Blog de literatura fantástica

viernes, 2 de septiembre de 2016

El Señor de los Anillos como agente liberador


Vais a perdonar que hoy no me pasee por el venenoso blog con una reseña bajo el brazo; también que no llegue a la hora habitual y me retrase en la publicación, pero creo que lo merece.

Llevo tiempo con la idea rondando por la cabeza de escribir sobre lo que hoy me traigo entre manos. Es curioso cómo han cambiado las tornas de la cultura popular en los últimos veinte años. Ya no hablo de internet, ni de la fuerza que tiene hoy en día. Hablo de antes de que su uso se masificase. Antes de los smartphones, de los facebooks y twitters, e incluso de los propios blogs. Hablo de cuando las noticias venían por las revistas, de cuando los tráilers los veías únicamente antes de las películas, de cuando no había vídeos virales y de cuando los trucos en los videojuegos viajaban de boca a boca.

Antes de entrar en el siglo XXI, el «mainstream» en los colegios era muy distinto al actual. No había macro-universos cinemáticos ni comunidades online. Hasta el bullying era distinto (no se llamaba «bullying», sino «abusones»). Leer fantasía o involucrarte en un mundo fantástico mediante juegos de tablero o de rol, por lo menos en mi experiencia, era un «pringado» automático en tu expediente social que te recluía a un rincón del patio de recreo donde te juntabas con los tres o cuatro amigos que compartían tus gustos. Si hablabas del tema, que no fuera muy alto si no querías ser objeto de chiste por parte de los «molones» que jugaban bien al fútbol, veían fútbol, hablaban de fútbol y llevaban equipamiento de fútbol a absolutamente todas horas.

Google Maps no tiene nada que hacer aquí
Como digo, todo esto era de otra época, de antes de cambiar de siglo. De antes de que la cultura popular comenzase a ser maleada por las furias de internet.

Sería allá por mediados de diciembre de 2001, cuando se estrenó una película que, tal y como hiciera STAR WARS por los años 70, dejó a todo el mundo boquiabierto con la primera entrega de la adaptación al cine de una de las novelas consideradas más complicadas de trasladar al celuloide: El Señor de los Anillos.

Tío, ¿qué comiste ayer?

Todo el mundo la había visto. Todo el mundo la comentaba por los pasillos. Cómo mola. Pedazo de efectos especiales. ¿Y los orcos? ¿Y CUANDO SALE EL BALROG? Los límites del rincón de los «pringados» cada vez se hacían más difusos, y podíamos llevar nuestros juegos por más sitios y cada vez con más gente. Podíamos jugar a ser la Comunidad del Anillo, matando orcos a diestro y siniestro sin miedo a posibles repercusiones dentro de la micro-sociedad que constituía el colegio. Había juguetes, espadas, trajes, pósters de todo tipo para desatar nuestra pasión tolkieniana. La lectura era aún un tema tabú, pero se toleraba siempre y cuando no se hiciese mucho alarde de ello.

¿Cuántas veces los hemos leído en bucle?

No sólo de ESDLA estoy hablando. Apenas un mes antes, Harry Potter y la Piedra Filosofal se estrenaba también en los cines. También la había visto todo el mundo, y la comentaba, y jugaba a ser mago. Hogwarts y la Tierra Media se habían convertido en un campo diáfano por donde la imaginación infantil se movía a sus anchas. Los que leíamos comparábamos en los pasillos entre clases por dónde nos habíamos quedado la noche anterior. Reconoceré aquí ante todos vosotros que la primera historia que escribí en mi vida se llamaba Fred y George y la Ciudad Volcán (recuerdo que recibí una pequeña bronca de la profesora porque había un par de líneas un tanto polémicas. Sacad vuestras propias conclusiones si queréis). La Amenaza Fantasma había llegado unos años antes, pero éramos demasiado pequeños para comprender el impacto de su estreno, así que el fandom no se desarrolló en mi generación hasta tiempo después, cuando sus dos infames secuelas dieron el salto al cine.

Pues el bicho éste me hizo gracia cuando lo vi en el cine.

Por supuesto, la fiebre dio paso a otras cosas que no vienen al cuento ahora, pero sin embargo el poso que dejó la adaptación de Peter Jackson en la memoria colectiva (esto es, aceptar el término “fantasía” con acepciones no-negativas) es algo digno de elogio y por lo que siempre estaré agradecido. No entraré en cuestiones de si es mejor o peor adaptación, de qué película es mejor o de si Tom Bombadil, Tom Bombadi-ló. El Señor de los Anillos fue una puerta abierta a un mundo que muchos debíamos traspasar de puntillas, una extensión de posibilidades que nos permitió comportarnos como nosotros mismos delante de todo el mundo. Y lo más importante de todo: nos abrió el camino a la lectura, en mayor o menor medida. A querer descubrir más mundos, más historias. A querer ampliar horizontes y a querer obsesionarnos con más aventuras.



Charles D.
Filólogo, lingüista, lector irredimible y cinéfilo/seriéfilo empedernido.Digo muchas tonterías en Twitter (@OrdHum). También escribo si me dejo. 

4 comentarios:

  1. Vaya retrospección a la infancia, Charles, ¡chapó! Ya no los conservo, por desgracia, pero muchos de los cómics que leía de pequeño los guardaba en la estantería rayados, arrugados, rotos o con hojas sueltas por lo que dices: porque éramos el blanco en la diana para aquellos que no entendían nuestras aficiones; era mucho más original el fútbol o «jugar a pegarse».

    Pero con estas películas todo cambió, los que siempre habíamos sido «raritos» seguíamos siéndolo a ojos de los de siempre, y sus miradas de desprecio ahí seguían, pero es como si desde aquel momento les costara más ridiculizarnos porque había mucha más gente en nuestro «bando» que ya no les reían las «gracias», y un abusador sin nadie que le ría las «gracias» salvo sus acólitos, no lo es tan a gusto.

    Todos le debemos mucho a Tolkien, a su Legendarium y a Peter Jackson.

    ¡Un saludín!

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    1. Yo aún guardo mis cómics de Bola de Dragón, algunos coloreados incluso. Recuerdo que fui a comprar uno de los tomos de la última edición y de las ganas que le tenía me puse a leerlo por la calle. La casualidad hizo que en ese momento me cruzase con un grupo de los "guays". Risas aseguradas para todos.

      Pero bueno, a la larga a todos nos pone la vida en nuestro sitio, ¿no? :)

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  2. Hace un poco tuve una discusión con mis amigos, unos ineptos en cultura tanto literaria, como televisiva o cinefila. Probamos a decir quién había visto en su edad de salida Harry Potter al igual que ESDLA. Eramos solo 3 de 15, adivina los 3 que somos como somos ahora mismo, que nos imbullo y los que siguen sin apreciar nuestro universo expandido. Que si, que yo ya lo era de antes con Pokemon, Digimon, Dragon Ball, y las míticas Buffy Cazavampiros o Smallville, pero la cosa tras esas películas se volvío un torrente loco que desembarco con cosas como Canción de hielo y fuego (llegue a él con 15 años) u las novelas de Tolkien. Un abrazo^^

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    1. Como decía el tito Martin, el hombre que lee vive miles de vidas, mientras que el que nunca sólo vive una. :)

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