en nadie. Ya
no porque acabe muerta: hay gente que sigue perdida muchos años después porque
acumula una serie de errores que no le permiten encontrarse. Incluso ni los que
aparentemente van por el buen camino pueden asegurar que así sea. La vida está
llena de dudas y miedos y ser valiente es ser capaz de afrontarlos.
Además, la playlist del final es genial, a pesar de que en general no es el estilo de música que más me atrae ya la he escuchado un par de veces. La tenéis aquí.
¡Y eso es todo! Espero asistir al HangOut que organice La Avenida de los libros al terminar la lectura conjunta y me encantaría comentar con quien fuera el libro, por aquí o por twitter. Podéis encontrarme como @dalayn o tuitear con el hashtag #LCAvenidaCartas.
Atentamente,
Dalayn
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