Soy a quien llamas
cuando la chica de la curva te ha robado el coche. Soy a quien recurre el
hombre del saco cuando un extraño se mete en su casa. Soy a quien necesitas
cuando descubres una cabeza de unicornio en la cama.
Soy detective
paranormal y me enfrento a diario a los sucesos más extraños que puedas
imaginar. Pero acabo de encontrar el cadáver de un dios griego en el maletero
de mi coche. Y hasta yo tengo un límite.
Esta novela cuyo nombre ha conseguido que twitter se quede pequeño
promete grandes dosis de risas y diversión, acompañadas a ser posible de una
buena ración de palomitas. Y es que si algo destaca en el primer caso de
Parabellum, detective paranormal, es su ambiente
de película al más puro estilo Hollywood: persecuciones locas, tiros,
alcohol, romance, mentiras, secretos. Y el cadáver de un dios en un maletero
sin nada ni nadie que lo explique.
Así empieza El dios asesinado en el servicio de caballeros (a partir de ahora,
Parabellum), la primera novela de Sergio S. Morán, autor de webcómics como ¡Eh, tío!, EMO (Enseñanza Mágica Obligatoria) o El Vosque. Nuestra protagonista, Verónica Guerra, no recuerda qué
hace dicho cadáver en su viejo Seat. Así pues, su primera misión será recuperar sus recuerdos y seguidamente encontrar
al autor del crimen. Pero no será tan fácil, pues tendrá que vérselas con
multitud de criaturas sacadas de las más variopintas mitologías y creencias que
tratarán de impedir que meta sus narices en un asunto de lo más divino.
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¡Se van a enterar estos griegos! |
Sin duda es de alabar la labor
imaginativa de aglomerar todas las
leyendas del mundo en un bar irlandés de Barcelona, más allá del martillo
de Thor o los deslices sentimentales de Zeus. El autor consigue que el trabajo
de Parabellum parezca de lo más natural y que el submundo que ha creado tenga
verosimilitud y coherencia en sí mismo. Hechizos para ocultar el verdadero
aspecto de una gorgona, balas capaces de matar cualquier ser mitológico que se
precie, fantasmas atados al mundo por un asunto sin resolver. Todo sin perder
ni un ápice de humor e ironía, acompañantes en todo momento de las breves
explicaciones que nos adentran en esta novela de fantasía urbana, la cual no
podemos evitar que nos recuerde al mundo de Harry Dresden.
No obstante, ya que el escritor
sitúa la historia en una Barcelona real y actual, al igual que Burgos o Sitges,
he echado de menos que estos sitios
tuvieran un papel más allá de poner nombre a un lugar (o de diferenciar
barrios por el poder adquisitivo de sus habitantes). Apenas hay descripciones,
solo breves menciones a la ingente cantidad de turistas del Barrio Gótico o el
dinero que tienes que invertir para vivir en ciertas zonas, pero nada más que
haga distinguir Barcelona de cualquier otra ciudad. No hablo, por supuesto, de
introducir largos párrafos interminables que describan piedra a piedra la
Sagrada Familia, pero sí pequeños toques que hagan de Barcelona más que una
mera mención, que la conviertan en un ente más vivo y representativo dentro de
la novela (algo que por ejemplo sí hace Neil Gaiman en Neverwhere o Susana Vallejo en Switch
in the red).
Parabellum es la gran
protagonista de esta historia, una detective osada, atrevida, capaz de grandes
hazañas para poder llegar a fin de mes y de grandes mentiras para mantener su
mundo a salvo. Porque, entre otras cosas, si las mitologías y leyendas salen a
la luz, ella dejaría de cobrar. Pero Parabellum solo es la detective, ávida de
ego y reconocimiento; cuando llega a casa hambrienta le gusta sentirse normal,
quitarse su disfraz y ser simplemente Verónica Guerra, una chica más bien
insegura que odia mentirle a su novio Roberto, a pesar de que necesita separar
los dos mundos en los que vive. El desglose entre Parabellum y Verónica es
magnífico y el autor nos hace dudar en todo momento de cuál es la verdadera piel del personaje y cuál su disfraz, o si son
dos caras irreconciliables de la misma moneda.
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Menudo tostón está metiendo esta tía. A mí que me paguen. |
El resto de personajes son
secundarios, muy bien dibujados y con voces claramente reconocibles, eso sí,
aunque pocos (muy pocos) tienen su propia historia detrás (o dejan entreverla,
al menos). Son personajes que sirven para que Parabellum interactúe y se vaya
desarrollando la trama, y aunque seguramente sería más enriquecedor darles más
espacio, no es la intención de la historia y en sí misma tampoco lo necesita.
Pero eso no quita que nos quedemos con las ganas de conocerlos mejor.
La trama se desarrolla de forma
lineal con un ritmo ágil llevado por el humor de Parabellum y los curiosos
casos transversales que se le presentan durante su investigación. Otra de las
cosas que más me han gustado de la novela es que no se deja nada al azar y aunque parezca que la historia se
desengancha del hilo principal, todo
tiene una razón y una conexión con el cadáver del dios. Sin duda se hace un muy
buen uso del arma de Chéjov (donde cada elemento que se mencione debe ser
utilizado o cumplir una función), lo que hace que todas las partes de la novela
tengan una gran cohesión.
Sin embargo, la coherencia que acompaña toda la novela
parece romperse hacia el final. Este no deja de ser bueno, pero a mí me ha
dejado con cierto regusto amargo, con la sensación de que podría haber sido
algo mejor. En primer lugar, porque el ambiente peliculero que hasta entonces
había caracterizado la historia se fuerza en exceso, y el «buah, qué pasada» se
torna en un «menuda sobrada». Solo ha sido un elemento en particular en
realidad, pero ha empezado a romperme la magia que se había ido formando en
toda la narración. En segundo lugar, porque se fuerza la apertura de un hilo
para continuar con las aventuras de la detective cuando hay otro del que
nuestra concienzuda protagonista parece olvidarse, después de estar repasando
cada posibilidad durante todas las páginas. Simplemente he pensado: «Parabellum
no se olvidaría de mencionar esto». Pero se le pasa, y aunque puedo entender
por qué, sigue dejándome la sensación de que está hablando más el escritor que
el personaje.
Parabellum es una novela con mucho
humor, sin grandes pretensiones, con mucha imaginación y un buen saber hacer en
el que se nota la experiencia de Morán en el webcómic. Su originalidad radica
en coger las mitologías y los clichés de las novelas de detectives y congregarlos
para darnos un libro que, sobre todo, aspira
a que el lector disfrute. La tensión no baja en ningún momento y las
escasas 300 páginas del libro se cubren en poco tiempo. El manejo de las voces
de los personajes, la conjunción de leyendas (clásicas y no tan clásicas) e ideas como la creación y destrucción de los dioses son los grandes puntos
fuertes de esta historia, de la que espero que no tarde en salir su siguiente
entrega porque me ha dejado con ganas de mucho más (mientras tanto leeré el relato que publicaron en Fantífica con Parabellum a la carga).
Título: El
dios asesinado en el servicio de caballeros
Autor: Sergio S. Morán
Editorial: Fantascy
Encuadernación: Tapa blanda con sobrecubiertas
Año de
publicación: 2016
Nº
páginas: 334
Precio: 19,90€ / 7,99€ (ebook)
Dalayn
Lectora por vocación. (Medio) arquitecta por amor al arte. Soñadora de mundos y hacedora de historias. Escribo porque me hace feliz.